Zidane, esa mirada

ZidaneNo recuerdo en qué año fue, pero él era todavía jugador. Yo estaba esperando en Roissy para volver a Madrid en el último vuelo de la tarde cuando pasó por delante de mí en la fila de embarque. Cuando entré en el avión, él ya estaba sentado en su asiento de Primera. Tenía una revista en las manos. Levantó la cabeza, me miró, le miré, suspiré, tuve la serenidad de no tropezar con nada y opté por enamorarme perdidamente.

Empiezo así porque si voy a hablar de Zidane prefiero empezar con una historia de amor. No es necesario ser del Real Madrid, ni siquiera aficionado, para acordar que este hombre, en el campo, era magistral, el jugador más elegante que pueda guardar uno en la memoria. Mi madrina decía que parecía que bailaba y es verdad. Yo no he visto a Di Stéfano, ni a Pelé, ni a Cruiff; yo he visto a este señor jugar y ya, con Zidane se rompió el molde. Y ahora viene de entrenador. Pues estupendo: yo, al Bernis, voy con binoculares.

Sobre el cambio de entrenador del Madrid, tengo para todos. Para Florentino, que  trajo a Benítez para que pusiera orden y mano dura, y luego le ha dejado tirado a la primera lagrimilla de los jugadores. Para el propio Benítez, que no ha tenido personalidad para sobreponerse a esa plantilla, ni para liderarla. Para los jugadores, esa tropa de niñatos vagos y consentidos, que con una hora de trabajo al día les da para comprarse un Ferrari a los 22 años. Para una prensa que sabe que su plato lo llena la ración diaria de noticias del Madrid, da igual que sean mentira. Y para una afición que, más que al Bernabéu, convendría que fuera al psiquiatra.

Así que ahora llega Zidane. Y yo soy de las que creo. Zidane es un icono, un mito, una figura que se respeta. El fútbol son emociones, así es que eso tiene que valer algo. Como él ha dicho, nunca se está preparado para entrenar al Madrid, y yo estoy de acuerdo: miren a Benítez, tanto trabajo, tanto estudiar y tanto disgusto. A cambio, no sé si cómo será la estética futbolística de este nuevo Real Madrid, pero de momento, al entrenador da gusto verlo, esto es incontestable.

Al Madrid le va a venir bien una personalidad como Zidane. Os lo digo yo, que he visto su mirada.

Hala Madrid.

El procesito del Real Madrid

Las cosas suelen ser más sencillas de lo que parecen. Posiblemente, todo consistía en un procesito. Llega la notificación, se la dan a una persona designada, ésta lo apunta en una base de datos, o en una hoja de papel, y antes del partido se consulta el listado y ya está, ya sabemos qué futbolista no puede jugar. Si en ese procesito algo falla, ya tenemos al Madrid fuera de la Copa del Rey.

¿Y qué puede fallar? Pues por ejemplo, que la persona designada esté enferma, o que justo, justo cuando iba a apuntar que tal jugador estaba sancionado, le llamaron al móvil, se le fue el santo al cielo y no lo apuntó en la hoja de cálculo. Es lo que tienen los procesos, que están pensados para seguirse al pie de la letra. ¿No han visto nunca una película de naves espaciales? Pues aquí igual.

Sin embargo, en todos los procesos hay un evento que lo dispara y sin el cual el proceso no se inicia. En nuestro caso, el disparador del proceso es la llegada de la notificación por parte de la Federación. Y por lo que se sabe hasta ahora, la notificación con la sanción de Cheryshev, que le impedía ser alineado en el partido contra el Cádiz, no llegó nunca al Real Madrid. La sanción, como todo el mundo conoce ya a estas alturas, es que el Madrid queda eliminado de la Copa. Una sanción proporcionadísima, hombre por Dios.

Sin duda, el Madrid es culpable por no tener un procesito sin disparador, o sea, por no prever que la Federación no hiciera su trabajo. Ahora, el Real Madrid tendrá que cambiar su procesito y dedicarse a seguir a todos y cada uno de los jugadores que juegan en todas partes, incluso en la liga ucraniana, por si acaso se le ocurre ficharlos algún día.

