Elecciones

Sobre las elecciones del domingo, les supongo con los informativos vistos, los datos analizados y todas las opiniones leídas. Suerte que tienen. Yo llevo fuera dos días y salvo algún comentario en la radio y algún titular leído a trasmano en la recepción de un hotel, tengo poca opinión. Diré que, de las elecciones andaluzas, sorprende la incapacidad pasmosa de las empresas de encuestas para dar alguna previsión que aporte sentido al uso de esa palabra. De creerles, ahora Arenas tendría no una mayoría absoluta, sino dos o tres. Si he comprendido bien, la mayoría se situaba en 55 escaños, y el PP se ha quedado en 50. O sea, que el balón ni ha rozado el poste, y la estirada del portero se ha quedado en una palomita de adorno. Estos arúspices, antes especializados en contarnos tendencias y ahora en no dar ni una, otorgan con su torpeza victorias morales y derrotas dulces, y provocan de paso un terremoto emocional muy alejado de la aritmética y del sosiego que necesitamos.

Entre medias, a los andaluces se les ha puesto a caer de un burro. Por lo visto, la categoría de infraespaña es patrimonio de Andalucía, una magnífica tierra que tiene de todo, desde potencia demográfica hasta una Alhambra que quita la respiración. Nadie, o muy pocos, repara en que el pueblo también se pone muy desagradable cuando vota a etarras para la alcaldía de San Sebastian, a histriones bajo sospecha en Valencia o a ineptos consolidados en Canarias, por no hablar de esa cosa tan viejuna y apolillada como es el nacionalismo, con toda su espectral estupidez, que exhibe su estulticia en ese oasis de irracionalidad que es la Generalitat catalana. Lo que es chocante es que les llamemos ignorantes ahora y sólo se lo llamemos a ellos. Si se fijan, lo de Juan Guerra fue a finales de los 80, y ahí seguirá el Psebre, trincando, pero no por los andaluces que lo han rechazado claramente en las urnas, sino por una IU que tal vez debería tener algo menos de remilgos ideológicos y algo más de gusto por la higiene y el buen olor.

Y es que en todas partes cuecen habas. O fabes, que hay que decir algo de Asturias. Verán, un fulano con más ego que diplomacia tiene un ataque de cuernos, provoca un sainete muy costoso, en dinero y sobre todo en tiempo, destroza dos partidos y se pega un tiro en el pie. Todo en menos de un año. El colega aduce que no podía gobernar, como si necesitara dar explicaciones después de esta sucesión de despropósitos. Pero lo más divertido es comprobar cómo los mismos que piden que gobierne el partido que más escaños ha sacado en Andalucía, consideran normal, lógico y deseable que la derecha se junte en un pacto entre minoritarios para gobernar en Asturias (después de haberse sacudido hasta en la dosis de sidrina). Y viceversa, viceversa, no se me vayan a encampanar.

En el colmo de nuestras desdichas, como si tener elecciones cada tres meses no fuera demasiado castigo, aparecen desde detrás de una pancarta los inefables Tocho y Pocho arrogándose la victoria de unas elecciones en las que no figuraban en ninguna papeleta. Como buenos sindicalistas, hacen con las urnas como con el trabajo: no se presentan, pero estorban.

Toulouse y los pelos en la sopa

En Toulouse, un tipo montado en una moto con casco se pasa una mañana por una escuela judía y se lía a tiros. Como resultado, cuatro personas muertas, 3 niños y un adulto. Todos judios, y el adulto mucho, porque era un rabino.

El primer reflejo, cuando pasa el estupor inicial, es pensar en la ultraderecha francesa, el Lepenismo, un nacionalismo vulgar y corriente, o sea contrario a todo aquello que sea diferente a lo propio (religión, nacionalidad, raza, lengua, gafas, césped…). Todo el mundo, casi sin excepción, clama ante la barbarie y está de acuerdo en que se trata de un asesinato inaceptable. Todos excepto los lepenistas, claro, que pueden comprender que la gente esté hasta la coronilla de extranjeros en su país y un día a uno se le vaya la cabeza…

En poco más de un día, nos enteramos de que debajo del casco de ese mal nacido no iba un cabeza rapada, sino un barbudo de Al Qaeda o de cualquier otra excrecencia islámica. Bueno, era una posibilidad porque, tratándose de judíos, hay que decir que la única diferencia notable entre que el asesino fuera un nazi de cabeza rapada o un barbudo seducido por la Edad Media es la distribución, abundancia y formato capilar. Porque, amigos, las motivaciones y argumentos de estos asesinos no se sitúan en el exterior de la cabeza, sino en el interior, y ahí la diferencia de batido ideológico entre un candidato a miembro de un einsatzgruppen o un muyahidín es indistinguible.

