Y entonces salió Kathleen a hablarnos de los manatíes. De cómo son unos animales tan feos como bondadosos. Que son vegetarianos y apacibles, sin apenas enemigos naturales con la excepción de algún tiburón traidor o algún cocodrilo malvado. Que son mamíferos y que tardan trece meses en gestar un bebé, al que después crían durante sus buenos tres años. Que tienen sus mamas debajo de la aleta, y que por eso cuando alimentan a su cría, parece que la estuvieran abrazando. Que viven bajo el agua pero respiran nuestro aire. Que los marinos que acompañaban a Colón creyeron ver en ellos a las sirenas, porque tienen una gran aleta plana por cola y desde la altura del barco y tras de la refracción que provoca el agua, creían ver una figura humana. Que son tan inteligentes como los delfines, y con seguridad mucho más que algunos humanos. Que nunca hay que esperar de ellos nada malo. Que son cariñosos y se dejan acariciar. Que comen de tu mano.
Que viven en los estuarios y desembocaduras de los ríos, allí donde el agua no es salada ni dulce, pero es más dulce que salada. Que su carne es sabrosa, y su piel servía para construir embarcaciones, y por eso los antiguos habitantes de América los cuidaban. Que en Florida, en Belice, en México se pueden ver ejemplares. Todavía. Que a veces, en la época de verano, cuando baja el caudal de los ríos, se pueden quedar varados. Que la contaminación del agua y la urbanización que trae el progreso los ha expulsado de su hábitat natural. Que las embarcaciones de los yates de recreo les producen severas heridas y a veces la muerte. Que las redes de los pescadores y las trampas para cangrejos son a veces el anticipo del fin. Que si es el final de la madre, también lo será el de su cría. Que antes vivían 70 años y ahora no suelen llegar a los 40. Que son adorables. Que lloran. Que, a pesar de su fealdad, son el animal más bondadoso sobre la Tierra. Que son cariñosos y se dejan acariciar. Que comen de tu mano.
Que su único enemigo, el único depredador al que deberían temer, es el hombre. Y que no lo temen.
Y que están en peligro de extinción.
No son tan feos, 🙂
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Bueno, en esa foto salen muy monos, pero date una vuelta por youtube y verás que, guapos guapos, no son.
Pero es el animalito más pacífico del mundo!
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Ya, pero los pintaste tan buenos y monos, que ya solo veo belleza en ellos…
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Jo 😦
Y no son feos, a mí me encantan.
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Me vais a terminar convenciendo de que no son feos…
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Son feos, pero son achuchables, encantadores y únicos entre todos los bichos marinos.
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¡Eso es!
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Nosotras queremos uno!!! Son adorables, yo jugaría mucho con ellos, a mi también me encanta el agua… Tizón hasta los amamantaría, no se fíe de lo que ve en los vídeos que está en plan padrazo tanto con la Alemana, a la que aunque Vd. dice que cobra, lo que hace es educarla con dedicación, como con el gaterío nuevo.
Pues eso, queremos uno, le hacemos un estanque y ya está… Oyoyoyoyoy.
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Y una foca, también queremos una foca. Con «foquitos»….
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Manatíes, focas… ¡Vd. lo que quiere es un zoológico entero!
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Qué pena. Un beso.
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No son feos, son feísimos.
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Recuerdo a los manaties de los albumes de cromos de mi infancia, como el okapi, el casuario, la zarigueya, el frailecillo, el ornitorrinco, la capibara o el marabu … y agradezco tanto la ampliacion de la informacion como el mensaje humano y positivo.
Un salydo, Carmen.
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Son animales extraños. Pero más raros somos nosotros!
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Ademas, al igual que pasa con las personas, si un animal es amable y carinoso, al instante olvidas su posible fealdad.
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Cierto.
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