Oye, Juan, apunta que a un tal Melero le han sacado una amarilla en un partido entre el Club Deportivo Colindres y el Atlético Albericia, de la Tercera división de Cantabria, no sea que se nos ocurra ficharlo y la liemos.

Ya están todos contentos. La Federación, abrillantando sus galones (¡poderosos a mí, ja!); el Cádiz, que sigue milagrosamente en competición; el resto de equipitos petulantes que se relame con todo lo malo que le pase al Madrid, aunque suponga un atropello en toda regla también para ellos, puesto que la Federación debe comunicar las sanciones en tiempo y forma (¿cómo recurrir si no?); y la prensa deportiva, o sea, la prensa idiota, que hiperventila con estas cosillas extradeportivas, o sea, extraidiotas. Mención aparte es la merma, esplendorosa y en perfecto estado de revista, escupiendo al cielo por la eliminación del Madrid. Si es que…

Hay quien dice que el Madrid no debe recurrir más. Pues yo creo que sí, que debe recurrir y que debe pelear con la Federación. Si tenemos razón, tenemos razón. Y nada más.

Hala Madrid.

Y no llevaré mochila

Mañana es el Madrid-Barça, un nuevo partido del siglo y yo iré al Bernabéu. Y no llevaré mochila.

Yo soy muy de llevar mochila, no crean. Cuando digo por el mundo digo por el mundo vacacional y findesemanero, aunque a veces me pilla el toro y voy por Madrid con tacones, abrigo y la mochila al hombro (al hombro, al izquierdo para más señas, nada de ponérmela con las dos asas, que yo ya tengo una edad). Esto me pasa porque vengo del poblachón, o por alguna otra razón no necesariamente muy poderosa y que tiene que ver más con la pereza que con el tiempo. Puedo entender que parezca algo chocante, pero a mí me da igual, aunque no siempre: recuerdo por ejemplo la cara de estupor que puso una amiga en una cena, más decepcionada que sorprendida, cuando dejé una mochila azul en la silla para quitarme el abrigo.  No dijo nada… pero hubiera debido.

Tengo varias, incluso una de ante muy mona que ni es mochila ni es nada y que es probablemente el bolso más absurdo que tengo en el armario y que no me pongo nunca. Yo cuando hablo de mochila hablo de mochila, de mochila fea de lona, de mochila de tío, de mochila de ir de excursión con los bocadillos, de mochila de estudiante, de mochila para llevar muchas cosas. Sí me interesa aclarar que no son mochilas de gimnasio. Yo no tengo nada para ir a un gimnasio. Es más: yo no sé lo que es un gimnasio. Gimnasio es para mí una palabra sin contenido que procuro que ni se me pase por la mente.

A la peluquería voy con mochila, no sé muy bien por qué. Y cuando voy con Curra a algún sitio que no sea de paseo. Y al aperitivo, aunque sea en ciudad. Y al Rastro, si voy al Rastro, y a un museo si voy a un museo. Y ahora que lo pienso, a muchos sitios voy con mochila. Y claro, al fútbol también la llevo. Sin embargo, mañana iré al Bernabéu con las manos en los bolsillos. Las llaves, el DNI, algo de dinero, el móvil, la entrada y ya está. No me molesta que me miren lo que llevo, no. Sencillamente, creo que cuanto más fácil se lo ponga yo a los polis, más difícil se lo pondré a los malos y así haré algo más útil que poner un tuit.

Para terminar un post incoherente en el que no se sabe muy bien si hablo de complementos, de costumbres, de las caras que pone una amiga, de mis paseos con Curra, del horror que me producen los gimnasios, de la seguridad en un estadio o de mis convicciones ciudadanas, les diré que me conformo con un 1-0. Hala Madrid.

Pala Madrid

Me gusta el Real Madrid de los atletas, del pim-pam-pum-gol, el Madrid desordenado, descolocado y anárquico, el Madrid del arreón, de las galopadas, de los chutazos, el Madrid de huy y del penalty injusto, que sale a que le partan la cara en esos campos de Dios en los que los rivales salen con el cuchillo en la boca y vuelven sin el cuchillo y sin aire. Yo si quiero estudiar me cojo un libro, y si quiero emociones, me pongo a ver el fútbol. Como no entiendo, a mí me gusta el Real Madrid que sale al campo a meter un gol más que el rival.

