El mejor Madrid de la historia

No pienso hablar de fútbol. No tiene sentido ya. Ahora hablemos de cuentas de resultados, de capacidad económica, de palancas para general ingresos, de rentabilidad marginal y de estadísticas. O sea, la pasta, el parné, el money, todo eso que escandaliza tanto pero que, en realidad, todos envidian y ambicionan.

A mí me parece estupendo que el Madrid gane dinero y creo que es mucho mejor que lo gane a que lo pierda, por supuesto. Y entiendo que una gran inversión venga justificada por un ROI, faltaría más. Una se imagina a un financiero con gafotas, haciendo números toda la noche para cuadrar las cuentas y resolver la planificación. Y se imagina a un tipo de marketing con corbata y traje a medida, rodeado de sus jefes de producto y de sus brand managers, negociando fabulosos contratos de publicidad y mirando por líneas sus resultados de ingresos.  Y hasta un director de infraestructuras, haciendo concursos de proveedores para conseguir el mejor precio en la limpieza del estadio, y reducir los costes de jardinería sin descuidar la calidad. Quien más y quien menos sabe lo que es una empresa. Y ahora no viene un “pero”, porque no lo hay. Los resultados económicos del Madrid son formidables y no cabe duda de que es un modelo de gestión y de resultado económico.

Luego, un club de futbol tiene otro resultado, y ése tiene que ver con ganar partidos, títulos y con emocionar a la gente que va a verlo. Ahí no vamos tan bien en los últimos años, pero nos da para ir tirando. O sea, nos da para aguantar, incluso para mejorar el resultado económico. Esto también parece innegable. El Madrid tiene masa crítica suficiente como para soportar al menos el tiempo de una generación. Para la siguiente, ya se está sembrando la semilla madridista en China, los países árabes y EEUU, que parece que no, pero puede ser un mercado de mucho interés. La estrategia no tiene muchos riesgos y desde luego parece robusta.

Lo deportivo es secundario, una palanca de lo anterior, así es que no se me distraigan. Para cubrir este flanco, Florentino, un grandísimo y muy astuto empresario (lo digo sin ironía), va poniendo entrenadores,  que vienen encantados al Madrid aunque no sepan si están alineando a un buen lateral o a un posible patrocinio de Acuarius. Entrenadores que tienen que penar con un delantero empanado, porque si no tiemblan los mercados de ultramar. Que deben llevar a un portero como una penitencia, para conservar la popularidad en ese segmento de mercado que va de 9 a 12 años, aunque algunos peinen canas. Que no saben si un jugador tiene una mala racha o un par de ofertas. Que cuando buscan a un defensa de garantías se encuentran con un descerebrado con pelo y a otro que se lo destiñó para no parecer más descerebrado. Y en el fondo, a quien le da igual ganar o perder, porque pasar por aquí le asegura una jubilación dorada o un caché estratosférico, según si se quiere tumbar a la bartola o pasar por otros banquillos. Una tentación en la que, sin duda, pueden llegar a caer algunos jugadores. Pero el modelo lo aguanta perfectamente.

Llegados a este punto, cierto es que la prensa se está cebando con el Madrid. El Expansión nunca nos ha sacado en portada y el Cinco dias nos ignora. Ya no hablemos del Financial Times, para el que no existimos, o Les Echos, gabachos tenían que ser.  Cuando remodelen el Bernabéu ya vendrán, y será entonces el buen momento de sacar los números, esa joya de la corona.

Creo que me teñiré de rubio. Esto del fútbol es una cosa muy seria.

