El gesto y las gafas

Ya les hablé en otro post de mis tribulaciones con las gafas, un elemento decorativo de mi personalidad con el que llevo conviviendo desde los 18 años, aunque he de decir que está pasando de ser una herramienta de descanso a una de supervivencia a pasos agigantados.  El señor oculista tenía razón (CLICK), aunque tal vez demasiada, y ahora ya estoy del todo convencida de que con ellas veo mucho mejor además de evitar tener que comprarme un gadgeto-brazo cualquier día de estos. La cuestión es que esta mañana me he topado con un artículo en la prensa que se titulaba «El lenguaje de las gafas» y me lo he leído, por supuesto. Hasta he tomado notas, no crean, que últimamente no tengo yo mi memoria para otra cosa que no sean números.

Así que he anotado que cada gesto que se hace con las gafas dice algo de nuestra autoestima y de nuestra actitud en una conversación. Si jugueteas con las gafas significa que estás eliminando el estrés y la ansiedad, y ya me figuro yo que si tienes mucho estrés, las gafas pueden salir volando en cualquier momento. Morder una patilla indica seguridad, es un acto de autoafirmación. Nunca hubiera pensado que el estado lamentable de la patilla derecha de mis gafas tuviera nada que ver con mi legendaria seguridad en mí misma. Limpiar las gafas es una forma de ganar tiempo, igual que quitártelas, de manera que si ves a alguien hacer eso, mejor cállate. Luego, cuando te las vuelves a poner, es cuando quieres escuchar, volver a «ver» de nuevo las cosas, así que si hace eso tu interlocutor, aprovecha y lárgale el rollo. Y mirar por encima de las gafas es percibido como un juicio y aunque reconocen que, como yo, muchas personas usan gafas para ver de cerca y se ponen las gafas en la punta de la nariz cuando revisan un documento, recomiendan vivamente no hacerlo si no estás juzgando y no quieres incomodar a tu interlocutor.

Y ahora estamos en el restaurante. ¿Han elegido ya los señores? Quítate las gafas y ponte a limpiarlas. ¿Puedo recomendarles el fuera de carta? Ponte las gafas. ¿Les tomo nota? Quítate las gafas. ¿Qué vino tomarán? Muerde las gafas. ¿Van a tomar algo más? Las gafas en la punta de la nariz.

Y ahora estamos con el jefe en la entrevista de evaluación anual. ¿Cuáles son tus logros del año? Quítate las gafas y ponte a limpiarlas. ¿Revisamos el cumplimiento de objetivos? Ponte las gafas. ¿Cuál es tu balance anual? Quítate las gafas. ¿Qué objetivos esperas al año que viene? Muerde las gafas. ¿Miramos tu bonus? ¡Gafas a la nariz!

Ay, qué tonteridas, que dirían en el Blasco.

PS: No puedo enlazaros el artículo porque hoy ya he llegado al máximo de difusión en el Orbyt y no lo encuentro en la página web del periódico. Sin embargo os enlazo este otro que dice las mismas cosas (yo diría incluso que en el Expansión lo han fusilado, porque algunos párrafos son idénticos). Por si tenéis interés (CLICK).

Contra la crisis, pompones

montoro¿De verdad creen vds que dos y dos son cuatro? Pues he de decirles que vds no saben nada de literatura, ni tienen ningún espíritu imaginativo. Solamente vale decir que dos y dos son cuatro si nos ponemos muy rigurosos y, desde luego algo tiquismiquis. ¿A quién le importan los detalles? ¿Los números exactos? Bah…

Verán, he leído hoy al mediodía este artículo (CLICK) en donde nos cuentan cómo andan las cuentas del Estado, reino de sombras del iluminado Montoro. Si no se lo quieren leer, yo les hago un resumen: aquí no cuadra ni una cifra. Tampoco se alcanza ni uno sólo de los objetivos marcados, pero no pasa nada. Para que se hagan una idea, y ya que no lo han querido leer, tenemos a finales de agosto más déficit del previsto para todo el año. Pero estamos contentos porque será menor al de 2012 (es importante batir al año record de déficit, no crean), si bien para ello los ingresos habrán aumentado menos de lo previsto, pero más que los gastos, que en su caso han aumentado más de lo previsto. O sea, todo al revés pero qué le vamos a hacer: si no se puede sumar, pues que se reste, total qué más da.  Y tranquilos, porque ha bajado la prima de riesgo. Si aumenta el importe de los intereses a pagar es porque los mercados confían en nosotros muchísimo y nosotros estamos aprovechando esta ola de confort y ánimo que nos transmiten, endeudándonos a tope ahora que la prima está fenomenal. Pero fenomenal fenomenal. Es todo felicidad y estamos a diez minutos de proclamar que España va bien.

