Entrada tontuna

Que me diréis que os tengo muy abandonados. Pues sí. Claro que vosotros también a mí, aunque me diréis que tenéis un motivo, y es que no escribo apenas. Pues bueno ¿y qué? Pues si no escribo, no pasa nada, podéis entrar a echar un saludico, que tampoco cobro. ¡Interesados, que sois todos unos interesados!

Lo cierto es que empecé el mes de junio con el firme propósito de escribir más, y los 10 primeros días escribí 7 entradas. Pero luego… luego… luego se complican las cosas, llego tarde, cansada, y todas las cosas que se me han ido ocurriendo durante el día ya han dejado de tener gracia, han dejado de tener interés, porque el cansancio lo puede todo. Me consuelo pensando que al menos no es tuiter lo que me está alejando del blog, porque por ahí aparezco también bastante poco. Ya contaré, ya, lo que me inspira tuiter últimamente… Por cierto, que me dijeron que había salido por la tele un tuit mío, en La noche 24 horas, que es una tertulia civilizada que veo casi todas las noches, ante la necesidad de dejar la cabeza a merced de ese aparato del demonio y teniendo en cuenta el erial televisivo que me encuentro generalmente.

Y ahora viene julio, que es ese mes que, como diciembre, parece que el mundo se va a terminar el 31, y que luego ya no habrá nada más. Julio es ese mes en el que todo el mundo se pone muy nervioso, un mes en el que hay que dejarlo todo terminado para antes de las vacaciones, un mes lleno de prisas y de estrés. Y de chapuzas, que es a lo que conducen las prisas.

Julio es un mes abismal.

¿Y qué excusa pongo yo ahora para esta porquería de entrada, si hoy es domingo? Pues… en fin, hoy me lo había tomado libre, pero luego he tenido un remordimiento de conciencia.

Voy a etiquetar este post en Islandia, que sólo tiene un post. Y me voy a ver el Costa Rica-Grecia, a ver si me entra el sueño.

 

 

El géiser domesticado

Geiser despues unmundo para CurraY fuimos a Geysir. En Geysir hay un géiser. Bueno, hay varios, pero que haga esto que ven a su izquierda sólo hay uno. El resto son fumarolas. Y, en estado de reposo, charcos humeantes.

Parece ser que el géiser subía hasta 40 metros a veces. El problema venía por la parte del «a veces», porque hacía erupción un poco cuando le daba la gana. Y eso era una lata porque podías pasarte cuatro días esperando a que aquello hiciera FUUUU en condiciones. Bueno, cuatro días igual es mucho, pero echar la tarde ya lo creo que podías hacerlo allí, esperando el FUUUU del géiser. Y considerando que en Islandia, en verano, las tardes son eternas, pues la mayoría de los visitantes se iban de Geysir sin ver el géiser. O lo veían, pero en malas condiciones:  te pillaba tan desprevenido que no te daba tiempo ni a echarle una fotico para el álbum. Y ya de posar ni hablamos. Claro que el descontrol también podía ser el contrario, es decir, podías verlo hacer FUUUU cuatro veces en veinte minutos. Esto es una exageración mía, pero si ves eso explotar un par de veces sin que nadie te avise, se te quedan los nervios como para robar panderetas, y ya no duermes en toda la noche pensando que estás en una tierra hostil y que esa fuerza de la naturaleza buscará la manera de escapar de la tierra. Y puedes hasta tener pesadillas con las erupciones del géiser, saliendo en tromba o bien por el desagüe de la ducha o por otros sanitarios menos honorables, aquello haciendo FUUUU mientras tú tarareas algo de Mecano y saliendo despedida a la estratosfera… El horror islandés, ya digo.

Geiser-antes-unmundoparacurAsí es que los islandeses, muy astutos, hicieron algo para evitar aquel descontrol, y manipularon el géiser para que las erupciones fueran más manejables. No me pregunten cómo lo hicieron porque no lo sé, pero supongo que pondrían unas cañerías y un temporizador y así, el géiser hace FUUUU de manera regular. Regular de horario y regular de calidad, porque ahora el chorro es menos alto, aunque sigue siendo espectacular, eso sí, y se levanta unos 15 metros, más o menos. La leyenda cuenta que todo aquello vino como consecuencia del accidente de un matrimonio americano. Por lo visto, la mujer quería probar el agua del géiser en reposo, se remangó el pantalón y se puso a chapotear con los pies desnudos en el agua. Estos americanos… El caso es que algún dios islandés se ofendió de tal forma que hizo FUUUU por la tremenda y la mujer de aquella perdió las gafas. En fin, sea como fuere, el géiser ahora es un géiser domesticado y tiene desde entonces, aparte del notable atractivo turístico, una utlidad semejante a la del Big Ben.

Y una vez que vimos (y olimos) varias veces el géiser en explosión furibunda, tiramos las fotos de rigor y nos fuimos con la música a otra parte a seguir mirando calamidades geológicas. Pero los géiseres ya no son lo que eran. Eso sí: al del bar de enfrente le va de maravilla. FUUUU…