Contra la crisis, pompones

montoro¿De verdad creen vds que dos y dos son cuatro? Pues he de decirles que vds no saben nada de literatura, ni tienen ningún espíritu imaginativo. Solamente vale decir que dos y dos son cuatro si nos ponemos muy rigurosos y, desde luego algo tiquismiquis. ¿A quién le importan los detalles? ¿Los números exactos? Bah…

Verán, he leído hoy al mediodía este artículo (CLICK) en donde nos cuentan cómo andan las cuentas del Estado, reino de sombras del iluminado Montoro. Si no se lo quieren leer, yo les hago un resumen: aquí no cuadra ni una cifra. Tampoco se alcanza ni uno sólo de los objetivos marcados, pero no pasa nada. Para que se hagan una idea, y ya que no lo han querido leer, tenemos a finales de agosto más déficit del previsto para todo el año. Pero estamos contentos porque será menor al de 2012 (es importante batir al año record de déficit, no crean), si bien para ello los ingresos habrán aumentado menos de lo previsto, pero más que los gastos, que en su caso han aumentado más de lo previsto. O sea, todo al revés pero qué le vamos a hacer: si no se puede sumar, pues que se reste, total qué más da.  Y tranquilos, porque ha bajado la prima de riesgo. Si aumenta el importe de los intereses a pagar es porque los mercados confían en nosotros muchísimo y nosotros estamos aprovechando esta ola de confort y ánimo que nos transmiten, endeudándonos a tope ahora que la prima está fenomenal. Pero fenomenal fenomenal. Es todo felicidad y estamos a diez minutos de proclamar que España va bien.

A esto yo lo llamo la política de pompones. Ya han pasado los nubarrones y nos encaminamos felices hacia, como dijo Montorito hace unos días, «romper con todos los pronósticos«. Y a fe que tenía razón:  los está rompiendo todos. Es verdad que los está rompiendo por el lado que no debe, pero bueno, saquen el pompón y repitan conmigo: todos los indicadores son fenomenales y se están animando. De momento, lo que más se animan son los impuestos, pero habrá que empezar por algún sitio ¿no creen? Miren, sin ir más lejos, ahora van a dar otro golpe de ánimo a las cotizaciones: para que no decaigan, las van a subir. ¿No es todo formidable?.

Yo estoy esperando ver al gobierno al completo salir un viernes del Consejo de Ministros disfrazados todos de Cheerleaders y bailando un can can. A ver, sumar no saben, eso está claro, pero todavía está por demostrar que no sepan bailar. Rajoy´s cheerleaders todos y todas, menos Gallardón, que si da un mal saltito puede atizarle a alguien con el medallón de notario mayor del Reino. Así que un pompón en cada mano y a animar. ¡Todos juntos!: Allez, allez, allez / España va muy bien / Allez, allez, allez / De frente y del revés…

Dos y dos son cinco, y no se hable más. Nada de detalles y de números, que son muy aburridos y engañosos. Mejor la literatura. No sé, Orwell… No, no, mejor no, no lean a Orwell. Si se quieren distraer ¿Por qué no se dedican a imaginar cómo sacar a 17 elefantes de una casa?

El elefante

Seguramente conocen ya la historia. Resulta que era una casa de indios de la India con tres habitaciones. Lo que pasa es que allí vivían como 16 ó 17 personas, entre los hijos, los abuelos, los tíos, los sobrinos, los cuñados. Y el pobre patriarca estaba desesperado por la falta de espacio, por el desorden, por el barullo y por la tensión. Así es que se fue a ver a un gurú para que le aconsejara una solución para mejorar su calidad de vida, porque la situación estaba acabando con sus nervios y con la paz familiar. El gurú escuchó pacientemente al hombre y, después de reflexionar, dijo:

– Veamos. ¿Tú tienes un elefante?

– ¿Un elefante? Pues sí, tengo un elefante en propiedad.

– Pues mételo en casa mañana y déjalo que viva ahí con vosotros. Dentro de una semana, ven a verme.

Pueden vds imaginar lo que supuso la llegada del elefante a la casa… Así es que nuestro buen hombre estaba deseando que se cumpliera la semana para volver a la casa del gurú:

– Oiga, esto ya sí que no es vida, la situación es insoportable. El elefante organiza auténticos estropicios con la trompa, y hace sus necesidades un poco por cualquier sitio. Y no quiera imaginar los ruidos, que sus barritos son insoportables, así es que yo no sé qué pasará cuándo llegue la época de celo. Además, si entra en una habitación ya sólo nos quedan dos habitaciones para todos, y si se queda a dormir en el pasillo deja la casa partida en dos. Y no le digo nada de cuando va de un sitio a otro: siempre acabamos dos o tres con magulladuras. Hubo que llevar al abuelo el viernes al hospital porque el elefante se le sentó encima y le ha roto dos costillas, no le digo más. En fin, esto es el horror.

