Una tela para los sillones

img_1039img_1041Los sillones tienen casi más años que yo. O sea, muchos. Eran unos sillones que estaban en casa de mis padres, aunque no recuerdo ya su tapicería original. Sí que recuerdo que durante un tiempo fueron blancos con grandes flores verdes, muy fresco todo, muy alegres, y después se tapizaron en color cereza. Y así vinieron a mi casa actual, y luego yo los tapicé en un color café como en la foto. Alguno que yo me sé diría que son marrones, pero no. En todo caso, el color conviene a los tonos sobrios del salón, porque yo soy una persona seria, discreta, tranquila y conservadora, y mi salón también.

Y ese tapizado tiene unos quince años, algo más que los últimos arañazos de Benito, que era un gato maravilloso que tuve (algún día les tengo que contar la historia de Benito) y que se murió en 2006. O sea, que Benito fue el predecesor (que no el antepasado) de Curra. Pero me distraigo. La cuestión es que los sillones estaban ya hechos un asco y entre lavarlos otra vez y tapizarlos de nuevo, he optado por lo segundo. Hace una semana se los llevaron, y se me ha quedado el salón, aparte de huérfano, incomodísimo, porque uno de esos sillones es mi sillón, en el que leo y veo el fútbol.

«¿Conocéis algún tapicero de confianza?», fue la pregunta que puse en el wasap de mis hermanas y en el del poblachón. Enseguida me junté con cuatro o cinco propuestas que fui descartando cuidadosamente, hasta quedarme con tres. A la tercera no llegué. La primera era una tapicería cerca de mi casa. Fui a la tienda, me atendieron amablemente y me pidieron que enviara unas fotos de los sillones por wasap. Una semana después decidí que si no eran capaces ni de contestar a un wasap, de ninguna manera se iban a llevar mis sillones. Y como ya tenía las fotos fui a la segunda y ya están encargados.

Todo esta introducción para decir que la elección de telas para un tapizado es algo agotador que me provoca mucha ansiedad. Tienes que elegir sobre un trocito de tela de 6×6, poniéndolo muy generoso, y a veces hay fotos de sillones tapizados, pero a veces no, y entonces te sacan la tela extendida, o no, o a veces la tienen en la tienda en otro color, y tú te tienes que hacer a la idea de cómo quedarán tus sillones, pero no te haces a la idea para nada, y no sabes si te cansará esa tela, o si no estarás arriesgando mucho, o si por el contrario eres todavía más sosa de lo que pensabas, y también te dices que en qué momento habrá pensado el señor tapicero, tan amable, que le vas a dar importancia al comentario ese de «este tejido se lleva mucho», cuando te dan ganas de preguntar «¿y dentro de otros quince años se seguirá llevando, cree usted?», pero luego no preguntas porque se ha llevado la tela y ya te está enseñando otra, y te dan ganas de cerrar los ojos y elegir a voleo, y te asalta el reproche de a ver por qué has tenido que decir que «buscas azules o burdeos», si con un color solo ya estás abrumada, y que si este hombre habrá entendido, después de decirlo cuatro veces, que no quiero flores, no quiero rayas, no quiero terciopelos ni quiero piel. Y así a lo largo de tres cuartos de hora de calvario durante el cual, por cierto, todavía no se te ha ocurrido preguntar por el precio, y cuando preguntas ya te dices que qué más da, que para tan poca salud, lo mejor es morirse.

En fin, tal ha sido el suplicio que cambiaré de cortinas cuando me reponga, que será dentro de un par de años si los sillones no se dan muy de bofetadas con lo que tengo, que creo que no. De momento sólo me quedan energías para esperar con paciencia los nuevos sillones. Sea.

El taxi: ¡Vivan las cadenas!

Los taxistas están en huelga, o sea que desde ayer no bajan la bandera aunque está por ver si la arrían, porque dicen que es indefinida. Sin embargo, teniendo en cuenta lo bien que se circulaba ayer y hoy en Madrid sin ellos estorbando, me digo que para hacerse notar deberían hacer una huelga a la japonesa. No parece que se les vaya a ocurrir, así es que buscarán la notoriedad cortando la Castellana o rompiendo ventanillas a los coches de los VTC, que eso está al alcance de cualquier inteligencia. Y como además no parecen muy interesados en caernos un poco mejor, no les importará que en vez de llamarles los pelas, empecemos a llamarles los palos.

Aquel taxista de hace años (muchos) que se conocía el callejero de memoria y te llevaba por el camino más directo y te daba un buen servicio ha casi desaparecido de las calles de Madrid. Desde la irrupción del GPS cualquiera puede conducir un taxi, con lo que el servicio ahora ya no te lo proporciona un profesional, sino que realmente te lo da Google Maps, que también es un servicio no sé si público, pero desde luego utilísimo.

Hay algo estupefaciente en esta protesta, y es que en vez de revolverse contra el que le impone trabas, regulaciones e impuestos y les impide competir en igualdad de condiciones, piden que se extienda y amplíe el corsé a sus competidores y que al final pague la factura el cliente. Eso es como ir al médico no para que te cure del catarro, sino para contagiárselo a los que están en la sala de espera, arriesgándote con eso a que te peguen ellos a ti la rubeola, por ejemplo. Lo de que en Cabify tienen trabajo precario que se lo digan al inmigrante que conduce taxis por la miseria que tiene a bien pagarle el dueño de la licencia. Van de pobres y de obreros, pero hablan poco de su temor a que sus licencias no valgan ni un duro. Pero valdrán más cuando sean más rentables, y por este camino, renunciando a mejorar, será difícil que lo logren. O sea, la rubeola.

