Lo de Casillas

No puedo resistirlo, así es que no me resistiré. A hablar de Casillas y de su marcha del Madrid entre lagrimones muy al estilo Boabdil. Adiós, Iker, adiós. Que te vaya bien en el Oporto.

El final de Iker Casillas nos ha enseñado algunas cosas, pero sobre todo, hasta dónde puede llegar la manipulación. Un poco como lo de Grecia, el juego de espejos hace aparecer como villano al que no lo es, y como víctima al que tampoco. Porque del mismo modo que se tacha a los europeos de insolidarios, cuando sólo nos ha faltado poner la cama, en el caso de Iker Casillas parece que el Madrid no ha estado a la altura, y es un club ingrato. Ya ves.

Casillas ha sido un gran portero de fútbol, claro que sí. Esto no se puede negar. Y yo lo he admirado mucho, no crean. Pero el tiempo pasa para todos, y también para él. Y el Madrid tiene una exigencia que él ya no puede atender, se ponga como se ponga. Y el Madrid tiene que buscar lo mejor para la portería, y Casillas ya no es lo mejor para la portería del Madrid, salvo si te gustan las emociones fuertes.

Lo que pretendía Casillas era estar en la portería, ocupando un puesto clave, hasta que a él le diera la gana. La portería del Madrid era suya, él se lo merecía por lo que había sido y por “lo que nos ha dado”. Bien. Con ese mismo argumento, se podría alinear a Don Alfredo Di Stéfano, aunque esté un poco fallecido. Y es que Casillas no es un científico, cuya experiencia ý saber acumulado a lo largo de tantos años sea suficiente para jugar de portero. Los porteros eméritos no existen, y de existir, ven el fútbol en la grada, que el banquillo y el campo se reserva para los porteros de mérito. ¿Qué quería Casillas? ¿Quedarse en el Madrid para estar de tercer portero? ¿De verdad lo hubiera aceptado sin enredar? A falta de volver a experimentar lo ya demostrado, el Madrid no sólo lo ha dejado ir, sino que además le paga 8 millones cada una de las dos temporadas que Casillas va a jugar en el Oporto. Un club ingrato, no hay duda.

Todos los no madridistas (con la excepción de algún pipero) y la gente que no tiene ni idea de futbol creen que el Madrid tendría que haber aguantado a Casillas un par de años más de titular. Y luego, renovarle otros dos años más, y luego otros dos y así hasta que pudieran acompañarle sus nietos a su último partido homenaje con la camiseta verde o azul. Un símbolo. Hoy, Anne Igartiburu le ha hecho en su Corazón, corazón un homenaje de lo más tierno. Ha despedido el programa con un “Hasta siempre, Iker”, en vez del tradicional “Hasta luego, corazones” con una emotividad fabulosa. El lagrimeo de su despedida, que luego ha intentado arreglar hoy de mala manera, cuando se ha dado cuenta de su falta de grandeza, se prestaba a la charlotada, desde luego.

El fin de fiesta, con la entrevista a los padres, muy en la línea de los padres del protagonista de Toma el dinero y corre, ha sido el sainete final que explica, mucho y bien, la categoría del que aspira a ser recordado como una buena persona. Su denuncia al Madrid, a escondidas y a través de sus padres, no se conocía. La prensa, si lo sabía, no dijo nada. Pero el Madrid, tampoco. Sería por falta de clase, que no de aspiraciones. Para aspiraciones, las de Iker.

Casillas quería retirarse en el Madrid. ¿Quién se lo ha impedido? No el Madrid, desde luego. Zidane se retiró en el Madrid. Llegó un buen día, dijo que se marchaba, que no se sentía a tope a sus 34 años, que no se encontraba estupendo, renunció a 7 millones de euros del año de contrato que le quedaba y se fue a su casa. Como un señor. O como un madridista sin alharacas. Sin alharacas y sin codicia.

 

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