La pobre perdiz, qué mala vida lleva

1024px-Perdiz_rojaHe estado buscando el origen de la expresión «marear la perdiz» que, como saben, se utiliza cuando se quiere decir que se da vueltas a un asunto sin tener como objetivo sacar nada en limpio. O sea, distraer, disimular, hacer que se hace sin hacer. Es verdad que no he buscado mucho, porque una tiene otras posibilidades de perder el tiempo. Sin ir más lejos, prestando atención a lo que hacen nuestros políticos en estos días de tinieblas, entre arrumacos y odios viscerales, entre la inoperancia y la indecencia.

He mirado en el Correas y no viene nada por ‘marear’ pero sí vienen bastantes entradas por ‘perdiz’. Y yo se las voy a poner todas, para que luego no digan que leer este blog es una pérdida de tiempo.

– La perdiz con la mano en la nariz. Y aclaran: que sediza se puede comer. He buscado en el DRAE ‘sediza’ y no viene. A cambio, viene cediza, que es cuando una carne empieza a corromperse o a pudrirse.  Entonces el dicho cobra sentido, y también me vale para el espectáculo de los políticos.

– Perdiz derrengada, perdigoncillos guarda. Y luego viene la aclaración siguiente:  finge que está derrengada para que la siga el que la halla, y deje los hijos; a lo menos parece derrengada porque tiene abiertas las alas cuando cría. No acabo de entender muy bien el significado, que leer el Correas tiene tela, pero si se trata de engañar también me vale para el papelón que están haciendo estos nanopróceres.

Perdiz emperdigada, de a dos vueltas es asada. Emperdigada es perdigada, o sea, soasada para que esté más jugosa o, coloquialmente, preparada para algún fin. Esto me parece que es demasiado trabajo para un político, así es que no me vale mucho.

La perdiz es perdida si caliente no es comida. Pues esto es más o menos lo que le ha venido a pasar a Marianín y lo que está a punto de pasarle a Piter. Al tiempo.

Perdiz ha que gueva, solo que al perdigón vea. Bien, este dicho no sé cómo interpretarlo. Porque no pone güeva, que sería como hueva, o sea, principiar a tener huevos (sic). Y gueva, así escrito, no sé lo que es. Pero echarle huevos, los echan, de esto no hay dudas. Y sobre los perdigones, no hay más que ver a Pablet cómo tira a dar a todo lo que se mueve. También me vale para el espectáculo.

La perdiz y la camuesa por Navidad es buena. La camuesa es el fruto del camueso, que es una variedad de árbol, aunque también se dice del hombre necio. O sea, como merluzo pero en arbóreo. Y yo creo que camueso se puede llamar a cualquier «líder» del circo político espagnol, así es que el dicho me va bien, aunque lo de la Navidad me perturba. Pero sea, no vamos a desperdiciar este dicho.

En Francia se dice ‘toujours perdix’ para explicar que el hábito cansa, aunque sea delicioso. Pero es que los franceses no saben lo que es un camueso mareando una perdiz.

Consejos viajeros

– Me voy de viaje.

– ¿Ah, si? ¿Muchos días?

– No, sólo cinco. Bueno, en realidad cuatro, porque el último es sólo una mañana.

– ¿Y dónde vas?

– Pues voy a Venecia y Bolonia, dos días en cada ciudad, aunque Venecia no acaba de interesarme mucho. Voy por quitármelo de encima. Así es que mi idea es acercarme a Padua, que está a 15 minutos en tren.

– Buena idea. Por allí tienes otras ciudades muy interesantes. Padua está bien, y Verona. Verona sobre todo.

– Verona lo había descartado. ¿Vale la pena?

– Sí, claro. Tienes que ir. Vamos ¡Ir a Padua y no acercarte a Verona, con el balcón y las arenas!

– Bueno, pues miraré a ver los trenes.

– Y Mantua. ¡Ve a Mantua!

