Nuevo año chino

Se celebra, creo que mañana, el nuevo año chino. El del Caballo, por lo visto. Realmente, yo no tengo ni idea de nada de lo chino, aunque hago constar que tampoco tengo nada en contra. En general, el único defecto que les veo a los chinos es que son muchos y que siempre van como en racimo, aunque esto último parece más una consecuencia de lo primero que una característica en sí mismo.

Hoy decían en la tele que los chinos en España se quejaban de que cuando un chino cometía algún delito o hacía algo malo, les echábamos la culpa a todos. Hombre, las cosas no son exactamente como las interpretan, también deberían comprenderlo. No es que culpabilicemos a todos, es que no sabemos cabalmente a quién echarle la culpa, porque todos los chinos se parecen. Y entre eso y los nombres que se gastan, chiwonchú, chuwenchá, chonchiwán, un juez dicta sentencia a voleo:

– A ver, el tercer chino empezando por la derecha: ¡culpable!

Mi sobrina cuenta una anécdota muy divertida de un campamento, en el que ella trabajaba de monitora hace un par de años. Puso a un montón de niños en fila para hacerles saltar al potro y cuando le llegó el turno a uno de los niños, que era chino, un pequeñín de cuatro años le gritó asustado a mi sobrina:

– Noooo, ¡Espera! ¡¡Chin-lu no puede saltar!!

– ¿Por qué? – preguntó mi sobrina.

– ¡¡Porque no ve!!,

– ¿Cómo que no ve?

– ¡¡¡ QUE NO VEEE!!! – contestó el niño, achinándose los ojos con las manitas.

Esta anécdota no tiene nada que ver con el año del caballo ni con los chinos en general, que tengo para mí que ven todo con mucha nitidez, aunque, eso sí, como en una pantalla de 16 x 9. Pero me ha venido a la cabeza y la comparto con vds, ya que de los años chinos no sé casi nada y lo confundo casi todo. Tanto dragón, tanta culebra, tanto rojo y dorado, tanto chisme barroco, tanta letras picudas y como desarmadas… no me extraña que lleven los ojos entornados para circular por la vida.

He mirado en la Wiki y, si lo interpreto bien, el año en el que estamos es el de la serpiente. Estamos de suerte, porque un año de caballo es mucho más friendly. Por fortuna no sigo el calendario chino, y no me había enterado hasta hoy de que me he pasado 365 días metida en una serpiente, porque lo hubiera llevado a muy mal traer, que viene a ser como traerlo a mal llevar. Porque si este post habla de chinos, lo consecuente es no entender casi nada…

En fin, les dejo un video para celebrarlo y hasta mañana, que toca post de libros.

Les choses, de Georges Perec

Les choses unmundoparacurraDespués de leer Un hombre que duerme, que me pareció una maravilla de libro, me recomendaron en este blog La vida modo de empleo. Por aquellas fechas tuve que ir a París y me encontré con una espera inesperada que acabó en deambulación por una librería. Miré y ahí lo tenían, junto con Les choses.  Me dije que dar con una buena traducción de Perec no sería fácil, así es que me animé y compré los dos. Le ha tocado a Les choses primero por una simple cuestión de volumen.

El libro me ha encantado, aunque el francés literario de alta escuela me cuesta un poco y sé de antemano que pierdo matices. Ni se me pasa por la mente estar con un diccionario al lado, así es que cuando no conozco una palabra disfruto con el sonido, con la poesía de este hombre al escribir. Tiene un estilo muy característico, lleno de comas con las que va separando adjetivos, nombres, frases cortas, que tienen como fin ir cercando la idea, matizarla, enriquecer la descripción hasta convertirla en minuciosa, pero también consigue dar mucho ritmo al texto.

Cuenta la historia de una pareja, años 60, que viven la vida despreocupadamente mientras son jóvenes. Tienen un trabajo poco exigente que les da para vivir, y van tirando aunque «la inmensidad de sus deseos les paraliza». Es el deseo de «tener» para «disfrutar», y esto es inalcanzable sin dinero. El dinero no sólo cuesta esfuerzo, sino tiempo, y ellos también necesitan el tiempo para disfrutar. Una vida burguesa, con un trabajo que les permitiera tener lo que desean significa llegar a una edad adulta que ellos ven muy lejana, sin comprender que es una edad que se acerca sin remedio.