A esto yo lo llamo la política de pompones. Ya han pasado los nubarrones y nos encaminamos felices hacia, como dijo Montorito hace unos días, «romper con todos los pronósticos«. Y a fe que tenía razón:  los está rompiendo todos. Es verdad que los está rompiendo por el lado que no debe, pero bueno, saquen el pompón y repitan conmigo: todos los indicadores son fenomenales y se están animando. De momento, lo que más se animan son los impuestos, pero habrá que empezar por algún sitio ¿no creen? Miren, sin ir más lejos, ahora van a dar otro golpe de ánimo a las cotizaciones: para que no decaigan, las van a subir. ¿No es todo formidable?.

Yo estoy esperando ver al gobierno al completo salir un viernes del Consejo de Ministros disfrazados todos de Cheerleaders y bailando un can can. A ver, sumar no saben, eso está claro, pero todavía está por demostrar que no sepan bailar. Rajoy´s cheerleaders todos y todas, menos Gallardón, que si da un mal saltito puede atizarle a alguien con el medallón de notario mayor del Reino. Así que un pompón en cada mano y a animar. ¡Todos juntos!: Allez, allez, allez / España va muy bien / Allez, allez, allez / De frente y del revés…

Dos y dos son cinco, y no se hable más. Nada de detalles y de números, que son muy aburridos y engañosos. Mejor la literatura. No sé, Orwell… No, no, mejor no, no lean a Orwell. Si se quieren distraer ¿Por qué no se dedican a imaginar cómo sacar a 17 elefantes de una casa?

La añagaza de los JJOO

Leía hoy un artículo a doble página en Expansión dedicado al interés económico de los JJOO. El asunto es tratado en los diarios generales con unas dosis de propaganda y babeo que me enervan un poco, y aunque el artículo del diario tampoco es como para tirar cohetes, al menos se habla de pasta y de interés económico, que es lo que me parece que importa de este asunto. Y no es porque me quiera parecer a Rajoy, quien ya sabemos que únicamente está concentrado en la economía, sino porque la deuda generada la voy a pagar yo con los impuestos que me confisca Montoro todos los meses.

Les pongo el link (CLICK) para que lloren si es menester. Así es que llevamos 10 años haciendo el indio y todavía en este asuntillo hay que hacer inversiones por 1.500 millones a los que habrá que sumar un gasto de 2.500 durante los Juegos. Una ganga, nos dicen, porque las otras candidaturas costarán más. Es un argumento pelotudo, sin duda, pero a continuación me dicen que el 80% de las instalaciones y el 90% de las infraestructuras están ya realizadas, y que se lleva invirtiendo desde 2005. ¿Y cuánto es eso? No lo busquen, porque ni se sabe. Y a lo que parece, a nadie le importa, que a burro muerto, la cebada al rabo. Lo que sí se sabe es que la ciudad de Madrid arrastra una deuda de 7.500 millones, aunque no es sólo por los Juegos, que también hubo que cambiar la estatua de Colón de sitio.

Por lo visto, es una oportunidad. Nadie dice que sea una oportunidad ahorrar dinero (concretamente 4.000 millones) e invertirlos en otra cosa (¿En pagar deuda? Es una idea…), sino que va a haber un retorno en imagen, atracción turística y construiremos cositas. Una potencia turística que vive el estallido de una burbuja de construcción y obra pública fía sus ganancias precisamente a eso (ganancias supongo marginales, puesto que habrá que descontar lo que se obtendría no haciendo nada). Pero sea, me concentro, confío y me lo creo, y acepto como buenos los ingresos que calculan: 3.500 millones. Ya vamos mal, aunque la pregunta de fondo es:  ¿cuál es el valor que hay que hacer retornar? Porque yo no entiendo que se pueda calcular una rentabilidad sin saber exactamente cuánto se ha invertido. Y suponiendo que alguien sepa cuál es el valor de la inversión (algún marciano, no sé), ¿Hablamos de un retorno a 7 años o a 15, que es lo que llevaremos en 2020 con la tontería? No se sabe. Como siempre que tratamos de dinero público, la falta de rigor solo es superada por la falta de vergüenza.