– Hombre, no pensaba coger coche, pensaba ir directa de Venecia a Bolonia y…

– Pues no puedes perderte Mantua. ¡Y Rávena! ¡Sobre todo no te pierdas Rávena!

– ¿Rávena? Pero es que voy cuatro días y…

– Y también puedes acercarte a Reggio Emilia, que yo fui como sin querer y me encantó.

– No, si yo iría a todas partes, pero es que tengo la limitación del tiempo y…

– ¿Y Módena? ¿No vas a pasar por Módena?

– A ver, es que si seguimos así, por donde no voy a pasar es por Bolonia…

El esmoquin de la gente

Cuando un político acude a una audiencia con el Jefe del Estado vestido con vaqueros y la camisa arremangada y a una fiesta del cine con un esmoquin de medio pelo, una empieza a pensar que su verdadero programa oculto es un chándal, quintaesencia de la confusión en el vestir, aunque viendo los medios de financiación que se esconden detrás del disfraz también se pueden barruntar oscuras intenciones debajo de un camisón, que es lo más parecido a eso que visten los tiranos de la morería y alrededores. Pensándolo despacio, he de decir que entre el outfit de Maduro y el de Rohani, me quedo con el del presidente de Irán, que es mucho menos grotesco.

Hay muchas maneras de ir mal vestido y yo diría que todas están relacionadas con la desorientación. O no sabes dónde vas, o no sabes a qué vas, o no sabes con quién vas, pero el caso es que al menos una de las tres preguntas la has respondido horriblemente. Sólo te puede salvar un atuendo profesional, pero incluso el payaso se quitaría la peluca y la nariz de clown para acudir al dentista, más que nada para que los dos se tomaran en serio lo de los dientes.

Eso de épater les bourgeois a base de vestirse de punkie cuando vas a ver a tu abuela es una cosa un poco infantil, además de muy anticuada, porque hoy lo asombroso es encontrar a alguien bien vestido. Y de todas formas, no todo el mundo se lo puede permitir: primero tienes que identificar a un bourgeois falto de mundo que se deje epatar y luego necesitas mucha clase para sorprender. Si no, se nota la impostura. En todo caso, queridos amigos, la corbata es lo de menos en política: hoy en día lo único que puede epatar a un  burgués es una bajada de impuestos.

Hay que estar muy mal educado para comer sin camisa y ser muy guarro para bajar la basura en pijama. Fuera de esto, ir vestido como te da la gana para demostrar interés o desprecio a tu anfitrión, o sea, para enseñar quién eres, es un tic de niño rico, como el señorito que va a la boda del jornalero con la camisa abierta y zapatos de campo. El jornalero, en el supuesto contrario, se pondrá su mejor corbata no por demostrar respeto, sino porque le han enseñado en casa que la humildad y el saber estar son categorías distintas.

Lo que separa la sorpresa del esperpento es una línea muy fina que además se va moviendo. Hoy en día, lo que separa en el vestir a un político del camarero de Casa Manolo no son las cabezas de gambas esparcidas por el suelo, sino el sentido de la orientación.

Cámaras

Está la Cámara Alta, la Cámara Baja y la cámara oscura.

La cámara oscura es una caja cerrada herméticamente en la que se hace un pequeño orificio para que la luz del exterior entre concentrada y se proyecte lo que hay fuera. Este lugar estanco, junto con material fotosensible, es imprescindible para obtener una fotografía. Luego pueden ustedes sofisticarlo lo que quieran, pero si no hay cámara oscura no hay imagen y no hay foto.

Pensaba en la cámara oscura leyendo sobre la cháchara impúdica de los «políticos» con motivo de la situación en la que nos encontramos después de las elecciones.

Como todos ustedes saben, la luz que se refleja en la cámara oscura representa la realidad del exterior invertida, horizontal y verticalmente. Así es que si se quiere comprender cabalmente la realidad que hay fuera de la cámara oscura, hay que darle un par de vueltas a la imagen que se ve proyectada.

¿Me siguen?

Son insoportables.

cámara oscura