Con esta historia te puede salir un drama o una comedia. Perec sin embargo nos cuenta un devenir calmado, pausado, en donde todo es comprensible. Va describiendo la peripecia de esta pareja, y con ello, su evolución. No hay risa, no hay llanto, no hay miedo, no hay desesperación, no hay tragedia ni sobresalto. La historia va pasando por tus ojos como les pasa la vida a los protagonistas, casi sin querer. Y vas viendo cómo los deseos los devoran, cómo dejan la vida pasar sin preocuparse por un tiempo que será irrecuperable, y en donde su Carpe Diem se convierte en intenciones y sueños de fortuna, pequeñas satisfacciones con las que viven siempre insatisfechos, porque no tienen y no les llega con lo que son.

Un buen libro.

Fotos en Linkedin

No sé si antes de Linkedin todo era más fácil. Probablemente no, pero sin duda se enteraba menos gente, mientras que en Linkedin te ve todo el mundo. Me refiero a la foto que decides adjuntar cuando te presentas como profesional, ya sea en un curriculum o en la intranet de la oficina. Linkedin es una red básicamente profesional, en donde cada uno se muestra de verdad, es decir, sin nicks extraños y sin ocultar su identidad. Dicho esto, también diré que la identidad (es decir, nombre, apellidos y edad) es casi lo único verdadero que se pone en esta red. Yo diría que es básicamente una red de Directores de algo. Pero esto es como el jamón de Jabugo: es imposible que haya tanto cerdo en Huelva como para abastecer a tanto restaurante. Pero en fin, dejo para otro día la inflación curricular, para hablar de las fotos que la gente pone, que me parece a mí que no es algo que se cuide.

Es raro encontrarse con fotos profesionales, o sea, esas fotos que te hacen expresamente para aparecer en una memoria de actividad o para enviar a la prensa. Esas fotos se notan de lejos, y expresan a partes iguales lo que es el individuo y la empresa en la que trabaja. Pero esas son las menos. Las más son de otra variedad…

Hay quien cuelga la foto del carnet de identidad. Esto suele ser un error, porque la mayoría de las veces apareces con cara de susto o de delincuente, por no hablar de que, a ver ¿De verdad que no tienes otra foto para poner en Linkedin? ¿En serio que ésa es la foto en la que mejor estás? Aunque casi es peor no poner ninguna foto. En este caso, la impresión que dejas es que te has abierto una cuenta porque alguien te lo ha dicho, pero no tienes ni zorra de lo que estás haciendo ni para qué. Y que yo, que te estoy consultando, te importo muy poco. Eso, o que ni siquiera tienes papeles, o que eres un tímido o que te avergüenzas de ti mismo, o que quieres ocultar algo. Nadie pensará que eres feo: simplemente, pensará algo mucho peor.

Los hay que deciden demostrarnos que son muy deportistas. Y ahí los tienes, esquiando (con gafas y gorro), o vestidos de montañeros, rodeados de cuerdas; o con el casco de la bicicleta, su pasión, o en un campo de fútbol, con camiseta. Incluso hay quien aparece con el torso desnudo, en una piscina, en el colmo del mal gusto. Creen que su imagen es de persona natural y deportista, pero les sale un churro muy poco serio. Sobre todo si metemos en este capítulo a los que van de auténticos, o sea, en camiseta, desarreglados y en el salón de su casa. Y a los que aparecen con gafas de sol, muy guays ellos, ahí están tapándose la mirada (hay que ser muy cretino para hacer esto en una red que se supone profesional). En fin, otro churro.

