Les contaré lo que me ha pasado esta mañana cuando salía de casa para ir a la oficina. El gesto automático consiste en llevar el bolso, las llaves del coche y el móvil en la mano izquierda y las llaves de casa en la derecha, y luego cambiarme de mano el móvil y las llaves de casa para echar un vistazo a los mensajes mientras bajo en el ascensor. Pero hoy al salir, se ha cruzado en mi rutina un par de paquetes de Clinex dentro de mi bolso, uno de ellos destinado a quedarse en casa, y eso me ha descabalado todos los movimientos. Más o menos como cuando a Bush se le ocurrió comerse una galleta mientras daba un paseo.
Mis gestos de rutina a esas horas son muy importantes. Si no fuera por ellos, podría llegar a la oficina con la falda o la blusa desabrochada, un zapato de cada color, dejarme las llaves puestas en la puerta u olvidarme el móvil en la cocina y llevarme el cargador. Digamos que es poner un piloto automático cuando el día es rutinario. Ahora bien, si tengo que viajar, la maleta me la hago por la mañana antes de irme porque, curiosamente, el reptiliano me funciona estupendamente a esas horas. Tal vez es lo único despierto.
La cuestión es que en un momento dado me faltaba una mano, y me he guardado el móvil en el bolsillo trasero izquierdo del pantalón. Durante el trayecto en el ascensor, he estado comprobando si llevaba otro paquete de clinex en el bolso. Una vez en la planta cero, con la mano derecha libre y mientras caminaba, iba sacándome el móvil del bolsillo…
Y ahora levántate y haz la prueba. Mientras vas caminando a buen paso, con tu mano derecha saca una Blackberry con su funda, aprisionadas, del bolsillo izquierdo de un pantalón pitillo ajustado. Venga, hazlo.
Cuando ya estaba diciéndome algo así como «jolín, qué postura más difícil. Desisto, ya lo sacaré al llegar al coche«, he reparado en el portero. «Buenos días, Juan«, y al cruzarme con él he creído detectar una cierta sonrisilla sardónica. Y, como en el chiste, me han dado ganas de decir: «Vale, sí, me iba colocando las braulias; si te cuento la verdad no te la vas a creer…«