En su libro La paradoja del bronce, Manuel Conthe nos dice que es muy corriente que, ante las bajadas en bolsa, la gente espere para vender, porque tiene la esperanza de que el valor rebote y poder recuperar algo. Y también es muy corriente que, en los grandes proyectos, se continúe adelante aunque el plan de negocio ya se haya ido a hacer puñetas con el único argumento de «ya que hemos gastado tanto«. En ambos casos, es una imbecilidad, porque si paras, al menos tienes la certeza lo que estás tirando. En el caso de los JJOO, ni siquiera sabemos eso…

El argumento que más me gusta, sin embargo, es el de la ilusión. Esa oleada de optimismo, de autoconfianza, de alegría e ilusión que es lo que necesitamos para salir de la crisis. Ah, y no olviden que estaremos unidos. Todo esto sucederá la próxima semana y luego ya en 2020. En mi opinión, para conseguir todo eso bastaría con no tener que vivir cada día con los bárcenas, urdangarines, Lanzas, ERES, griñanes y campeones, y no leer cómo se despilfarra en 17 mierdigobiernitos y nazionalidades que nos empobrecen cada día. Se ve que, para acabar con eso, no encuentran la forma de hacer alguna inversión.

Con todo, y si me permiten la broma, casi que prefiero que nos otorguen los juegos. Porque si no, estos gobernantes tan contumaces (y tan ridículos) son capaces de presentarse al 2024… Y es que de ilusión también se vive, oigan, y tan bien se vive.

¿Gibraltar? Bah

Tengo algunas razones para que no querer que Gibraltar sea de nuevo español. En primer lugar, creo que ya tenemos bastantes problemas de independentistas y nazionalidades como para añadir a 30.000 plastas más reclamando sus derechos de autonomía e independencia. Y por otra parte, el Estrecho es una cosa muy seria para dejarlo en manos de los españoles por un lado y de los moros por la otra. Que se pasee de vez en cuando una fragata británica por aquí con aires de vecino propietario me da tantas garantías como si hubiera tenido un primo grandullón y macarra en mi época de adolescente. Por lo demás, si los llanitos no quieren ser españoles, pues oigan, puente de plata. Y que lo que ha estado así 300 años puede estar otros 500, a mí me da igual. Siempre que no molesten y no nos perjudiquen, claro. Y ahí está el asunto, en mi opinión.

Pensar que en el sur de Inglaterra los españoles hubiéramos tenido un trozo de roca y lo hubiéramos ampliado para construir un aeropuerto, espigones, y no digamos haber tirado bloques de cemento al mar sin que hubiera llegado una cañonera de la Royal Navy y nos hubiera tirado un pepino de pólvora es ser un ingenuo. Incluso en estos tiempos tan blanditos, los ingleses no se andan con miramientos y sin necesidad de tener una lady que is not for turning, nos hubieran puesto en su sitio. Cosa que no hacemos nosotros con estos alcaldillos arrogantes que gobiernan Gibraltar. Pero nosotros somos un país con muchas carencias, entre ellas el honor, la inteligencia y un orgullo que sirva para hacer algo, y no solo para decir algo. Nuestra valentía se resume en pitar a una viejecita que cruza despacio el paso de cebra, y tenemos la Santa Bárbara sólo para acordarnos cuando truena.