– Si dejas la portería a cero, como mínimo ya te has asegurado un empate.

Filosofía Benitez, ese señor con traje de confección del que se echa de menos el pasador de corbata. Un estudioso del fútbol, un gran trabajador, un self made man criado en el fútbol de sudor y penuria, un currela de pico y pala, un hombre que llega a Valdebebas antes de que cante el gallo y que se va a las mil y monas aunque, solidario con los seguratas, les deja tiempo para que se vayan a echar un sueñecito y darse una ducha. Yo me imagino a los guardias de seguridad repartidos por  los sillones del hall, cinturón aliviado y cazadora por manta, roncando mientras el gallo, nervioso, picotea lexatines a su alrededor.

– ¿Y tanto trabajo para qué?

Pues para clasificarse para octavos en Champions y no perder de vista la cabeza de la liga. Resultados, estabilidad y orden, posesión, orden, colocación, orden, contundencia, esfuerzo, orden, estrategia pura ¿ya he dicho orden? Y es que no hay que dejar nada al azar, ni siguiera el balón. Ah, si el Granada tuviera un Benítez de entrenador, qué grandes campañas haría.

– Pero es que el Granada no tiene la plantilla del Madrid.

Eso es verdad. A cambio, el empate les sabe a gloria en casa de los grandes y tienen buen conformar si les golean los medianos cuando salen de visita. Un campo difícil, dirán. Unos 30 primeros minutos muy buenos, de mucho control, dirán. Les hemos dejado meternos un gol a balón parado, dirán.  Que se te lesione un defensa es un contratiempo grande porque te quita un cambio y ya no se puede reaccionar, dirán. Qué felices deben de ser en Granada. La Alhambra y un equipo en zona de descenso: emoción a raudales.

Hala Madrid.

 

Rugby

Los cuartos de final del mundial de rugby se han jugado este fin de semana. Y yo me he visto los cuatro partidos, e incluso he hecho pellas en el Bernabéu para ver un Africa del Sur – Gales. Y es que el rugby es un deporte maravilloso.

Un muy buen amigo jugaba en un equipo de la Universidad, hace una tromba de años, y fue quien me explicó los fundamentos, y aunque lo que no se frecuenta se termina olvidando, lo fundamental se recuerda siempre. Es un deporte que consiste en llevar un balón ovalado hasta detrás de la línea de tres palos, con la particularidad de que ningún jugador puede ir por delante del balón. El balón se puede tirar hacia delante sólo con el pie, no con las manos, y de ahí ese juego tan característico, a la mano se llama, por el los jugadores se van pasando el balón hacia atrás, unos a otros en línea, de una plasticidad preciosa. Igual que es maravilloso y muy emocionante ver a un jugador, con el balón en mano, corriendo por el campo perseguido por los del equipo contrario hasta que llega a la zona de ensayo.

El rugby es un deporte que parece brutal, incluso violento, pero no lo es. Es un deporte noble jugado por tipos valientes y rocosos en el que el contacto se busca (¡ se encuentra!), y en el que no valen los disimulos ni las trampas, mucho menos las quejas. Ves a los jugadores salir del campo magullados, con sangre en la nariz, con moratones en los ojos, pero ahí los tienes, placados implacablemente (¿esto es una redundancia o una contradicción?), o saliendo de debajo de cinco armarios en una montonera en la que ha podido pasar de todo, que se levantan y siguen, sin una queja ni un mal gesto. Hoy mismo, en el Irlanda-Argentina, un jugador de Irlanda ha salido de un rifirafe con un dedo medio roto. Pues nada, el médico ha entrado en el campo, le ha estirado el dedo, le ha puesto un esparadrapo, y a seguir. El jugador ha puesto algunas caras de dolorcillo, pero, bah, como decía @Mercutio_M, a estos jugadores es imposible torturarles, porque a la tortura lo llaman fisio. Hay que verlos correr, luchar y dejarse la vida en el campo hasta el final, llorar con sus himnos, respetar al contrario y al árbitro, no hacer marrullerías ni protestar, no perder el tiempo, hacer el pasillo al que ha perdido cuando termina el partido… Es deporte, deporte de equipo, en estado puro.

