Usar de contemplaciones para desenojar a alguno, o para aplacar y satisfacer a unos y a otros. Según Seijas Patiño, en su Comentario al «Cuento de cuentos», de Quevedo, proviene «del modo como en los instrumentos de cuerda y viento se tocan todas las llaves y registros para armonizar los tonos. Es frase familiar de graciosa y exacta formación».
Esto es lo que pone en la página 293 de El porqué de los dichos de José María Irribarren. El Correas es más escueto. Dice así en la página 648 de su Vocabulario de refranes y frases proverbiales:
Templar gaitas – por llevar mal la condición de alguno, siendo molesta.
Y digo yo, en mi paciente contar hasta mil de una jornada de miércoles:
Templar gaitas. Dedicación agotadora y no suficientemente remunerada de la que se obtiene poco beneficio para los nervios. Al gaitero se le ha visto en un bar, acodado en la barra y beodo perdido, gritando «me quiero morir» a pulmones llenos. El bar se encontraba en un municipio de las Islas Feroe.
Templar gaitas, en acepción no musical, y yo misma, son términos antagónicos. En la acepción musical también porque odio las gaitas.
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Ya, T., ya. Pero hay días que una preferiría trabajar en el campo con las ovejas (merinas). Al menos no se para para discutir tontadas, sino para pisser.
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