Ya es una imagen muy manida la del Comisario Renault de Casablanca, cuando entra en el bar y se escandaliza “¡Aquí se juega!”, pero es el papelón de nuestro ministro Margallo, y antes que él, de todos los que han sido. Del contrabando y del blanqueo de dinero vive la Línea, y no es nuevo. Ahora sabemos que la arena con la que ganan terreno al mar sale de la playa de Fuentevaqueros, paraíso ecológico, ni más ni menos. ¿Qué razón moral podemos aducir los españoles para denunciar nada? ¿Es que antes de que tiraran bloques de cemento al mar no había contrabando de tabaco? Ahora nos escandalizamos porque vienen a nuestros hospitales sin pagar un puñetero duro de impuestos, porque viven aquí sin pagar aquí, porque por esa frontera entra de todo y nada bueno. ¡Aquí se juega! ¿Y? Pues “y” es que el ministro ya ha dicho que si quitan los bloques de cemento, relajará los controles en la frontera. O sea, que se les dejará traficar. Y un minuto después, pretende que alguien en Europa se crea sus denuncias sobre paraísos fiscales. Recuerda a aquello de Groucho: «si no le gustan mis principios, tengo otros». Es todo tan patético…

Apuesten sobre el final de esta historia. Después de todo este gorileo, acabará agosto, entrarán nuevas noticias, y a la vuelta de un par de meses, se nos habrá olvidado: Picardo seguirá siendo un hombre feliz, nuestros Ministros también, y aquí paz y después gloria. Y dentro de unos años (lo que da cubrir la eternidad) los bloques seguirán ahí, Gibraltar también, el contrabando también y la arena de las playas españolas serán arena de las playas gibraltareñas. Bah.

¡Alerta, calor en agosto!

Hoy hará calor. Un 19 de agosto parece normal tenerlo, aunque las televisiones abrirán sus telediarios comunicándonos la noticia. También hay que entenderlo: los periodistas y editores están en los estudios velando para que estemos permanentemente informados, y claro, como tienen puesto el aire acondicionado, se están enterando por los teletipos. Y luego los gobiernos civiles decretarán una alerta, que será amarilla si la temperatura varía respecto a los recomendables 22 grados, naranja si aprieta un poquillo el Manolo y roja si el asunto se aproxima a los 40. Bueno, yo digo el gobierno civil aunque no sé si esto es cosa del gobierno Central, de las autonomías, de las diputaciones o simplemente del funcionario del ayuntamiento encargado de sostener el termómetro, porque yo me imagino la tontería así de chusca:

– Venancio, que la cosa azul ha pasado la rayita roja
– ¿La de 25?
– No la de 30
– Ah, pues mira en el último bando-ley a ver qué alerta les ponemos

Yo no sé cómo es posible que en Sevilla no se les ha derretido la Giralda en todos estos siglos. Y es que los sevillanos, igual que el resto de españoles, en realidad no se habían enterado de lo que es el calor hasta que no han puesto en marcha el sistema de alertas. Sistema que incluye, además del aviso de las condiciones de temperatura, humedad y viento, unos muy aclaratorios consejos sobre la prevención, que consiste en hidratarse (que no es lo mismo que beber agua), ponerse a la sombra cuando se pueda, no llevar puesta la pelliza de piel de vaca en Agosto, y no dejar al abuelo en el coche mientras hacemos la compra en el Mercadona. También insisten en que no se haga deporte en las horas centrales del día, que eso es cosa que yo critico mucho porque no definen exactamente cuáles son las horas centrales del día. Y así no se puede. Nos van a coser a demandas y reclamaciones todos los deportistas al primer síntoma de calentura poco sudorosa, por lo que no descarto un nuevo impuesto al calor añadido. Pero vamos, en Córdoba nunca habían combatido tan bien la caloreta como ahora, una vez que les han explicado en Tele 5 que conviene bajar las persianas si empieza a dar el sol.

Como yo no sé muy bien si el poblachón depende atmosféricamente del cuadrante noroeste, del tercio norte o del centro peninsular, aquí me tienen, sacando una mano por la terraza para ver qué debo ponerme para llevarme el perro al campo. Pero por otra parte, no sé si a la vuelta me pillará ya la alerta naranja, así que voy a pensar en algún disgusto para volver llorando, que eso refresca siempre las mejillas. En cuanto a Curra, creo que le pondré la camiseta de algodón y una viserita muy mona verde de Gatorade que tengo yo por casa.