Pero hay más cosas. El respeto a la tradición y al juego limpio se combina con la evolución. Ahí tienen ustedes una copa del mundo en la que los árbitros van llenos de cables que en caso de duda paran el partido y piden a un cuarto árbitro que le ayude a revisar la jugada. Lo que vemos los espectadores repetido cien veces lo ve él también, y decide. De todos modos, los jugadores no iban a protestar, que esto es rugby, pero así se contribuye también a hacer mejor justicia.  Un deporte inteligente, manejado por personas inteligentes con inteligencia. Qué cosas.

Comparar el rugby con el fútbol sólo puede conducir a la melancolía. Un deporte maravilloso.

https://www.youtube.com/watch?v=eYImOxpepCk

 

Pitos y flautas

El fútbol es un deporte de masas, y eso es algo que deja en mejor lugar a las masas que al propio fútbol, así que háganse una idea de lo malo que es esto que digo. Porque todos sabemos lo que son las masas, ese conjunto de individuos pertenecientes a un bando, despojados de personalidad, a quienes se lleva y se trae a golpe de emociones y a quienes se engaña con relativa facilidad.

Decir las masas es aproximadamente lo mismo que decir la chusma o el populacho. Hoy la masa te condena y mañana te aplaude, sin que medie ningún criterio racional ni explicación alguna: sólo son emociones y griterío, amores y odios. Las masas podrían aprovechar el fútbol para culturizarse con lo que el fútbol tiene de estética, de plástica e incluso de retórica, pero tengo para mí que el resultado es más bien al contrario, no tanto por culpa del fútbol, ese bonito deporte, como por culpa de las masas, esa anormalidad social.

Pensarán ustedes que no se puede caer más bajo, pero sí se puede: basta con escarbar. Así es que el fútbol ha escarbado y se ha ido a juntar con lo que hoy en España se sitúa en un nivel todavía más pedestre, irracional, hooligan y mastuerzo que el fútbol: la política. Sí, futbol y política se han unido. No sabría yo decir quién ha pedido relaciones y quién se ha dejado cortejar, pero puesto que de manipular a las masas se trata, y estamos en España, tengo para mí que es una iniciativa de la política. Y esto no es una buena noticia, porque la política lo ensucia todo, lo enmierda todo, y solo sirve para engorilar más a las masas. Como si las masas necesitaran muchos argumentos para engorilarse más de lo que ya están.

Si decimos que «hoy la masa te condena y mañana te aplaude, sin que medie ningún criterio racional ni explicación alguna: sólo son emociones y griterío, amores y odios» y hablamos de fútbol, sólo nos referimos a algo trivial y sin trascendencia. Finalmente, es un espectáculo. La política debería ser otra cosa, debería ser lo contrario (ya saben, el arte de lo posible), y sin embargo es al revés. Y en estas estamos, con una liga que empieza, una clasificación a la Eurocopa para cerrar, y un otoño llenito de elecciones.

Que el Quijote nos ampare.

 

Lo de Casillas

No puedo resistirlo, así es que no me resistiré. A hablar de Casillas y de su marcha del Madrid entre lagrimones muy al estilo Boabdil. Adiós, Iker, adiós. Que te vaya bien en el Oporto.

El final de Iker Casillas nos ha enseñado algunas cosas, pero sobre todo, hasta dónde puede llegar la manipulación. Un poco como lo de Grecia, el juego de espejos hace aparecer como villano al que no lo es, y como víctima al que tampoco. Porque del mismo modo que se tacha a los europeos de insolidarios, cuando sólo nos ha faltado poner la cama, en el caso de Iker Casillas parece que el Madrid no ha estado a la altura, y es un club ingrato. Ya ves.

Casillas ha sido un gran portero de fútbol, claro que sí. Esto no se puede negar. Y yo lo he admirado mucho, no crean. Pero el tiempo pasa para todos, y también para él. Y el Madrid tiene una exigencia que él ya no puede atender, se ponga como se ponga. Y el Madrid tiene que buscar lo mejor para la portería, y Casillas ya no es lo mejor para la portería del Madrid, salvo si te gustan las emociones fuertes.