Luego también está el sector nocturno, entre los que incluyo a los gastrónomos. Claramente están en una fiesta y no se ve, pero en la mano llevaban una copa. O están en el restaurante, y ni siquiera están mirando a la cámara (¿miran el filete del plato?). Salen de algún sitio, o están en algún sarao, y se nota por la luz y por los brillos de la cara, incluso por el flash, que les ha dejado los ojos rojos (esto entra en la categoría de inaceptable). A veces, la celebración es familiar y están en una casa. Y no puedes por menos que imaginarte el contexto. Tela. Estas fotos son las típicas de «huy, iba monísima en aquella boda y voy a poner la foto para que la vea todo el mundo«. Siempre son fotos recortadas, aprovechadas para Linkedin, y normalmente es gente que da muchísima pereza.

Dejo en un apartado propio a los que salen con niños, se supone que sus hijos. Salir con niños en una foto profesional creo que sólo se lo pueden permitir los que trabajen con niños. Si no, me parece ñoño y fuera de lugar, aparte de que indica una dependencia del monotema «críos» que puede convertir el rato del café en un infierno. Y curiosamente, se encuentran más hombres luciendo retoños que mujeres. Un horror muy propio de gente plasta.

Ya termino con los que se hacen una foto a sí mismos, y no precisamente lo que se interpreta como un selfie. No, no: son los que han usado el photo booth, o la webcam del ordenador. Se nota porque la pose de los brazos es como si les escocieran los sobaquillos. Eso si no están en un cibercafé y se ve a un pelos por detrás en otro ordenador. O están en su casa, bien pegados a la pared de gotelet, una cortina verde a la derecha, autofusilándose con la cámara torpeflash. Si haces algo de esto, eres un cutre.

Hay mucho despropósito en Linkedin, aunque gracias a él, te pasas un rato de lo más distraído mirando si la foto está pensada o no, y si, estando pensada, quieren transmitir algo o simplemente han puesto una foto en donde están guapos. ¿De cuerpo entero o sólo la cara? ¿En un estudio o con un fondo de jardín, o de cielo, o de despacho? ¿Mirando a cámara o hablando en un acto público? ¿con chaqueta o sin ella?¿Corbata, pañuelo?¿Sonriendo o serio? Todo un mundo, y ese mundo te dice muchas cosas. Es como en Twitter, que alguien me dijo una vez «si quieres saber cómo es un tuitero, no mires sus últimos tuits, sino las fotos que cuelga». Pues esto es igual: la foto elegida dice mucho de ti. No por la foto, sino por la elección.

No es ninguna tontería esto. Desde luego, Linkedin vale para lo que vale, pero cualquiera que mire tu cuenta, antes de empezar a leer cómo produces impuestos, mirará tu foto, y esa impresión hay que controlarla. Yo creo que aparecer guapo es menos importante que parecer limpio, que para parecer simpático no hay que adornarse con fotos de situación, y que la confianza está en la mirada, no en la sonrisa. Linkedin no es Facebook, aunque parece que hay quien lo confunde.

¿Y tú? ¿estás en Linkedin? ¿Qué dice tu foto?

 

Una relación epistolar

No llegué a conocerla en persona. La contraté a través de la conserje, una portuguesa a quien yo no entendía nada de lo que me decía pero con la que mi madre mantenía unas conversaciones de lo más apañadas. Ellas creían que se estaban hablando en francés, pero para mí que usaban una especie de esperanto ibérico que, más que lengua vehicular, se quedaba en un trasunto de ida y vuelta entre ellas. He de decir que yo tampoco entendía a mi madre cuando hablaba a la conserje, aunque las oía perfectamente porque como saben vds, cuando no se domina una lengua se tiende a hablar a gritos.

La cuestión es que a la semana de estar en París yo me dije que necesitaba una asistenta en mi vida. Es verdad que viajaba mucho y que raro era el fin de semana que me quedaba allí. Entre eso y que una mujer que solo va a casa a cenar y a dormir no puede ensuciar mucho, la asistenta parece un lujo, pero lo cierto es que las asistentas hacen una especie de reseteo que logran que, cuando llegas a casa, llegues a casa. Así es que le pregunté a la conserje portuguesa si conocía a alguien de su confianza que pudiera venir un par de días a la semana. Y me envió a Doris, de quien nunca conocí más que su letra, y su voz las dos únicas veces que hablamos por teléfono: el día que la contraté y el día que me despedí.