Sin embargo, hay peluqueros exquisitos entre nuestra extrema izquierda (y entre alguna izquierda no tan extrema), que consideran que los barbudos en el fondo tienen su puntito de razón. Y esa razón la encuentran en el pueblo palestino, y más concretamente en los niños palestinos muertos por los israelíes. Esa izquierda retrógrada, con su hipocresía habitual, se alegra cuando un fanático pone unos cuantos niños muertos en la balanza, por aquello de compensar. Y tanto tanto compensan, que terminan por defender lo mismo que los lepenistas…

Hoy he llegado a leer en Twitter que «Si en Francia no hubiesen (sic) colegios judíos, el asesinato no se hubiese producido«. Esto da tanto asco como encontrarse un pelo en la sopa. Y encontrarse un pelo en la sopa es repugnante, lo mismo da si es un pelo corto de la cabeza o uno largo de la barba.

El terrible resultado de 1512

Supongamos que es verdad. Supongamos que la historia es tal y como la cuenta la izquierda abertzale, y que los pobrecitos vascos y navarros no tienen estado porque se lo quitaron hace 500 años España y Francia. Supongamos que es verdad que los castellano-aragoneses entramos a sangre y fuego en Navarra, y desde hace 500 años les hemos oprimido terriblemente. Supongamos que es verdad que, hace 500 años, los vascos no integraban las tropas castellano-aragonesas lealmente. Supongamos que es verdad lo que pone aquí.

Bueno. ¿Y?

Con conquista feroz y todo, hoy, el País Vasco es la región con mayor renta per cápita de España, (un 91% más que Extremadura) y Navarra es la 3ª. El País Vasco es la región con menor índice de paro, y Navarra la 2ª. En Esperanza de vida, Navarra ocupa el 2º puesto y el País Vasco el 6º. La región con menor tasa de pobreza en España es el País Vasco. ¿Saben cuál es la segunda? Navarra. En cuanto a índice de Bienestar, la 1ª es el País Vasco y la 2ª, Navarra. Y no sigo mirando cositas. Por supuesto que las estadísticas de Eurostat y del INE pueden mentir, pero tampoco nos extrañemos: dos de las mejores universidades españolas están en Bilbao y Navarra y 3 de las 35 empresas del Ibex (que yo sepa) tienen su sede social en el País Vasco, lo que no deja de ser casi un 10% para una región con el 4% de la población española. Si tuvieran su propia bolsa (Vascoex 35), serían el 100% de las empresas, esto también es verdad. Cuánto expolio.

Naturalmente, su gran desarrollo es debido a la probidad, esfuerzo, inteligencia y hasta galanura de vascos y vascas,  esa raza oprimida. Pero resulta que el apellido más corriente por allí arriba es García (25%), luego Fernández (19%), luego González (18%) y luego Rodríguez (14%). Eso es por la conquista, no hay duda. Los navarros, sin embargo, han sido colonizados, además de por Garcías, por Martínez y Pérez. Si es que no se les puede tener tan conquistados, cuánta opresión…

Si no fuera por todos los muertos que no llevan en su conciencia, estas sandeces de infames Goebbels con trasquilones serían muy divertidas. Me da a mí, aunque esto es sólo una interpretación, que como este año celebramos el aniversario de la Constitución de Cádiz, la izquierda abertzale se ha cogido un ataque de cuernos sólo de pensar que, por un día, no iban a ser los protas. Y se han encontrado con el año 1512. Hasta para eso tienen suerte, estos cabrones…

Inside Spain

Después de la aclamada Inside Jobs, en donde se cuenta la maldad de los mercados en el proceso de empobrecimiento de los países acomodados, habría que hacer un Inside Spain. Los telediarios de estas dos últimas semanas se prestan a realizar un buen documental de 90 minutos. Podría competir en los Oscars 2013, y optar también a los mejores efectos especiales, en la categoría de thriller.

