No sé si antes de Linkedin todo era más fácil. Probablemente no, pero sin duda se enteraba menos gente, mientras que en Linkedin te ve todo el mundo. Me refiero a la foto que decides adjuntar cuando te presentas como profesional, ya sea en un curriculum o en la intranet de la oficina. Linkedin es una red básicamente profesional, en donde cada uno se muestra de verdad, es decir, sin nicks extraños y sin ocultar su identidad. Dicho esto, también diré que la identidad (es decir, nombre, apellidos y edad) es casi lo único verdadero que se pone en esta red. Yo diría que es básicamente una red de Directores de algo. Pero esto es como el jamón de Jabugo: es imposible que haya tanto cerdo en Huelva como para abastecer a tanto restaurante. Pero en fin, dejo para otro día la inflación curricular, para hablar de las fotos que la gente pone, que me parece a mí que no es algo que se cuide.
Es raro encontrarse con fotos profesionales, o sea, esas fotos que te hacen expresamente para aparecer en una memoria de actividad o para enviar a la prensa. Esas fotos se notan de lejos, y expresan a partes iguales lo que es el individuo y la empresa en la que trabaja. Pero esas son las menos. Las más son de otra variedad…
Hay quien cuelga la foto del carnet de identidad. Esto suele ser un error, porque la mayoría de las veces apareces con cara de susto o de delincuente, por no hablar de que, a ver ¿De verdad que no tienes otra foto para poner en Linkedin? ¿En serio que ésa es la foto en la que mejor estás? Aunque casi es peor no poner ninguna foto. En este caso, la impresión que dejas es que te has abierto una cuenta porque alguien te lo ha dicho, pero no tienes ni zorra de lo que estás haciendo ni para qué. Y que yo, que te estoy consultando, te importo muy poco. Eso, o que ni siquiera tienes papeles, o que eres un tímido o que te avergüenzas de ti mismo, o que quieres ocultar algo. Nadie pensará que eres feo: simplemente, pensará algo mucho peor.
Los hay que deciden demostrarnos que son muy deportistas. Y ahí los tienes, esquiando (con gafas y gorro), o vestidos de montañeros, rodeados de cuerdas; o con el casco de la bicicleta, su pasión, o en un campo de fútbol, con camiseta. Incluso hay quien aparece con el torso desnudo, en una piscina, en el colmo del mal gusto. Creen que su imagen es de persona natural y deportista, pero les sale un churro muy poco serio. Sobre todo si metemos en este capítulo a los que van de auténticos, o sea, en camiseta, desarreglados y en el salón de su casa. Y a los que aparecen con gafas de sol, muy guays ellos, ahí están tapándose la mirada (hay que ser muy cretino para hacer esto en una red que se supone profesional). En fin, otro churro.
Luego también está el sector nocturno, entre los que incluyo a los gastrónomos. Claramente están en una fiesta y no se ve, pero en la mano llevaban una copa. O están en el restaurante, y ni siquiera están mirando a la cámara (¿miran el filete del plato?). Salen de algún sitio, o están en algún sarao, y se nota por la luz y por los brillos de la cara, incluso por el flash, que les ha dejado los ojos rojos (esto entra en la categoría de inaceptable). A veces, la celebración es familiar y están en una casa. Y no puedes por menos que imaginarte el contexto. Tela. Estas fotos son las típicas de «huy, iba monísima en aquella boda y voy a poner la foto para que la vea todo el mundo«. Siempre son fotos recortadas, aprovechadas para Linkedin, y normalmente es gente que da muchísima pereza.
Dejo en un apartado propio a los que salen con niños, se supone que sus hijos. Salir con niños en una foto profesional creo que sólo se lo pueden permitir los que trabajen con niños. Si no, me parece ñoño y fuera de lugar, aparte de que indica una dependencia del monotema «críos» que puede convertir el rato del café en un infierno. Y curiosamente, se encuentran más hombres luciendo retoños que mujeres. Un horror muy propio de gente plasta.
Ya termino con los que se hacen una foto a sí mismos, y no precisamente lo que se interpreta como un selfie. No, no: son los que han usado el photo booth, o la webcam del ordenador. Se nota porque la pose de los brazos es como si les escocieran los sobaquillos. Eso si no están en un cibercafé y se ve a un pelos por detrás en otro ordenador. O están en su casa, bien pegados a la pared de gotelet, una cortina verde a la derecha, autofusilándose con la cámara torpeflash. Si haces algo de esto, eres un cutre.
Hay mucho despropósito en Linkedin, aunque gracias a él, te pasas un rato de lo más distraído mirando si la foto está pensada o no, y si, estando pensada, quieren transmitir algo o simplemente han puesto una foto en donde están guapos. ¿De cuerpo entero o sólo la cara? ¿En un estudio o con un fondo de jardín, o de cielo, o de despacho? ¿Mirando a cámara o hablando en un acto público? ¿con chaqueta o sin ella?¿Corbata, pañuelo?¿Sonriendo o serio? Todo un mundo, y ese mundo te dice muchas cosas. Es como en Twitter, que alguien me dijo una vez «si quieres saber cómo es un tuitero, no mires sus últimos tuits, sino las fotos que cuelga». Pues esto es igual: la foto elegida dice mucho de ti. No por la foto, sino por la elección.
No es ninguna tontería esto. Desde luego, Linkedin vale para lo que vale, pero cualquiera que mire tu cuenta, antes de empezar a leer cómo produces impuestos, mirará tu foto, y esa impresión hay que controlarla. Yo creo que aparecer guapo es menos importante que parecer limpio, que para parecer simpático no hay que adornarse con fotos de situación, y que la confianza está en la mirada, no en la sonrisa. Linkedin no es Facebook, aunque parece que hay quien lo confunde.
¿Y tú? ¿estás en Linkedin? ¿Qué dice tu foto?
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