Yo soy muy de perderme. De inmediato les aclaro que no me refiero a la moral y las buenas costumbres, que yo soy una buena chica, muy formal y eso. Estoy hablando de mi sentido de la orientación, que es muy deficitario por no decir inexistente. Aunque si me comparo con mis hermanas, podría optar a un diploma en GPS mental. Mi madre me dice que yo me oriento muy bien, aunque yo creo que es porque ella se orienta peor todavía. Así que podría parecer que este defectillo viene de familia y algo de eso hay, porque aunque yo recuerdo a mi padre como un señor que siempre sabía por dónde se andaba, como el resto de la familia no tenía ni puñetera idea ni de dónde estábamos ni de por dónde se iba, lo más probable es que diéramos muchas vueltas para llegar y ni nos enterábamos.
No sé si he contado ya en este blog una anécdota mítica de la boda de mis queridos Paco y María. Hice pasar a toda la comitiva de coches por un peaje para ir de Vigo a Bayona, y con esto, para el que conozca la zona, ya digo todo. Una vez pasado el peaje tuvimos que dar la vuelta y volver a pasarlo todos los coches en el sentido inverso… En fin, yo me puedo perder yendo al poblachón desde Madrid. Esto, que sin duda le puede pasar a cualquiera, cuando menos es chocante si consideramos que llevo treinta años pasando allí veranos, fines de semana y todo tipo de pascuas. Y si tenemos en cuenta que no puedo soportar un atasco, el asunto se agrava. Bueno, se agrava o se explica, porque yo suelo atreverme…
Hoy he ido al centro sola y me he pegado una perdida estupenda. He dejado el coche en la Plaza de Benavente y tenía que llegar a la calle Toledo. A la ida vaya que te tira, pero a la vuelta… De verdad que no puedo comprender por qué la Plaza Mayor de Madrid aparece cuando menos te la esperas, por qué tiene tantas salidas y, sobre todo, por qué no se queda quieta…
¡Cómo te comprendo! Sólo te digo que a mí me llaman Marcopolo. Porque siempre descubro rutas nuevas. Si te orientas de pena y te pierdas, no te queda otra que lanzarte a la aventura.
(Menos mal que perdiste por esa zona. Con sólo silbar, te habrían auxiliado los vecinos de Espoz y Mina)
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Qué bueno lo de Marcopolo 🙂
Los vecinos de Espoz y Mina estaban en el Poblachón ¿Por qué crees que me atreví a sola al centro?
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Ufff yo tampoco me oriento bien, al final llego, pero después de una excursión.
Pero es cierto que el centro de Madrid algunas veces es desesperante, porque si no bajas muy a menudo, a mi me dicen que no, pero yo te digo que le cambian el sentido a las calles.:)
Besos
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¿Verdad? ¡Es que cambian el sentido de las calles! ¡Y las mismas calles que acabas de pasar, llegan a un sitio distinto cada vez!
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Jajajá, aunque tampoco te has perdido tanto, sólo has dado una vuelta entera a la plaza de Jacinto Benavente, luego ya has ido bastante bien, no?
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No sabría decirte exactamente por dónde he dado una vuelta entera. Yo creo que he dado dos o tres…
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Pues yo me oriento aceptablemente. La única ciudad en la que me he perdido, pero de verdad, fue Venecia.
Parece mentira, porque tampoco es que Venecia sea un enormidad. Pero todas esas callejas, canales, fondos de saco…, llegó un momento que no sabía hacia dónde echar a andar. Menos mal que me socorrió una mujer muy amable que me acompañó hasta la salida del laberinto. Podría seguir allí dando palos de ciego.
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No conozco Venecia, pero después de lo que me dices, iré con un saco de miguitas. O mejor, iré dejando señales, no sea que me pase como a Pulgarcito. 🙂
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Yo me pierdo hasta dentro del Corte Inglés. Así que no me atrevo a ir al centro de Madrid en coche. Por suerte, mi marido sí se orienta bien. Un beso.
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Debe ser una plaga. Y por suerte hay quien nos socorre, sí.
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Usted y T juntas no tendrían desperdicio. No sé usted pero T, encima, tiene el prurito de discutirte lo evidente y se enfada si le llevas la contraria.
(muy bien llevada, por cierto)
Pregúntele a la Fontana di Trevi;-)
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Ah, no, yo no suelo discutir, yo en eso me dejo llevar (en otras cosas no tanto). Preguntaré, preguntaré 🙂
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