– Claro, lo entiendo. Te voy a decir lo que debes hacer ahora: saca al elefante de la casa y vuelve a verme dentro de una semana.

Y el hombre volvió a su casa y echó al elefante. Al cabo de la semana fue a ver al gurú.

– ¿Qué tal ahora?

– Huy, de maravilla. La casa es muy espaciosa, reina la paz y la tranquilidad a todas horas , tenemos un orden y una limpieza que no podemos creer. Seguimos muy justos, pero hay sitio para todo…

Fin de la historia. En la vida, no todo es cuestión de recursos…

¿Algo marrón?

Vino a Madrid porque su hermano había sufrido un percance grave de salud cuando había llegado aquí por trabajo. Y pasaba un día y otro, sin saber si se convertirían en tres o en cuatro, resuelto a hacer una guardia permanente en un hospital alejado del centro mientras esperaba a que diera la hora de estar unos pocos minutos con el enfermo, pocos para él, muchos para el paciente a decir de los médicos.

Sólo quise acercarme a saludar, a decir hola, a calmar su aburrimiento sin curarlo del todo, porque tampoco era cosa de quedarme allí a pasar la tarde. No me preocupé mucho por la impresión que causaría, la verdad, porque siempre causo la misma impresión en general. Así es que, por casualidad, el pantalón era beige, la camisa era blanca con botones y ojales negros, la chaqueta era larga de color chocolate, el bolso y el cinturón eran de color camel, los zapatos eran negros con un poco de tacón, igual que la correa del reloj. Podría haber sido azul, porque iba al poblachón, pero era negra, porque venía del trabajo. Como pueden ver, o al menos imaginar, la combinación de colores era adecuada y las tonalidades eran discretas, en tonos perfectamente distinguibles aunque siempre se puede discutir si son distinguidos.

Tampoco es cosa de sacar el pantonario, pero prefiero concretar las cosas para no dejar ningún lugar a la duda o a los matices. En cuanto a las opiniones, me interesan muy poco. Así que técnicamente y siguiendo el código CMYK, los pantalones son un 20-20-30-0, la chaqueta es una mezcla con 50-50-70-20 y en cuanto al bolso y el cinturón, es más difícil, pero yo calculo que estarán en unos porcentajes de 30-50-90-10. En cuanto al negro no era un 100% K, sino que se quedaría al 80%, y luego con algo más de Cian que de Magenta o Amarillo. El blanco llevaba un 0% de todo, incluso a las cinco de la tarde y después de una ajetreada mañana de viernes.

Y así vestida, señores, que alguien piense que yo iba de marrón es fijarse poco en los detalles. Y que ese mismo alguien además te lo diga, es calcular poco otros detalles tan importantes como aquellos en los que no se ha fijado. Así es que no pude por menos que reaccionar de forma rotunda, con la única naturalidad que me fue posible:

– ¿Marrón???? ¡Yo nunca voy de marrón!

En fin, se lo tendré que perdonar, aunque me cueste la paciencia…

Servidumbres

«Yo soy un mandado», te dice, como si no lo supieras. Como si no supieras que no tienes nada que discutir con él, porque él no discute, él sólo consulta. Como si no supieras que lo que ahora te dice dentro de un rato se convertirá en humo. Porque es humo, y el humo va por el aire. Y no es adaptación, no. Ni tampoco obediencia. Y no es disciplina, ni tampoco conveniencia, ni generosidad. Tan sólo es servidumbre. Y la servidumbre siempre es voluntaria, como nos enseñó De la Boètie.