Lo que pretendía Casillas era estar en la portería, ocupando un puesto clave, hasta que a él le diera la gana. La portería del Madrid era suya, él se lo merecía por lo que había sido y por “lo que nos ha dado”. Bien. Con ese mismo argumento, se podría alinear a Don Alfredo Di Stéfano, aunque esté un poco fallecido. Y es que Casillas no es un científico, cuya experiencia ý saber acumulado a lo largo de tantos años sea suficiente para jugar de portero. Los porteros eméritos no existen, y de existir, ven el fútbol en la grada, que el banquillo y el campo se reserva para los porteros de mérito. ¿Qué quería Casillas? ¿Quedarse en el Madrid para estar de tercer portero? ¿De verdad lo hubiera aceptado sin enredar? A falta de volver a experimentar lo ya demostrado, el Madrid no sólo lo ha dejado ir, sino que además le paga 8 millones cada una de las dos temporadas que Casillas va a jugar en el Oporto. Un club ingrato, no hay duda.

Todos los no madridistas (con la excepción de algún pipero) y la gente que no tiene ni idea de futbol creen que el Madrid tendría que haber aguantado a Casillas un par de años más de titular. Y luego, renovarle otros dos años más, y luego otros dos y así hasta que pudieran acompañarle sus nietos a su último partido homenaje con la camiseta verde o azul. Un símbolo. Hoy, Anne Igartiburu le ha hecho en su Corazón, corazón un homenaje de lo más tierno. Ha despedido el programa con un “Hasta siempre, Iker”, en vez del tradicional “Hasta luego, corazones” con una emotividad fabulosa. El lagrimeo de su despedida, que luego ha intentado arreglar hoy de mala manera, cuando se ha dado cuenta de su falta de grandeza, se prestaba a la charlotada, desde luego.

El fin de fiesta, con la entrevista a los padres, muy en la línea de los padres del protagonista de Toma el dinero y corre, ha sido el sainete final que explica, mucho y bien, la categoría del que aspira a ser recordado como una buena persona. Su denuncia al Madrid, a escondidas y a través de sus padres, no se conocía. La prensa, si lo sabía, no dijo nada. Pero el Madrid, tampoco. Sería por falta de clase, que no de aspiraciones. Para aspiraciones, las de Iker.

Casillas quería retirarse en el Madrid. ¿Quién se lo ha impedido? No el Madrid, desde luego. Zidane se retiró en el Madrid. Llegó un buen día, dijo que se marchaba, que no se sentía a tope a sus 34 años, que no se encontraba estupendo, renunció a 7 millones de euros del año de contrato que le quedaba y se fue a su casa. Como un señor. O como un madridista sin alharacas. Sin alharacas y sin codicia.

 

Ramos, 100 millones y un lacito

ramos– ¿Vendería usted a Sergio Ramos por 100 millones (de euros)?

Esta pregunta la hacían en la radio esta tarde, no sabría decir en qué emisora. Además de las opiniones de los tertulianos deportivos (los tertulianos deportivos son el colectivo cutre de la raza de los tertulianos) en el programa recogían el parecer de algunos aficionados que paseaban a esa hora cerca del Bernabéu, que también hay que tener ganas con este calor.

Las opiniones eran básicamente 3, tanto entre los aficionados como entre los periodistas. A) lo vendería ya mismo; B) lo vendería incluso por menos; C) no lo vendería nunca jamás. Y luego ya empezaban los matices, en especial en la alternativa C, para la que había que oír las típicas paridas muy del mundo del fútbol, siempre tan irracional: que si Ramos es un símbolo, que si Ramos es patrimonio del club, que si Ramos nos dio la Décima…

Yo tengo también mi opinión, que es la B), aunque la A) también me vale, claro. Ramos es un buen central, no el mejor del mundo, pero miren, tiene 29 años y sobre todo, que no es cosa de tener a nadie a disgusto. Yo creo que el Madrid debe renovarse y dejarse de tanto símbolo, tanto patrimonio y tanta momia por el vestuario, que a la larga y en el Madrid, lo único que aportan es toxicidad. Sin ir más lejos, ahí tienen al plasta de Casillas que es como el perro del hortelano, pero en mostoleño.