Inside Spain sería un documental que podría tomar como hilo conductor las deudas de las Administraciones públicas con empresas privadas, por ejemplo. Unas administraciones que en época de vacas gordas no bajan los impuestos y en época de vacas flacas los suben, y que después, cuando la única vaca posible es la vaca que ríe,  eligen como mantra para sindicatos, izquierda atocinada y derecha incauta que hemos (nótese la persona verbal elegida) vivido por encima de nuestras posibilidades. Nada más falso: Inside Spain mostraría cómo las Administraciones han vivido exactamente conforme a sus posibilidades: falta de rigor, de responsabilidad y de respeto, las 3 erres que se deben garantizar, bajo pena de destierro, cuando se trata con el dinero de los contribuyentes (no del Estado, matiz que suelen olvidar).

En el papel estelar de oso moroso y sin madroño, Don Gallardón, Ministro de Justicia y Notario Mayor del Reino, que podrá explicarnos con gentil verbo cómo la posibilidad de gastarse el dinero que no tenía le permitió llevarse el ayuntamiento al Palacio de Cibeles o cambiar la estatua de Colón de sitio, ejemplos de servicio público básico que cualquier alcalde debe atender aunque deje a deber a unos cuantos. El señor notario dará fe de cómo se endosan esas facturas sin pagar a un pool de bancos, que concede al Estado un generoso crédito a diez años, con dos de carencia. Condiciones que antes han negado al pardillo que realizó la entrega y que cerró la empresa esperando cobrar por su trabajo. La buena noticia es que el pardillo se librará de volver a pagar, vía impuestos de sociedades, la quita, el interés y la carencia del crédito. ¡Y que no se queje tanto, hombre! que ahora tiene wifi en las paradas del autobús y puede entrar en el internete a mirar ofertas de empleo mientras espera el 127, que le lleva derechito a la Oficina del INEM.

El entramado de empresas públicas sin ninguna utilidad no debe ocupar demasiado tiempo en el documental. Con decir 4.000, ya uno se hace cargo del número de paniaguados que tienen un cargo de director general con firma y tarjeta de crédito sin control. En modo flash y adornado con música de sevillanas, los ERES y la cleptocracia generalizada de Andalucía, amparada en una deuda histórica prometida y nunca cobrada (o sea, lo normal) con el folclore añadido de facturas en prostíbulos y gastos en farlopa. Imprescindible también la sucesión de alcaldes y presidentes de la nada clamando por la herencia que nunca les llegó en forma de transferencias de un Estado Central tan inerme como voraz, plagado de buitres repartiéndose a dentelladas el dinero de una Administración Pública que por no tener, ya no tiene ni vergüenza.

El españolito, al fondo, entretenido con televisiones autonómicas anegadas en deuda y partidos de fútbol de clubes con un gasto desquiciado, votando por lo que cree y no por lo que constata, y que no se rebela nunca ante la confiscación permanente de sus bienes. El españolito que añora aquellos tiempos de vacas gordas en los que el Estado, en vez de bajar impuestos, se endeudó para vivir conforme a sus posibilidades de incuria. El españolito que viene al mundo y que pide a gritos que le guarde Dios, porque una de las dos Españas (la pública) ha de helarle el corazón…

Rueda de prensa en español

Leo en el periódico que el Departamento de Estado de EE.UU. ha empezado a usar el castellano en sus comunicaciones. Ayer, se ofreció una rueda de prensa íntegramente en español. El promotor de esta iniciativa es Mike Hammer, subsecretario interino para asuntos de Prensa. No se trata de simples traducciones, sino de ruedas de prensa independientes de las realizadas en lengua inglesa. El interés es que se hacen preguntas distintas, relacionadas con Iberoamérica o con otros asuntos de interés social, y muchos periodistas de medios anglófonos acuden también, por si salta la liebre. Lo que persiguen es encontrar «formas de comunicarnos con una audiencia global«. Y luego dice el Sr. Hammer: «por eso hemos hecho ruedas de prensa en otros idiomas como el árabe o el chino, aunque… el español tiene más tirón

Anda, pues claro. ¿Pero cómo no va a tener más tirón el español que el chino o el árabe, alma de cántaro? A los chinos y a los árabes no hay quien les entienda, no hay más que oirles hablar.  Y ya intentar leer algo de lo que escriben, santo cielo… Y además ¿Qué van a preguntar los periodistas sobre China, si está lejísimos? Lo normal es que quieran enterarse de lo que tienen al lado, y que tengan interés en relacionarse mejor, comunicarse mejor y entenderse mejor con aquellos con quienes tienen más fácil comerciar.