En cuanto a vds, les aconsejo que busquen una sombrilla para después de leer este post, a ver si además del calor les sobreviene una sugestión y se me marean. Y oigan, puestos a tener un desmayo, mejor a la sombra, dónde va a parar.

Toros y accidentes

toro1_hornHace tiempo, en la empresa donde trabajo se organizaban todos los años una especie de “olimpiadas” en las que participaban todas las empresas del grupo. En cada filial se formaba un equipo de unas 20 personas y se le enviaba a competir en lo que en definitiva era una gran jinkana. Yo fui un año en que los juegos se celebraron en la Camarga, en el sur de Francia. En esa región son muy aficionados a los toros, así que una de las pruebas, entre el tiro con arco, la carrera de piraguas y la contrareloj en burro (cosas de ese tipo), hubo una corrida à la cocarde, que consiste en que sueltan un torito en una plaza con una escarapela entre los cuernos y los mozos del pueblo se tiran al ruedo para quitársela, con lo que aquello, más que una corrida parece un concurso de recortes. Desde luego, ni en los festejos serios se trata de toros sino de unos novillos muy jovencitos y altos aunque, eso sí, con unos cuernos que parecen velones y una agilidad que ríete tú de los gatos.  Y la cosa tiene su emoción, que es proporcional al peligro, que también lo tiene, sin ninguna duda.

Tal y como era obligatorio, en nuestras olimpiadas dos de cada equipo estaban apuntados para saltar al ruedo. Pero aquello del toro à la cocarde daba para mucho barullo, y al final, ahí saltaba un poco quien le daba la gana. La cuestión es que ninguno de los españoles se tiró al ruedo, ni siquiera para quedarse pegadito al burladero. Desde las gradas, nos dedicamos a bailar y a dar palmas mientras el resto de nacionalidades se daba unas tortas como panes, se dejaban el culo enganchado entre los cuernos del bicho y se rompían algún que otro diente al encaramarse a la grada, que de todo hubo. Y nos decían, entre chichones y rozaduras, “Eh, los españoles ¿por qué no os tiráis?”, y nosotros nos reíamos mucho. No hubo accidentados de consideración, aunque es verdad que aquello que soltaron era casi una vaquilla. Pero tenía sus cuernitos, no crean.

Ayer fue el último encierro de San Fermín y una chavala australiana se llevó un cornalón en el pecho por estar haciendo el idiota en el trayecto del encierro. Bien pegadita a la valla por el lado de dentro, que es en el que se presume de fuertes emociones. Lo que pasa es que también es el lado por donde pasa el toro. Es el mismo lado por donde te puede partir el pulmón de una cornada y mandarte de momento al hospital de Navarra, y ya veremos si terminas tomándote unos chiquitos con Hemingway.  Que si me subo, que si me bajo, me tiro, no me tiro, viva España y San Fermín, toro hey, toro hey. A un lugareño le puede matar un toro, desde luego, pero de lo que no me cabe duda es que sabe lo que es un toro, sabe lo que está haciendo y sabe lo que le puede pasar. O sea, puede tener un accidente. En el caso de estos turistas que se tiran a correr en los encierros, no creo que se pueda hablar de accidentes. Hay una diferencia de grado, que es la misma que hay entre no haber corrido nunca a un toro y ser un perfecto imbécil.

En fin, yo espero que se cure, ella y el resto de la turistada. Del cornalón, porque de la tontería supongo que se curan nada más subirse a la ambulancia…

El porqué de las cebras

Vengo en el coche oyendo en la radio a un señor al que han preguntado por qué las cebras tienen rayas. Antes de qué él empiece a contar todas las teorías que hay sobre esta interesante cuestión, me asalta una duda: ¿las rayas de las cebras son negras o blancas? Rápidamente, como si me leyera el pensamiento, el hombre explica que las cebras son negras en la tripa de su madre, y luego empiezan a salirles las rayas blancas. Y lo dice así, de pasada, como si se tratara de algo que sabe todo el mundo, incluso que yo lo sé, aunque yo no lo sé, o no lo sabía, porque ahora que lo ha dicho ya lo sé, y es así como únicamente se entiende que lo haya dicho así, de pasada. ¿Me siguen? Son ustedes terriblemente listos.