Ramos ingresa 6 millones (de euros) por temporada, sólo la ficha. Y está en el mejor club del mundo. Si no le interesa, hace bien en pedirle al club que oigan ofertas por él. Y el club hace lo que debe: poner un precio exorbitante para luego negociar. Pero que no nos venga con que ama al club y todas esas patrañas, porque lo único que consigue (si es que consigue algo) es hacer el ridículo.

Los futbolistas se mueven en general sólo por dinero. Aunque hay una categoría de lerdos que se motivan también con una mezcla de vanidad y celos, esos celos infantiloides y absurdos en un deporte de equipo. Fuera del dinero, las motivaciones deberían situarse en el prestigio del club, en los títulos, en la élite, cosas así. Pero los futbolistas no siempre están rodeados de gente decente, y tienen mucho inútil y mucho chupón orbitando a su alrededor. Gentuza (periodistas, amigotes, familiares) que les mete en la cabeza tonterías y ellos, que tampoco tienen muchas luces, se las creen. Y así acaban, ganando cuatro duros más y con fama de miserables. No sé si les vale la pena, cuando ya ganan mucho por llevar una vida regalada, pero allá ellos.

Ramos marcó el famoso gol del minuto 93, sí. Fue inolvidable, sin duda. Un gol importantísimo, no hay ni que decirlo. Lo que pasa es que a mí ya me interesa la Undécima y la liga número 33, que es lo que pagaré por ver esta temporada. Así es que, por mí, Ramos puerta y con un lacito. Y ya.

La Champions

Juve-playersEl Barça ganó ayer su quinta Copa de Europa. Yo no me alegro, porque iba con el Juventus de Turín, club al que llaman la Vecchia Signora y que, aunque va con camiseta de rayas, tiene una equipación tirando a sobria. En el Juventus por cierto juegan Pirlo y Marchisio, que tienen más clase peinándose y son más atractivos que los jugadores del Barça, que dan mucha grima todos. Tampoco es que el peluquero de la Juve sea santo de mi devoción, no crean, porque el peinado de Arturo Vidal es para cruzarse de acera. Hay jugadores que sin duda viven lejos de su madre, una pobre madre que además de no tener televisor se deja llevar demasiado por los sentimientos. En cuanto a Pogba, jugador muy de moda y deseado por tantos clubes, un atleta que diría el Pep, lleva un peinado que le debería prohibir su entrenador, porque así no se puede rematar un córner con ninguna precisión. En cuanto al Barcelona, ya sólo se peinan decentemente Busquets e Iniesta, y a éste último ya le va quedando poco que peinar, dicho sea en mi descargo.

Se supone que yo debería haber ido con el Barcelona, por ser un club español. Pues no, no iba con el Barcelona. Y entiendo perfectamente que los que son de otros equipos españoles no vayan con el Madrid cuando juega fuera. Bueno, ni cuando juega dentro, aunque eso pudiera parecer más lógico, porque es el rival. Pero sólo lo parece porque si se fijan, tampoco es tan lógico ni pasa raramente. Hay aficionados que quieren que pierda el Madrid en la liga o en la copa (o que pierda el Barça, u otro equipo, da igual para el razonamiento) cuando no se enfrentan a su club y no hay intereses deportivos de por medio. Y si en los campeonatos nacionales esto parece muy normal y muy lógico, no veo por qué no va a serlo en un campeonato internacional. Sobre todo cuando hoy en día los clubes de futbol parecen la ONU, con la excepción de los de la boina y la gabarra, aunque esos se quedaron en la añoranza del Día de la Raza, tampoco hay que contar mucho con ellos.

Ayer, en la alineación inicial del Barça había sólo 4 españoles, y en la alineación de la Juve 5 italianos. En fin, si quieren hablamos de patriotismo, pero yo creo que los clubes de futbol son instituciones que están muy por encima de sus futbolistas, que no se caracterizan precisamente por su amor a otros colores que no sean el de los billetes. Claro que lo mismo puede decirse de los aficionados, que hoy vitorean a un jugador y mañana le silban sin piedad cuando se va al eterno rival. O al que no es eterno, pero de pronto empieza a ser eterno por haberse llevado al jugador, como si se lo hubiera llevado preso y con grilletes en las manos. Son las cosas del fútbol, bastante irracional, en el que los cuentos chinos están a la orden del día, y en el que, también cada día, hay que comulgar con ruedas de molino.