Cuando leo estas cosas, no puedo dejar de sentirme una privilegiada. Y vds, que me están leyendo, también lo son.  Nos comunicamos en una lengua que otros tienen que esforzarse por aprender si quieren ser mejores. Nosotros, ese esfuerzo, ya no lo tenemos que hacer.  Y esto solo lo podemos decir nosotros y los ingleses, aquí en Europa. ¿No les parece fantástico? A mí me parece genial.

Sólo el incompetente echa la culpa de su mediocridad a la herramienta que utiliza. Y sólo el que además de incompetente es idiota, elude dotarse de herramientas mejores a aquellas de las que dispone para conseguir sus objetivos. Hammer, en español, significa martillo. Y yo creo que ha dado en el clavo.

 

¿Por qué no te callas?

No, no voy a hablar hoy de aquella situación tan hilarante protagonizada por el rey Juan Carlos y Hugo Chávez hace unos años, sino que hablaré del cine. Del cine francés, en concreto.

Entre los Goya y los Oscars nos han pasado desapercibidos los premios César (pronúnciese sesaggg, con acento en la aggg), que son, como a los franceses les gusta publicitar, la antesala de los Oscar. Naturalmente, para ellos los Globos de Oro son la antesala de la antesala, o sea, el descansillo de la escalera aproximadamente. En cuanto a los Goya, su consideración bascula entre el cuarto de la chacha y ese pequeño aseo donde mandamos a lavarse las manos al fontanero.

Los franceses han elegido como nombre para sus premios el del escultor que creó la estatuilla, una especie de tableta de turrón de guirlache. Por supuesto, nada que ver con aquel emperador romano que conquistó Las Galias con el único objetivo de escribir después un libro y que luego se dedicó a desparramar frases ingeniosas del tipo Veni, vidi, vinci o Alea Jacta est por otros pueblos mucho más ignorantes y de menor glamour.  Finalmente, en París ya nadie espera que Vercingetórix levante la cabeza y por otra parte, muerto Goscinny y retirado Uderzo, podemos concluir que toda la Galia está ocupada. Así es que, para sus guirlaches, los franceses hacen películas como la de un tal Philippe Le Guay (del Paraguay), que se llama Les femmes du 6ème étage, y le dan el Sesagg a Carmen Maura (pronúnciese Mogáaa), que estará seguramente excelente en el papel de vecina espangouine del inmueble.

Pero ya pensando en dar el gran paso al salón, los franceses debieron preguntarse ¿Cómo hacer para que nos den un Oscar? Y en un acto heroico que es muy de agradecer, determinaron que lo más práctico era cerrar la boca. Y es que cuando se quedan mudos, los franceses no sólo lo bordan: es que reciben el agradecimiento del mundo entero. Mundo entero que les otorga también el premio a la mejor Banda Sonora, para que no empiecen a quejarse de que no se les escucha, que estos galos son muy resabiados y te montan un Alesia por un quítame allá un purcuá.

Lo que nunca nos reconocerán es que, en el fondo, le han copiado la idea al Rey de España, aquel inolvidable ¿Por qué no te callas? Ay, si sus guiñoles se propusieran salir en los Simpson… Pues eso: que tendrían que echarle talento y salir Dujardin.

PS: Después de esta entrada, espero conservar al menos un amigo francés. Al menos al que me ha dado la idea…

Si me quereis, irse

La palurda dejó ayer unas patatas cociéndose en un perolo, se secó las manos en el delantal, agarró las llaves de casa y se fue derechita a la puerta de los juzgados de Palma de Mallorca a tirar un huevo al Iñaki, el marido de la Cristina pa más señas. Allí se encontró con un centenar de personas, comprometidos todos con la justicia como ella, comprometidos todos con la igualdad como ella, y algo más desocupados que ella, que no en vano se había dejado sin hacer la última pasada de Scotch Brite por el fregadero.