Así es que recuerdo más o menos tres de las teorías sobre las rayas de las cebras. Digo más o menos porque cuando se va en el coche la atención está en muchas cosas distintas, ya saben, el volante, los otros coches, los radares, los pasos de cebra, con sus peatones temblorosos a los lados. En fin, la primera de las teorías es la que dice que son una defensa contra los tábanos, que se marean y no se acercan mucho o, al menos, no se quedan lo suficiente como para molestar demasiado. Otra teoría dice que es para defenderse de los depredadores, que cuando las ven en grupo se marean. Y la tercera que medio recuerdo tiene tambien que ver con agresiones de otros bichos y con mareos disuasorios.

La cuestión, sin embargo, no es cuál de todas las teorías es la buena. La cuestión es por qué, si llevar rayas supone un escudo tan eficaz contra la agresión de otros bichos (un mundo cruel, ya saben), por qué, me pregunto yo, sólo las cebras tienen rayas, y no todos los animales. Por ejemplo, ese antílope de la 2, que siempre corre despavorido, unas veces delante de una leona y otras perseguido por un hambriento tigre. Si tuviera unas cuantas rayas se ahorraría muchos sofocones, desde luego.

Me dirán ustedes que si todos los animalitos de la sabana tuvieran rayas, entonces su efecto disuasorio desaparecería. Probablemente, pero el mareo sería realmente atroz. Y en este caso, el antílope correría haciendo eses, igual que la leona o que el hambriento tigre. Figúrense el espectáculo.

En fin, yo sigo sin saber por qué las cebras tienen rayas, pero a cambio puedo argumentar por qué los documentales de animales son relegados a la 2 de Televisión Española. Menos da una piedra.

Naturalidad, pero menos

DSC_0027 recortadaLa coquetería en las personas no es algo que me moleste demasiado, por no decir que no me molesta en absoluto. Y vaya por delante que yo no soy coqueta, o no lo soy mucho, que en esto, como para casi cualquier cosa, hay niveles: básico, avanzado, y matrícula de honor. Yo me quedo entre un básico + y un avanzado -, o sea lo normal. Por otra parte, debo decir que los genes no se han portado demasiado mal conmigo, y que a poquito que me peine, puedo hasta tener cara de niña buena y ofrecer un buen aspecto. Claro, que cada vez me cuesta más, porque si a los 15 era una monada de niña, a los 20 una chica tirando a guapa y a los 30 una mujer de buen ver, ahora ya ando que no sé si voy para jamona o para mojama, y mientras el cuerpo va decidiéndolo por su cuenta, yo trato de resistir con un buen presupuesto en cremas y no poco buen humor.

Como todo en la vida, hay cosas que se aprenden en casa. Mi padre no era en absoluto un hombre presumido, pero iba siempre impecable, en un tiempo en el que los hombres no se echaban aceites ni David Bechkam tenía barba que recortarse. En cuanto a mi madre, es una mujer pulcra que tiende al despiste estético, así es que la llegada del moño a su vida ha permitido que, en el arte de ir despeinadas, hayamos dejado ya de parecernos. Si vamos a mis dos hermanas, faro de mi juventud y espejo en el que me miro con menos pudor que piedad, parten de una base fisicamente más agraciada y,  sin ninguna duda, me superan en coquetería. Todo esto para decir que en mi familia, eso de cuidarse la piel, ir depilada, llevar el pelo limpio y sin canas visibles, ponerse los zapatos lustrosos y la ropa planchada, y mirarse al espejo para atusarse antes de coger las llaves, son cosas que están pero que muy bien vistas. Y será por costumbre, por afición o por devoción, pero la verdad, no creo que ir aseada y arreglada sea algo que le cueste mucho trabajo a nadie.

Todo esto viene a cuento de algunos comentarios con los que me he cruzado últimamente en los que se despotrica – supongo que esa es la palabra adecuada – contra el arreglo femenino y los modelos de belleza. Los nuestros, los occidentales, no los que imperan allí donde es de buen tono meter a un misionero en una cacerola y merendárselo, o en esos submundos en los que verle a una mujer la tercera falange del meñique exige lapidación. Por lo visto, depilarse las ingles o ponerse tacones es una concesión a una sociedad machista y retrógada que nos reprime, además de constituir la prueba indudable de falta de cerebro y ausencia de bondad. O sea, que si te pintas las uñas, es que no tienes ninguna belleza interior y encima estás completamente alienada. Ay, Jesús, las sales.