Teníamos un cuadernito en la cocina para intercambiarnos los mensajes. Nunca tuvieron demasiada enjundia, también es verdad. «No venga el jueves, porque no vuelvo hasta el lunes»; «Por favor, no planche los puños con raya»; «Los zapatos fuera del armario son para limpiar». Ella, por su parte, me decía «he comprado productos, le dejo la cuenta», «el botón de la blusa está en el cenicero»; » No he limpiado la terraza porque va a llover». 

Sí conoció a mi madre, y a algunos amigos que coincidíeron con ella por las mañanas. Por lo visto, la primera vez que se encontró con alguien en casa se asustó un poco. Se asustó ella y la pobre Merchitas, que no se esperaba que de pronto entrara alguien (a mí se me había olvidado avisar, un despiste). Parece ser que le estuvo preguntando si yo estaba en alguna de las fotos y quién era. Se ve que tenía curiosidad. Al cabo del tiempo, cuando por fin coincidió con mi madre, ya pudo conocer todo el «who is who» foteril, porque la única foto en la que se infería claramente el parentesco era la de Curra…

Haciendo una mini mudanza en casa, un papelito ha caído de un cuaderno. Y me he dicho: esto quizá da para un post.

Doris mensaje unmundoparacurra

Urgencias

A ver si lo comprendes. No todo puede ser urgente. Si todo es urgente, entonces nada es urgente. Pasa algo parecido con lo prioritario. Todo no puede ser prioritario, porque si todo es prioritario, entonces nada es prioritario. No es un juego de contrastes, sino que es una cuestión de gradación. Ya, ya supongo que no entiendes nada, no hace falta que me lo jures.

Y luego que deberías comprender que aunque una cosa sea urgente, eso no cambia el tiempo que hay que dedicar a su solución. Te voy a poner un ejemplo, así, facilito para que lo entiendas. Imagínate que te esperan en Moscú. Pues da lo mismo que sea urgente o que no lo sea: las cinco horas de avión no te las quita ni la paz ni la caridad.

¿Qué es la paz? el estado en el que estoy cuando no sé nada de ti. ¿Qué es la caridad? Llevar estos años, tan largos ya, soportando tu profunda estupidez.

Y por cierto, llamar cada cinco minutos no acelera las cosas, sino que las ralentiza. Te has librado muchas veces de que escupieran en tu plato de sopa antes de servírtelo. Te has librado porque todavía quedan profesionales. Y diques de contención. Pero no todo dura para siempre: la paciencia también tiene sus prioridades. Y sus urgencias.

Supongo que hubo una vez que fue importante que lo entendieras. Pero ya ha dejado de tener importancia. No es nada personal: solo son negocios…

El caradura del parking

Lo habrán visto alguna vez y seguramente les habrá pasado. Hablo de cuando van a aparcar su coche en la calle y se encuentran con un tipo o tipa que «está guardando el sitio» a alguien. Probablemente, ese alguien está a punto de llegar, o está dando vueltas para encontrar sitio. Ustedes hacen ademán de aparcar y entonces les dicen que no con la mano. ¿ya saben de lo que les hablo?Pues eso me ha pasado hoy a mí con un par de tipos de unos 50 ó 60 años en la misma puerta de mi casa.

Naturalmente, cuando me han dicho «no» con el brazo, yo he metido primera y he enfilado el coche. Y entonces me han gritado: «¡No, no, que estamos con un servicio de seguridad«. He parado y bajado la ventanilla : «¿Cómo que seguridad? ¿De quién? ¿Para quién?» La chulería mía tiene sus motivos. No hace mucho que la Sra. Fernández de la Vega cortaba la calle las mañanas que venía a la peluquería de enfrente. Y no es raro ver un coche oficial dos números más abajo que viene a recoger a los niños de un mindundi de la Comunidad de Madrid, por no hablar de un «really VIP» que vivía en el portal de al lado, muy discretamente, eso sí. Y estando como estoy hasta los cojones de tanto abuso, y viniendo como venía bastante cansada de la jornada, y pagando como pago mi tarjeta de aparcamiento, he decidido que a mí me llevaba presa la policía, pero que hasta aquí habíamos llegado. Y entonces me dice uno de los tipos «Es que estamos esperando a una ambulancia«. Y amigos: ante eso, una cede el sitio, por supuesto, como lo cedería cualquier persona normal.