Consulta cada paso, cada palabra, cada número, cada idea. Y luego transporta de un lugar a otro cada paso, cada palabra, cada número, cada idea. No tiene nada propio, ni siquiera la opinión. Ni siquiera su propia opinión. Su opinión pertenece a los demás, su opinión pertenece a otro. No propone ni contrapone, tan sólo asiente y anota. No aporta, sólo transporta.  «Yo soy un mandado», te dice, como si no lo supieras.

No sabe dar explicaciones porque no las encuentra. Y no las encuentra porque no las tiene. Porque no las pide. Pero sobre todo porque ni siquiera nota que no se las han dado. Ni siquiera repara en el vacío que deja su falta.  No las pide. No las imagina. No las quiere. No las necesita. La servidumbre siempre es voluntaria.

Y te lo encuentras sonriente, un tipo simpático. Feliz en su egoísmo anegado de servidumbre. Servil en su exclusiva felicidad. Y a veces te responde grave, herido de una importancia impostada, creyéndose dueño de secretos ajenos, ignorante de silencios que no se molesta en interpretar pero que sigue al pie de la letra, una vez que se ha desprovisto de toda curiosidad por saber, por entender, por explicar. Recuerda que no aporta, sólo transporta. Su servidumbre no proviene de la renuncia a la lucha, sino de la renuncia a comprender. Rendirse por anticipado, aceptar sin hacerse ni una sola pregunta y asomarse después, ya tranquilo, al espejo de la servidumbre.

«Yo soy un mandado», te dice. Como si no lo supieras.

El slogan anti energúmenos

Curra et Wilma ds la bagnoleHace unos días, o tal vez unas semanas, leí un tuit que me hizo mucha gracia y que creía que había almacenado en favoritos y que ahora no encuentro. Venía a decir que todas las mujeres saben que, en un grupo de hombres, el primero que se altera en una conversación es el peor en la cama. Sí, ya sé que esto es algo que no esperaban vds encontrar en este blog tan apacible, pero Twitter es así de algo a veces.

En fin, no voy a meterme en la cabeza de otras mujeres porque bastante tengo con estar instalada dentro de la mía, pero al leerlo pensé que algo de cierto había en ese tuit. Sin necesidad de tener que llegar a imaginar según qué situaciones cuando estás de conversación con hombres, sí me parece que el tipo gritón y engorilado, ese especímen que se enrabieta fácilmente y que se pone en plan «te vuelo la cabeza» a la primera de cambio es el que provoca un mayor sentimiento de antilujuria entre las mujeres. También es cierto que no todas tenemos los mismos gustos, pero estoy segura de que incluso muchas de las que dicen sentirse atraídas por eso que llaman «hombres – hombres», prefieren llevar al lado a un tipo tranquilo y seguro de sí mismo que si es menester, entonces sí, le vuela la cabeza al que sea, antes que a un sietemachos histérico y gritón que no tiene ni media bofetada. Y por cierto, que eso de hombre-hombre me resulta dificilísimo de definir, probablemente porque no alcanzo a entenderlo.

Me ha venido a la cabeza ese tuit esta tarde, cuando volvía de la oficina en coche. Estaba parada en un semáforo de la calle Francisco Silvela, cuando, al cambiar a verde, del asiento del copiloto de un Ibiza negro que estaba en primera línea en otro carril se ha bajado un chaval de unos 30 años, regordete de los de tripilla con rebaba y culo de Xbox, vestido con unos pantalones de cuadros por debajo de la rodilla, chanclas, camiseta de tirantes y con los cuatro pelos de rigor peinados en punta… en fin, un outfit muy de polígono. Como digo, se ha bajado del coche y se ha puesto a gritar al señor del coche de detrás. Le decía algo como «Qué pasa, por qué pitas, ¿eh? ¿por qué pitas hijo de puta?…«. Todo sin moverse de su puerta, probablemente porque no podía calibrar cuál era el tamaño, agilidad y condiciones del conductor del otro coche.