Hombre, yo comprendo que si eres una especie de albóndiga con bigote y tienes cara de taza, se te haga muy cuesta arriba lo del maquillaje y los tacones, y te dé pereza hasta levantarte de la cama. Pero si tiras de ti, con una buena cremita, la ropa adecuada y a lo mejor unos taconcillos de cuatro centímetros, y sobre todo, haciéndote el labio en la peluquería (el tirón es un segundo, te lo digo yo), al menos se te pasará la grima al mirarte en el espejo. Así es que yo creo que todas esas chaladas que protestan contra las uñas pintadas, las falditas cortas, los tacones generosos, la raya en el ojo, y el lipstick de Estée Lauder, lo que les pasa es que, además de albondiguillas, son unas vagas que prefieren abandonarse a una axila con pelos antes que intentar tener un aspecto que no provoque el mismo shock que provoca un gusano en la ensalada: sí, es muy natural, pero da bastante asco. Y la pereza es tan pecado capital como la vanidad, que en eso no hay perdones de primera y de segunda.

Hay que ser muy guapa y estar muy bien hecha para permitirse el lujo de la naturalidad total. Y como eso es la excepción, es de agradecer que las mujeres se tomen alguna molestia (sólo un poquito, un si es no es) para que, lo de estar monas, no se convierta en una descripción literal. ¿Que todo es una convención social y cultural? ¡Naturalmente!

Informes, informes y más informes

Aquí de economía va a terminar opinando hasta el portero del Real Madrid, y si no al tiempo. Lo que ya no les puedo asegurar es si será el titular o el suplente, entre otras razones porque ya no se sabe quién es el titular y quién el suplente. Ya en su día, Guardiola hizo una incursión en la economía social, cuando dijo aquello de que lo importante no era que ganara el Barcelona, sino que había mucho paro. O lo mismo no dijo exactamente eso, pero por ahí le andaba. Y es que yo tiendo a olvidarme de las declaraciones cuando sólo se busca un momentito de notoriedad: para eso soy muy obediente.

De lo que le pasa a la economía española, aquí saca informes hasta el gato. La OCDE, el FMI, el BCE, la Troika, Bruselas, Estrasburgo, la Comisión, el Banco de España, el Círculo de Empresarios, la CEOE, el BBVA, la AEB, Draghi (que no es un organismo, pero lo parece), los de FAES, el CIS, el INE, el Ministerio de Economía, el de Hacienda, el de Empleo, el de Agricultura, el de Fomento, Cáritas Española, los de KPMG, la CNMV, los sindicatos, la FEB, el Financial Times, y la secretaria de Pedro Jota a partir del resumen del Expansión. Lo único que se precia para que un informe tenga su rato de gloria es que no coincida con ninguno que anteriormente se haya publicado. Por lo demás, cuanto más opciones tenga de ser resumido en un par de frases, mejor.

Y esto en cuanto a informes, que luego están las declaraciones de todos los personajes que van desfilando por las televisiones y las radios y haciendo declaraciones a diestro, a siniestro y a troche y moche. Si vds se fijan, la mayoría de los declarantes tienen los labios finos, son calvos y llevan gafas, y si no se han fijado es porque, realmente, son calvos, llevan gafas y tienen los labios finos. Con la excepción de Draghi, al que sólo le falta el micro para convertirse en la rana Kermitt, y del Ministro Guidos, que a veces nos regala su presencia con un grano rojo en la nariz que le acerca los laborables a Pompoff y los feriados a Teddy, el resto son personajes olvidables que dicen una cosa hoy y mañana pueden decir la contraria y hasta parecer un concursante de Masterchef, y ustedes no se dan cuenta ni aun en el improbable caso de que repitan corbata, y ya no digamos si repiten informe. Ah, y se me olvidaba mi personaje preferido: Christine Lagarde, a la que se le va a caer el pelo por un sospechoso affaire justo ahora que le estaba creciendo una media melena de lo más aparente, después de años haciendo carrera con un peinado a lo garçon que le acercaba virtual y virtuosamente a los calvos con gafas, de labios finos pero con una mala leche de tomo y lomo. O de diestro y siniestro, que también.