Nada más dar la vuelta a la esquina he encontrado sitio sin problema, porque a estas horas no hay problema. Pero miren por donde, al deshacer lo andado e ir a entrar en mi casa, los he visto de nuevo. Ahí estaban los dos listillos y un chaval más joven sacando el papelito de la hora. Y muy tranquila, pero también muy seria, me he ido a por ellos:

¿Con que una ambulancia? Ya veo la ambulancia. ¿Necesita papelito la ambulancia?

– Mujer, no te enfades, es que es lo primero que se nos ha ocurrido... – me decía el del bigotito, sonriendo.

No me enfado. ¿Tú me ves enfadada? – igual me veía enfadada… – Verás, ¿Sabes lo que pasa? Pues que si mañana de verdad una ambulancia lo necesita, yo no me lo voy a creer y le quitaré el sitio. Y entonces estás perjudicando a un enfermo, o a un viejecito, ya ves. Ese es el resultado de lo que has hecho tú hoy. Comportamientos como el tuyo hacen mucho daño al resto de la sociedad, no sé si te das cuenta.

Es que mi hijo estaba a punto de llegar…– se encampana el otro, mientras el chaval no sabía bien dónde meterse.

No, no, no, esa no es la cuestión. A mí me dices que estás esperando a tu hijo y a lo mejor me voy. Lo primero, es la mentira. Y sobre la mentira habéis puesto como excusa un servicio público necesario para los demás. Se trata de un comportamiento incívico. Eso no se hace.

Bueno, discúlpame… – otra vez el del bigotito, sonriendo.

Yo no te voy a disculpar. Yo he encontrado sitio enseguida. Pídete perdón a ti mismo, porque tendría que darte mucha vergüenza, mucha vergüenza, lo que has hecho.

Y entonces me he metido en la farmacia de al lado, porque me ha parecido mucho más digno y elegante que darme la vuelta. He pensado que así parecería que les abroncaba porque me pillaba de paso. Me he comprado unas juanolas.

Supongo que debía haber mirado a ver a qué coche le ponían el papelito y, una vez se metieran en el restaurante al que iban, rajarles las ruedas, o rayarles el coche con una llave. Y eso les terminará pasando cualquier día de estos, estos listos son carne de cañón.

En fin, yo he preferido subir a casa y escribir este post, mientras me como una juanola. A mí se me ha pasado la indignación mucho más rápido de lo que tardarán ellos en encontrar su dignidad. Si es que la tienen en alguna parte…

El affaire Dreyfus y un libro caro

j'accuseResulta que un compromiso es un compromiso y yo les dije que este año haría un post de cada libro que me leyera. Y aquí estoy, que no sé qué contarles, porque este librito ha sido como jugar al Candy Crush: una pérdida de tiempo.

El caso es que compré este libro en Amazón. Iba buscando Germinal y me topé con esto que se llama pomposamente «J’accuse… Décryptage et analyse (les grands textes politiques français décryptés)». Ni más ni menos. Esperen un momentito, que me cambie de postura.