Y pensarán vds que ese tipo de palurdas sólo se encuentran en la España de La Noria y el Sálvame. No, qué va. Esas mujeres se sentaban a hacer ganchillo en la Place de la Concorde a finales del siglo XVIII, escupían a los condenados a la crucifixión en la Judea de antes de Cristo y animaban a los linchadores de negros en la América de principios de siglo. Esa mujer es la que grita «¡Un judío, un judío, matadlos!» cuando ve salir a Wladyslaw Szpilman, el pianista de Roman Polanski, del apartamentito en el que se esconde. Esa mujer es, básicamente, un ser humano. Muy básicamente, eso sí.

A esa mujer, hace catorce años, se le quemaron los macarrones porque se sentó delante de la tele para no perderse ni un detalle de la boda de la Cristina, y se le fue el santo al cielo. Luego, un verano, fue con una amiga a agitar banderitas y a llamarles «requeteguapos» a las puertas de Marivent. Los tuvo aquí, mira, donde estás tú, a un palmo. Sacó una foto a los crios de la Cristina con el teléfono, pero no te la puede enseñar porque se la ha llevado la Vane al colegio para enseñársela a sus amigas.

Con la de vueltas que da la vida, no me extrañaría que dentro de poco las revistas más viscerales nos cuenten la «verdadera historia de la infanta que fue capaz de renunciar a sus derechos dinásticos por amor, ese amor verdadero que no conoce límites«. Para entonces, la Vane se tomará una pechuga de pollo a medio hacer, porque a su madre se le habrá ido la mañana mirando las fotos de las revistas. La buena noticia es que la Vane se podrá freir un huevo, porque esta vez no hemos tenido que usarlos para tirárselos al marido de la Cristina.

Yo le aconsejaría a la Infanta que fuera aprendiendo a pronunciar eso de «¡si me queréis, irse!«. No es efectivo, pero da colorido si el pueblo se manifiesta.

Tú, labora

Se me cruzó ayer una actualidad muy fea que no quise dejar pasar. Una ha tenido veinticinco años para bailar con las canciones de Whitney Houston, y veinticinco años para ponerse a trabajar, al principio en lo que pude, y después en lo que me gustaba. Empecé como todos, con un contrato en prácticas y ganando considerablemente menos de lo que gano ahora. Y entonces, como ahora, el paro era aterrador. Y entonces, como ahora, la legislación laboral era prácticamente la misma.

En España, cualquier cosa que pasa genera de inmediato un montón de manos levantadas al grito de «¡Me opongo!», ya se hable de una sentencia de 1.500 folios o de la pesca del calamar. Naturalmente, la Reforma Laboral, que es un asunto que nos afecta a todos, no podía quedarse sin sus opositores de nómina, que protestarían aunque el gobierno hubiera legislado 70 días de indemnización. Son los auto denominados «agentes sociales» que piden tiempo para llegar a un acuerdo y para negociar, cuando desde 2010 se les ha dado numerosas oportunidades para aportar algo. ¡Si hasta marearon a Zapatero! Pero para quien lleva diciendo las mismas melonadas desde el siglo XIX, el tiempo es una dimensión inexistente. ¿Qué aportan vds, señores de los sindicatos? Yo les diré qué aportan: unas enormes barrigas, inmovilismo y una pose chusca, como de género chico. Una pose verbenera y viejuna, que no se sabe si parecen Don Hilarión y la Tía Antonia o Maricarmen y sus muñecos cuando se les ve por la tele agarrados a la pancarta, y que provoca una profunda desolación cuando se te pasa el cabreo. Dicen que tienden la mano. Yo diría que más bien la ponen cuando pueden y la meten cuando no les miran. Nunca les han importado los parados, ni los trabajadores de la pequeña empresa, ni los autónomos que generan empleo, nunca han luchado por ellos. Les importan sus millones de euros en formación, sus liberados, y el mamoneo de vivir de la teta del estado sin necesidad de tener afiliados. Así es que yo, de entrada, me opongo a todo lo que digan este par de mamarrachos porque, para mí, viven de salir en la tele como cualquier friki de Gran Hermano.