Así que yo he cerrado mi ventanilla, he dado el intermitente, he sobrepasado a los dos coches y he seguido mi camino, aprovechando que el semáforo seguía en verde y sin que me interesara lo más mínimo el final de la historia ni sus causas.

Y entonces he recordado el tuit y al recordarlo, me he dado cuenta de que se podría adaptar muy bien a las broncas de tráfico y con ello hacer campañas publicitarias encaminadas a hacer la vida de los conductores más tolerante y con menores sobresaltos. Imaginen poner grandes carteles por la calle que digan «Si te comportas como un chulo violento y conduces con agresividad, entonces las mujeres pensarán que eres un horror en la cama«. Estoy segura de que esto le llegará al fondo del cerebro a esos tipos que van tan enfadados en el coche, y empezarían a tomarse el tráfico con otra filosofía.

Lo que ya no se me ocurre es cómo tendría que ser el slogan dirigido a las mujeres. Se aceptan sugerencias.

PS: Si me estás leyendo y eres el dueño del tuit que cito, por favor házmelo saber.

Manatíes

Y entonces salió Kathleen a hablarnos de los manatíes. De cómo son unos animales tan feos como bondadosos. Que son vegetarianos y apacibles, sin apenas enemigos naturales con la excepción de algún tiburón traidor o algún cocodrilo malvado. Que son mamíferos y que tardan trece meses en gestar un bebé, al que después crían durante sus buenos tres años. Que tienen sus mamas debajo de la aleta, y que por eso cuando alimentan a su cría, parece que la estuvieran abrazando. Que viven bajo el agua pero respiran nuestro aire. Que los marinos que acompañaban a Colón creyeron ver en ellos a las sirenas, porque tienen una gran aleta plana por cola y desde la altura del barco y tras de la refracción que provoca el agua, creían ver una figura humana. Que son tan inteligentes como los delfines, y con seguridad mucho más que algunos humanos. Que nunca hay que esperar de ellos nada malo. Que son cariñosos y se dejan acariciar. Que comen de tu mano.

Que viven en los estuarios y desembocaduras de los ríos, allí donde el agua no es salada ni dulce, pero es más dulce que salada.  Que su carne es sabrosa, y su piel servía para construir embarcaciones, y por eso los antiguos habitantes de América los cuidaban. Que en Florida, en Belice, en México se pueden ver ejemplares. Todavía. Que a veces, en la época de verano, cuando baja el caudal de los ríos, se pueden quedar varados. Que la contaminación del agua y la urbanización que trae el progreso los ha expulsado de su hábitat natural. Que las embarcaciones de los yates de recreo les producen severas heridas y a veces la muerte. Que las redes de los pescadores y las trampas para cangrejos son a veces el anticipo del fin. Que si es el final de la madre, también lo será el de su cría. Que antes vivían 70 años y ahora no suelen llegar a los 40. Que son adorables. Que lloran. Que, a pesar de su fealdad, son el animal más bondadoso sobre la Tierra. Que son cariñosos y se dejan acariciar. Que comen de tu mano.

Que su único enemigo, el único depredador al que deberían temer, es el hombre. Y que no lo temen.

Y que están en peligro de extinción.

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Proceso de arbitraje

– Lo que hay que tener en cuenta en el proceso del arbitraje es si una de las partes no quiere el arbitraje.

– Ya. En ese caso, hay que definir un proceso que defina cómo y quién decide si se sigue con el proceso de arbitraje o no.

– Uf, eso tiene pinta de ser el arbitraje del arbitraje.

– No. El arbitraje del arbitraje es cuando el arbitraje no ha arbitrado y hay que arbitrar sobre si el arbitraje ha arbitrado o no y si se necesita un nuevo arbitraje. Si uno no quiere el arbitraje lo que hay que definir es un proceso para que el que no quiere el arbitraje no bloquee el arbitraje con otro arbitraje. No sé si me entiendes.

– …

– ¿Qué?