A mí hace mucho que dejaron de marearme. Hay en todas estas declaraciones un poso de impostura que tiene que ver más con la ucronía que con la utopía, y más con la diarrea que con la berrea. Vds sigan a lo suyo, que todo esto no tiene la menor importancia y tal vez cuando por fin se callen todos, habremos logrado sobrevivir. Y si no, espero que en la Eternidad alguien les ponga un esparadrapo en la boca y les dispense un diazepam, para que se relajen.

Los loros del Congreso

Ayer se destapó la noticia de los precios que pagan los señores diputados y la cofradía de periodistas y políticos que se dejan caer en el Congreso a la hora de la comida o del desayuno. Así es vd y yo con nuestros impuestos les pagamos una subvención, y así un menú de cosas bien ricas les sale por 9 euros. Esto de tener una ayuda por comida no les pasa ni mucho menos a todos los trabajadores, no desde luego en la mayoría de las Pymes españolas, ni es algo que se puedan permitir los autónomos. Y por cierto, que cuando sucede en una empresa privada, eso lo costean los clientes, no los contribuyentes forzados por la ley a pagar este tipo de prebendas. Que les salga el café a 0,85, no sé a vds, pero a mí me parece un chollo, porque a mí me cuesta 1,30, que es lo que cobran en las cafeterías normales.

El colmo es que tienes que escuchar o leer al tertuliano de turno decir que eso es el chocolate del loro. No, no es el chocolate del loro, sino el humo que te dice dónde está el fuego. Estos señores diputados se creen que trabajan en una multinacional en donde pueden aspirar a tener lo que se llaman beneficios sociales, sin tener en cuenta que en la empresa privada esos beneficios sociales se dan para tener contento al trabajador, para que haya un buen clima laboral, para que el empleado no piense en largarse a la competencia y sobre todo, para redondear el sueldo del empleado con algo que cuesta mucho menos que el valor percibido que tiene.

 

¿Y AHORA ME PUEDEN DECIR VDS CUÁL DE ESTAS RAZONES JUSTIFICA QUE LOS CONTRIBUYENTES TENGAMOS QUE PAGAR ESA MAMANDURRIA?

 

La noticia de al lado me cuenta que Rajoy ha conseguido que este año tengamos un objetivo de déficit mayor que… ¡EN 2011!. Y además le pide a Bruselas que las ayudas al desempleo juvenil no computen en el déficit. Supongo que necesita los 3.000 millones para repartirlo entre los caciques de su partido, con los que se ha reunido para repartirse las sobras del expolio que practica el psicópata de Montoro lo más asimétricamente posible y así contentar a todos, lo que significa darles el máximo posible y no el mínimo deseable.  O sea, que siguen a lo suyo. Y a lo nuestro, porque a lo que se ve les molan mucho las ventajas de algunas empresas privadas sin tener que atender a ninguna de las obligaciones, como son que en una multinacional a ningún directivo ni a ningún jefe de medio pelo, ni siquiera a un empleado normal y corriente se le consiente cumplir objetivos con tres años de retraso. A ese empleado se le pone de patitas en la calle o se le quita de en medio y se le lleva a donde estorbe menos, sin más. Ni se permite poner en marcha una reforma o realizar una inversión sin presentar un análisis exhaustivo con datos medidos, objetivos y rigurosamente tasados. Ni saltarse las reuniones permanentemente, como hacen ellos. Ni mentir con los datos, falsificar papeles o recibir comisiones por servicios al margen de la empresa.

Yo creo que, ya puestos, deberían bajar todavía más el precio de las bebidas alcohólicas: así, mientras esta pandilla de zánganos se maza a gin tonics, no nos siguen fastidiando la vida con sus leyes inanes y sus parloteos absurdos. Que se los tomen de buena mañana, después del café y antes de la comida, que para eso les sale bien de precio.

 

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