Lo que no hubiera cambiado ayer, jugara quien jugase, es la representación de chorizos y de indecentes de la UEFA y de la Federación española, hijas menores de esa alcantarilla que es la FIFA pero bien educadas en el arte del chalaneo, la inmundicia y el meter la mano donde no deben. Bien flanqueados por los directivos del Barça, cuyas imputaciones no les afectan socialmente (igual que no les afecta a Messi y a Neymar defraudar a Hacienda), en ese país de las maravillas que es el Barça dentro de otro país de las maravillas que es Cataluña. Es lo que tienen los amigos de los niños: te cantan que tots al camp, y se nos olvida que ellos también son de este mundo.

¿Otra vez lo de la final de Copa en el Bernabéu?

Resulta que el Barcelona y el Athletic de Bilbao han llegado a la final de la Copa del Rey otra vez, lo cual está muy bien. Y ahora tienen que jugarla, claro. Entonces ambos equipos, a coro, piden que esa final se juegue en el Santiago Bernabéu. ¡Otra vez! Ya la liaron hace tres años con este mismo tema, y ya tuvimos que leer un montón de sandeces a cuenta de esta historia.

Exponen dos razones discutibles: es un estadio grande y está equidistante de las dos ciudades. Bueno, vale, aunque el Camp Nou es mayor que el Bernabéu, y sobre la distancia… hombre, si se van a París y a Londres, y algunos hasta Lisboa, no me digan que los kilómetros van a parar a unas aficiones de raza como éstas (y no se me alteren ni empiecen con los tiquismiquis con esto de la raza, que es una expresión sin mayor recorrido. ¡Que los madridistas también somos aficionados de raza, oigan! De raza blanca, eso sí).

A lo que voy. Desde el punto de vista del aficionado, de los sentimientos, no entiendo la petición. Yo soy madridista y no me gustaría en absoluto jugar una final en el Camp Nou. Ni aunque me garantizaran ganarla. Es un estadio que no me apetece nada pisar (aunque en secreto, entre tú y yo, amigo filipino, te diré que sí me gustaría conocerlo). En cuanto a San Mamés, ni me va ni me viene, ni fu ni fa, a mí plin. Así es que tenemos a dos aficiones que detestan profundamente al Real Madrid queriendo venir a su estadio a honrarlo con una final… Yo no sé a ustedes, pero a mí esto me supone un gran misterio misterioso.

Yo creo que todos sabemos a qué quieren venir ésos que tanto gritan y que exigen venir al Bernabéu. Exigen, sí, porque un nacionalista siempre viene de vuelta de algún agravio. Y como ya lo sabemos todos, habrá que parafrasear lo que decía Ignacio Camacho el otro día: el rey puede tener la obligación de aguantar que le piten a él, al himno y a la bandera, pero el Real Madrid no tiene en absoluto la obligación de poner el marco. Hala, ya saben dónde encontrarme.

Tiene su gracia que este nacionalismo tan plasta sólo se dé cuenta de que es español y que vive en un reino cuando llega a la final de la Copa del Rey, no cuando juega las eliminatorias. Y también es muy curioso querer deshonrar una competición justo en el momento en que se tiene la oportunidad de ganarla. Pero en fin, de este desparrame idiotizado que es el nacionalismo se puede esperar verdaderamente cualquier incoherencia. Y cualquier payasada.

Yo creo que estos mamarrachos del pito y la boina aceptarían el Calderón como segunda opción, como hace 3 años: es el Madrit de los maketos, algo es algo cuando el objetivo es insultar. Y ya en la capital, siempre pueden ir a mearse a Cibeles borrachos como cubas a la vuelta del partido. Porque a la ida no lo harán: si pasan por ahí (y procurarán pasar) se detendrán a mirar la estatua con la Puerta de Alcalá al fondo. Y le pedirán a algún viandante que les haga una foto de grupo, el encuadre clásico, por favor, que salga el Palacio. Y el madrileño les hará la foto que le piden, por supuesto. Y con seguridad no les preguntará de dónde vienen. Ni tampoco para qué.