Veamos ¿Qué hago yo comprando eso? Pues a ver, tenía un rato y quise leerme el famoso artículo de Zola en francés, y por el título me imaginé que además ofrecerían un pequeño análisis del affaire Dreyfus, que no deja de ser un caso muy famoso e interesante (1). Pensé que me contarían los entresijos, el contexto, el paisaje político, la sociedad de la época, en fin, esas cosillas que le dar sabor y color a la vida. Además, sólo costaba 2,68… En fin, una vez leído, creo que ha sido uno de los libros más caros que he comprado en mi vida…

Como les decía, la parte del «décryptage» es la que más me llamó la atención, porque si se leen vds el artículo de Zola sin más, entenderán lo justo: J’Accuse no deja de ser una carta al Presidente de la República para llamarle de todo menos bonito por el asunto Dreyfus, y sin conocer el contexto y los entresijos del caso te quedas un poco tal cual cuando la lees. Pero hay poca desencriptación en este librito. En realidad, son 16 páginas con algunos comentarios a la famosa carta de Zola (que por cierto, está transcrita de manera incompleta, por lo que tuve que bajarme – esto ya gratis – la carta en español), el famoso bordereau que sirvió para acusar al Capitán Dreyfus y un texto breve de recuerdos de Léon Blum que me salté con mucho cuidado, que no era momento de quedarme dormida.

Total, que este post es para decirles que he comprado absurdamente un libro absurdo, que me lo he leído no sé muy bien por qué y que afortunadamente era corto. Pero en fin, de algo ha servido: ahora que escribo este post, me doy cuenta de que tendré que seleccionar cuidadosamente lo que leo si no quiero quedarme sin lectores en el blog. O traicionar mi compromiso, que como siga en este plan, será lo que terminaré haciendo.

(1) Doy por conocido el caso Dreyffus, y si no, acudan a la wiki o a algún libro viejo de bachillerato, háganme el favor. Yo estoy exhausta.

Cómo destrozar una canción

Desde aquello de Barceloooona, de Montserrat Caballé y Freddy Mercury, no había visto yo un despropósito parecido. Igual que con Florence Foster Jenkins, te puedes llegar a echar unas risas.

La chanson des vieux amants, de Jacques Brel, es una de las canciones de amor más bonitas que conozco. Un hombre le declara su amor a su mujer, después de veinte años juntos, y repasa su vida. En la voz de Brel es una maravilla, y he escuchado alguna que otra adaptación, más o menos afortunada. Pero esto con lo que me topé el otro día es un despropósito.

Primero el original, para el que no conozca la canción:

Y ahora, el crimen. Aparte de que la mezcla de voces y estilos es como echarle ketchup a unas cocochas, el posicionamiento Pimpinella de los artistas no procede en absoluto. Es realmente espeluznante.

Cristina es culpable

La infanta está condenada. No hace falta que la acusen, ni tampoco que la juzguen. Está condenada. En eso debe de consistir lo de que la justicia es igual para todos: que se la juzgue por griterío popular.

Hay una cierta prensa que, aunque la acusaran, la llevaran a juicio y la declararan inocente, seguiría buscando sus propias pruebas, y estableciendo sus propias conclusiones. Ya lo hace sin que la acusen, y sin que la lleven a juicio.

Casi todos los políticos, después de alegrarse mucho de que «la justicia sea igual para todos»,  mirarán para otro lado cuando se les diga, con el ordenamiento jurídico en la mano, que aquí, los que no son iguales son ellos. Ahí están, los aforados, dando clases de «igualdad ante la justicia», con un par.

Los jueces y fiscales que entienden la causa tienen su propio protagonismo. Y tanto el uno como el otro son sospechosos de una cosa y de su contraria. Queda fuera de cualquier posibilidad que actuen conforme a la ley y según su entendimiento y buena fe. Pero en todo caso, el ruido mediático no les permitirá hacer su trabajo en paz.

Naturalmente, el pueblo ya ha decidido que ella es culpable. El pueblo no se va a conformar si la Infanta no va a la cárcel. De momento, el pueblo grita para que haga el paseíllo. Que se enfrente al enfado de la gente. Que escuche sus insultos. Que dé la cara. Pero sobre todo, que se joda. El pueblo no le da ni una sola posibilidad a que pueda ser inocente, a que no haya hecho nada ilegal o punible. De momento, veremos el espectáculo en los juzgados, al que se prestarán las chonis desocupadas.

Hay un tufo de rencor social insoportable en España. Proviene de cuando la sociedad se convierte en una masa manipulable, de cuando el pueblo se convierte en populacho.