Y una vez medio desahogada, veré si puedo desahogarme del todo. Hombre, 45 días por año trabajado ya había y hemos llegado a cinco millones y medio de parados, así es que no parece que el coste del despido sea el «driver» principal (que diría Don Luis de Guindos) para atacar el problema. El despido libre ya existe, por cierto. Se llama contrato temporal y lo puso en marcha Felipe González. El ERE de 20 días por causas organizativas ya existe, y si no funciona como previsto es porque la Administración no funciona (ni como previsto ni como no previsto), así es que en vez de mejorar el arbitraje de la administración, se quitan de enmedio. ¡Señor! Sí parece buena cosa las ayudas a la contratación, aunque no alcanzo bien a comprender por qué a un joven que ha encontrado un trabajo tenemos que seguir pagándole el 25% del subsidio, o por qué no se rebajan las cotizaciones drásticamente… En todo caso, lo que tenemos hoy no funciona y ojalá que esta reforma sirva para generar riqueza y empleo, pero me parece que se han quedado cortos en algunas cosas y poco imaginativos en otras. En fin, por algo hay que empezar, y tendremos que comernos esto, las clases medias que aun tenemos trabajo, como nos hemos tenido que comer la subida de impuestos, sin que se vislumbre todavía una reforma «pretty agressive» de las administraciones públicas (que gastan el oro del moro y generan una mora de la pera), y sin que se meta mano a ese funcionariado parásito y absentista que destroza la competitividad del país.

Leía ayer que Isidro Fainé, presidente de La Caixa, sacó a relucir hace poco un informe de Funcas según el cual cuatro de cada cinco personas inscritas en el INEM perciben algún otro tipo de renta al margen del seguro del desempleo. ¿Cómo evitas que yo prefiera pagar una factura sin IVA al fontanero? ¿Cómo haces para que a mí me sea más rentable trabajar que percibir el paro? ¿Cómo consigues que a un empresario le traiga cuenta blanquear a sus trabajadores? ¿Arde Atenas? ¿Quién es más pecador, la que peca por la paga o el que paga por pecar? Pues eso.

Y como diría Aznar, «vaya coñazo que he soltado«.

Templar gaitas

Usar de contemplaciones para desenojar a alguno, o para aplacar y satisfacer a unos y a otros. Según Seijas Patiño, en su Comentario al «Cuento de cuentos», de Quevedo, proviene «del modo como en los instrumentos de cuerda y viento se tocan todas las llaves y registros para armonizar los tonos. Es frase familiar de graciosa y exacta formación».

Esto es lo que pone en la página 293 de El porqué de los dichos de José María Irribarren. El Correas es más escueto. Dice así en la página 648 de su Vocabulario de refranes y frases proverbiales:

Templar gaitas – por llevar mal la condición de alguno, siendo molesta.

Y digo yo, en mi paciente contar hasta mil de una jornada de miércoles:

Templar gaitas. Dedicación agotadora y no suficientemente remunerada de la que se obtiene poco beneficio para los nervios. Al gaitero se le ha visto en un bar, acodado en la barra y beodo perdido, gritando «me quiero morir» a pulmones llenos. El bar se encontraba en un municipio de las Islas Feroe.

Democracia con denominación de origen

La semana pasada, los mandatarios europeos (repito, europeos) se reunieron por enésima vez para tomar medidas al muerto, al que ya no le queda más tela para remiendos. Son los sastres más patosos que conozco, aunque cabe pensar que no tienen nada que hacer durante el weekend, y mientras el resto de los mortales se va al cine los sábados, ellos se van de cumbre. Por lo demás, el mundo gira y el tiempo pasa. Ellos dicen trabajar para los ciudadanos europeos, aunque no pierden de vista a los pueblerinos que les votan. Y es que el rey está desnudo, pero se le ven las guerras comerciales asomar por detrás de las corvas cada vez que se pone de pie para posar en la foto, con todas las vergüenzas al aire.

Así es que parecía que todos estaban, por fin, de acuerdo. Tú no le pagas a este de aquí, y el otro de allá que se jorobe para que no coja ventaja y ya veremos cómo toreamos mañana al de enfrente si los chinos nos dicen que tururú. Euforia. Besos, ternura, un derroche de amor, una locura. Y de pronto, va el Sr. Papandreu y se descuelga diciendo que bueno, que casi mejor que se lo va a preguntar a los griegos, que a ver qué piensan ellos.

WHAT DID YOU SAY???

Y nuestro Papandreu contesta que sí, que va a aprovechar que tiene a muchos griegos en la plaza Sintagma para hacerles un par de preguntillas. Bueno, o tres, que ya que estamos igual aprovechamos para preguntar si quieren cambiarle el nombre a la plaza. Y llamarle «Logaritmo».

Con la democracia hemos topado, griegos tenían que ser. Y la Bruni otro fin de semana en casa, con el crío…