De todos modos, la manera de protestar de los taxistas me tiene muy despistada, porque no sé si lo suyo es estupidez o ingenuidad. ¿Sabrán cuál es el perfil de la persona que coge taxis? ¿Se habrán parado a pensar en lo que puede opinar su potencial cliente de los disturbios y la violencia? ¿De verdad creen que su energumenez convence a alguien, quitando a podemers que no han cogido un taxi en su vida? ¿Entenderán que al público joven ya lo han perdido definitivamente, si es que alguna vez lo tuvieron, y que los perciben como careros, viejunos y apolillados? ¿Y que sus clientes de 50 ó 60 años manejan el móvil de puta madre? ¿Creerán que la simpatía de sus potenciales clientes aumenta con cada ventanilla de VTC que rompen? ¿O que caen mejor cuando piden que el cliente tenga menos alternativas?

No creo que el sector del taxi sea un sector privilegiado, sino protegido. Mal protegido. Pero en vez de pedir que les dejen competir y eliminen trabas absurdas, piden que empeoren a sus competidores y que yo, como cliente, obtenga un peor servicio. O sea, gritan Vivan las cadenas para al final fastidiarme a mí, que soy su cliente potencial, en un patio político en el que abundan los fernandos septimos. Vamos, que me lo ponen facilísimo para solidarizarme…

Me parece que sería mejor para todos que los taxistas se bajaran de esa burra pleistocénica en la que están instalados y trataran de comprender por qué Cabify y Uber tienen éxito. ¿De verdad creen que es por la botellita de agua? Pues habrá quien lo coja por esa bobada, pero a mí lo que me gusta es que sé por anticipado lo que me va a costar y que tengo una opinión que vale y que voy a emitir libremente en cuanto me baje del coche, así es que más vale que vaya limpio y que el conductor se baje a cogerme la maleta. Dicho de otro modo: en Cabify quien manda es el cliente y en el taxi quien manda es el ayuntamiento. Y esa es la asimetría de fondo, y no hay más.

 

El VAR y la contumacia

Pensábamos que con el VAR se acabaría la polémica, pero en vez de eso ahora no tenemos una polémica, sino dos polémicas: la que genera el árbitro y la que genera el VAR.

Y es que los árbitros en España son muy malos. O algo peor. ¿Y qué hay peor que ser muy malo? Pues no ser malo de incompetente, sino ser malo de Chucky.

También peor es ser dos veces muy malo. O sea, la contumacia.

Sí, va a ser eso.

 

 

Chinos en el lado oscuro

No es ninguna primicia, lo habrán ustedes leído o visto en cualquier telediario: China ha llegado a la cara oculta de la Luna. O bueno, eso dicen, y hasta donde yo sé y he podido leer, se lo ha creído todo el mundo. Fíjense que llevamos casi 50 años de polémicas con los negacionistas de la llegada a la Luna, que si lo de Armstrong está por demostrar (lo de Neil, que lo de Lance está más claro), que si las imágenes estaban rodadas en un estudio de la Warner, que si la bandera se movía y no había viento, que si cien cosas, y ahora llegan los chinos, dicen que han llegado a la parte de atrás de la Luna, donde nadie los ve, y nos lo creemos sin rechistar. Qué cosas.

Han enviado una nave que ha logrado depositar en la superficie lunar un robot cuyo nombre es Yutu, seguramente porque va a tomar vídeos y a mandarlos a la Tierra. Así es que es muy probable que el siguiente cacharro que manden se llame Tuite y manden mensajes de 140 ideogramas. A los chinos se les puede acusar de todo menos de falta de imaginación para la copia, en esto me darán la razón. Pero hay cosas mucho más inquietantes que la llegada de YouTu a la Luna. Mucho más.

Veamos. La primera pregunta que hay que hacerse es por qué se van a ese lado. A ver, ¿qué es lo que no quieren que veamos? ¿Por qué se esconden? Hum. Dicen que la cara oculta es mejor para estudiar el universo. Ya, ya. Para estudiarlo y para hacer cositas sin que se vean. ¿Y qué querrán hacer los chinos? Sabe Dios. De momento, se han llevado unos gusanos de seda. Y también han llevado patatas, semillas de algodón, aceite de colza y unas flores. ¿Pero ustedes se imaginan lo que pueden hacer los chinos con todo eso sin que los veamos? ¿El resto de potencias extranjeras (las que se unen en las películas) va a dejar que los chinos se traigan una nave de vuelta después de andar trajinando por allí con gusanos, aceite de colza y patatas? ¿Really, George? Porque lo de las flores es para disimular, no se engañen: el alien vendrá ofreciendo un ramo de flores lunares y cantando una bonita melodía para que desconfiemos.

O sea, esto:

chinos en la luna
¿Quién te escribía versos, dime quién era?
¿Quién te mandará flores por primavera?
¿Quién, desde la Luna llena, 
por la parte más discreta,
te lanzará el arma secreta?

 

 

Qué horror. Yo desconfío de todo, y ustedes harían bien en hacer lo mismo. Les propongo una manifestación en contra. La podemos hacer en Madrid Central, y así, si no vamos muchos, tenemos una excusa. Como lema para la pancarta podemos escribir algo popular, por ejemplo «Pedro, vete a ver qué hacen los chinos y ya si eso nos lo cuentas». No sé, algo tendremos que hacer con esto urgentemente. ¿Que no?