Ya que pedimos la igualdad ante la ley, deberíamos pensar que a nosotros no se nos vapulea socialmente y se nos insulta desde los periódicos y los programas de griterío antes de ser acusados y juzgados. Ya que pedimos igualdad de trato, convendría pensar un poco el trato le damos a ese amigo que ha ocultado el IVA cuando ha pagado al pintor, o a ese otro que ha metido el ordenador personal de su hijo como gasto de la empresa. Tampoco estaría de más pensar si nosotros no haríamos todo lo que estuviera en nuestra mano para pagar lo menos posible a Hacienda. Y también, ya que estamos, si no nos hemos casado con quien nos ha dado la gana, y si no haríamos cualquier cosa para defender a nuestra familia.

Ah, es verdad: es que ella es una Infanta. Pero vamos a ver, ¿No pedimos que se la trate como a los demás? ¿Pero en qué quedamos?

El sueño del celta

El sueño del celta unmundoparacurraMario Vargas Llosa cuenta en El sueño del celta la historia de un personaje real, Roger Casement, un británico de finales del s. XIX y principios del XX que se pasa una buena parte de su vida combatiendo la explotación brutal de los indígenas del Congo y de la Amazonía peruana. Esta explotación tiene como coartada la extracción de caucho y como telón de fondo la crueldad humana provocada por la codicia, en un mundo lejano y sin ley ni Estado. Los informes que redacta Casement, que actúa bajo escudo diplomático y por mandato especial de la Corona inglesa, lograron sacudir en su momento la conciencia de la buena sociedad británica y europea. En ellos describía el infierno que padecían los nativos, explotados sin compasión por quien, en apariencia, venía a traerles el progreso a través de la civilización, el comercio y el cristianismo. Después de estas dos misiones, Casement vuelve a Inglaterra y, convertido al nacionalismo irlandés, participa en el movimiento independentista de forma activa, aunque no le dará tiempo a ver una Irlanda independiente.

La novela se divide en tres grandes partes que dividen también las tres grandes partes de la peripecia vital de este hombre, el Congo, Amazonia e Irlanda, aunque Vargas Llosa nos va llevando por estos tres escenarios mientras Casement ya está en la cárcel, acusado de traición a Inglaterra, condenado a muerte a la espera de un indulto y desprestigiado por sus tendencias homosexuales. Vargas Llosa nos retrata al personaje pero también al hombre que lucha por sus propias ideas, sin dejarse llevar por la sociedad que le rodea. Y esto incluso cuando, al final de su vida, no sabe leer los indicios que le avisan de que está tomando decisiones equivocadas para su propia causa.

Casement es un personaje al que Vargas Llosa rinde tributo sin dejar que el héroe tape al ser humano, porque Casement es muchos hombres, lo que quiere decir que ángeles y demonios se mezclan en su personalidad de manera inextricable.

Tal vez la primera parte es la más interesante. En ella, un joven Casement va a combatir el primitivismo y la crueldad de las tribus de Africa, que viven en el fondo de los siglos, y se encuentra con que el mal viene encarnado con la civilización que él representa; la parte de Perú es la que me ha parecido menos interesante, porque allí viene a encontrarse con la mismas salvajadas, los mismos castigos, la misma falta de compasión, la misma codicia que en el Congo; y ya en la última parte nos cuenta su incursión en el nacionalismo irlandés, que en aquel tiempo deriva como es lógico en independentismo, y es la parte del libro en donde nos encontramos con un mundo, una Historia y una geografía que nos resulta mucho más cercana y más comprensible, aunque hay pasajes algo repetitivos, porque vuelve a contar algunas cosas que ya ha contado con anterioridad, de manera fugaz, pero comprensible.

Para mi gusto, se hace un poco largo, pero en todo caso es una novela muy interesante que además tiene a su favor la escritura de Vargas Llosa, que da gusto leerla y que permite mantener el interés en todo momento. Llevaba este libro, que además era prestado, encima de mi mesilla cerca de un año, resistiéndose a vivir en una balda como el resto. Bueno, pues ya está. No saben vds lo que estorbaba…