– A ver, lo que no entiendo es por qué no entiendes que no te entiendo…

La añagaza de los JJOO

Leía hoy un artículo a doble página en Expansión dedicado al interés económico de los JJOO. El asunto es tratado en los diarios generales con unas dosis de propaganda y babeo que me enervan un poco, y aunque el artículo del diario tampoco es como para tirar cohetes, al menos se habla de pasta y de interés económico, que es lo que me parece que importa de este asunto. Y no es porque me quiera parecer a Rajoy, quien ya sabemos que únicamente está concentrado en la economía, sino porque la deuda generada la voy a pagar yo con los impuestos que me confisca Montoro todos los meses.

Les pongo el link (CLICK) para que lloren si es menester. Así es que llevamos 10 años haciendo el indio y todavía en este asuntillo hay que hacer inversiones por 1.500 millones a los que habrá que sumar un gasto de 2.500 durante los Juegos. Una ganga, nos dicen, porque las otras candidaturas costarán más. Es un argumento pelotudo, sin duda, pero a continuación me dicen que el 80% de las instalaciones y el 90% de las infraestructuras están ya realizadas, y que se lleva invirtiendo desde 2005. ¿Y cuánto es eso? No lo busquen, porque ni se sabe. Y a lo que parece, a nadie le importa, que a burro muerto, la cebada al rabo. Lo que sí se sabe es que la ciudad de Madrid arrastra una deuda de 7.500 millones, aunque no es sólo por los Juegos, que también hubo que cambiar la estatua de Colón de sitio.

Por lo visto, es una oportunidad. Nadie dice que sea una oportunidad ahorrar dinero (concretamente 4.000 millones) e invertirlos en otra cosa (¿En pagar deuda? Es una idea…), sino que va a haber un retorno en imagen, atracción turística y construiremos cositas. Una potencia turística que vive el estallido de una burbuja de construcción y obra pública fía sus ganancias precisamente a eso (ganancias supongo marginales, puesto que habrá que descontar lo que se obtendría no haciendo nada). Pero sea, me concentro, confío y me lo creo, y acepto como buenos los ingresos que calculan: 3.500 millones. Ya vamos mal, aunque la pregunta de fondo es:  ¿cuál es el valor que hay que hacer retornar? Porque yo no entiendo que se pueda calcular una rentabilidad sin saber exactamente cuánto se ha invertido. Y suponiendo que alguien sepa cuál es el valor de la inversión (algún marciano, no sé), ¿Hablamos de un retorno a 7 años o a 15, que es lo que llevaremos en 2020 con la tontería? No se sabe. Como siempre que tratamos de dinero público, la falta de rigor solo es superada por la falta de vergüenza.

En su libro La paradoja del bronce, Manuel Conthe nos dice que es muy corriente que, ante las bajadas en bolsa, la gente espere para vender, porque tiene la esperanza de que el valor rebote y poder recuperar algo. Y también es muy corriente que, en los grandes proyectos, se continúe adelante aunque el plan de negocio ya se haya ido a hacer puñetas con el único argumento de «ya que hemos gastado tanto«. En ambos casos, es una imbecilidad, porque si paras, al menos tienes la certeza lo que estás tirando. En el caso de los JJOO, ni siquiera sabemos eso…

El argumento que más me gusta, sin embargo, es el de la ilusión. Esa oleada de optimismo, de autoconfianza, de alegría e ilusión que es lo que necesitamos para salir de la crisis. Ah, y no olviden que estaremos unidos. Todo esto sucederá la próxima semana y luego ya en 2020. En mi opinión, para conseguir todo eso bastaría con no tener que vivir cada día con los bárcenas, urdangarines, Lanzas, ERES, griñanes y campeones, y no leer cómo se despilfarra en 17 mierdigobiernitos y nazionalidades que nos empobrecen cada día. Se ve que, para acabar con eso, no encuentran la forma de hacer alguna inversión.

Con todo, y si me permiten la broma, casi que prefiero que nos otorguen los juegos. Porque si no, estos gobernantes tan contumaces (y tan ridículos) son capaces de presentarse al 2024… Y es que de ilusión también se vive, oigan, y tan bien se vive.