Xabi Alonso, después del partido en Lisboa, disfrutando del momento.
Ya es nuestra. Y van diez.
Hala Madrid.
Estoy como en capilla. En un estado de espera latente, en un estado de letargo, como de silencio cauto, por temer que si digo algo lo mismo rompo un embrujo.
Hasta el sábado quedaba por saber quién ganaba la liga. El Madrid dejó de luchar, displicente, por estar a la espera de esa finalísima que lleva esperando tantos años. Tantos que prefiero no contarlos. Apenas sí ha habido algún reproche, que bastante tenemos con contener la respiración de aquí al 24 de mayo. En Lisboa.
Sea.
Felicité el sábado al Atleti. Y a mis amigos indios. Y me alegré por ellos. Y también me alegré por mí, qué coño. Me duró un par de horas. Y ya. Ayer ya había dejado de ser un equipo amigo. Hoy es El Rival.
No tengo la menor duda de que el sábado van a salir como lobos a por la Copa. Disfrazados de corderos, de equipo humilde que se conforma con la liga, que ya ha hecho su temporada. Pamplinas. No van a conformarse. Para ellos es una oportunidad que llevan esperando muchos, muchos años. Tantos que no voy a contarlos.
Es un rival digno. Puede que un rival extranjero tuviera más glamour, pero ¿ a quién le importa el glamour ahora?
Hoy he visto este maravilloso vídeo de @luiscalles9 que me ha pasado @Elisa________ (ocho guiones bajos detrás del nombre). Se llama Real Madrid – Atlético de Madrid, UCL Final Promo 2014: El retorno del rey. Tres minutos que te ponen los pelos de punta.
Estoy como en capilla. En un estado de espera latente, en un estado de letargo, como de silencio cauto, por temer que si digo algo, lo mismo rompo un embrujo.
Véanlo, que yo no tengo nada más que decir.
Decía Hidalgo Bayal en su Paradoja del interventor: «Cuídate, interventor, que la vida es cruda, el mundo cruel y el sacrificio cruento». Si miramos el diccionario vendríamos de los cruces, que son en nuestro caso los de semifinales de la Copa de Europa. Unos cruces crudos, crueles y cruentos, porque no habrá sangre, pero aquí vamos a tener más que palabras.
No es una guerra. No habrá metralletas, ni ametralladoras, aunque si por fin juega Cristiano, espero algún metrallazo. Eso que llamaban la folha seca, que no es más que un patadón brutal al balón que, por no reventarse, se cuela por la escuadra sin remedio. Tampoco silbarán las balas, ni veremos dispararse los misiles, ni tronarán aviones a reacción, aunque nos lo parezca viendo a Bale. Podemos esperar que Benzemá nos deje algún gol sutil (ah, la subtilité), como de florete, o tal vez un passepartout si no tiene el día empanado. Aunque el passepartout es la especialidad Modric… Bueno, de Modric yo me espero desde una vainica hasta un passé composé. Y si el resto acompaña y los marines de la defensa evitan pensar (en Ramos y Pepe pensar es el preludio de la catástrofe), ya pueden irse al cuerno los bárbaros ésos del Bayern.
No es una guerra pero habrá vencedores y vencidos. En un lado, los que jugaron mal, aquellos a los que les falló la ambición, les derrotó el miedo y se les paralizó la habilidad. En el otro, aquellos que supieron competir, luchar, sufrir, guerrear, disputar. Aquellos que defendieron una idea y lo hicieron con emoción. ¿Y cuál es la idea? La idea es que el Real Madrid no sale a ver qué pasa, a soñar, a intentarlo. No. El Madrid sale a ganar una copa que es suya. A defender lo que le es propio. Porque cada equipo que ha ganado una copa de Europa, en el fondo se la ha ganado al Real Madrid, aunque el finalista fuera algún otro matao, que eso nos da lo mismo. Esta Copa es nuestra. Y de nadie más.
Aquí, con los alemanes (como con media Europa, por otra parte) tenemos una cuentita pendiente. Una o varias, qué más da. Con este Bayern de jugadores feísimos y de entrenador cuneiforme y falto de arrebol también, por supuesto. A ese Bayern de historial bravucón y macarra hay que ganarle por mucho y como sea. ¿La posesión? ¿el buen juego? ¿la cantera? ¿el señorío? Al cuerno todo eso. Dejaos de pipas y al turrón, que aquí no estamos para secundariedades. Hay que ganar por mucho y como sea, ganar hasta deprimirles. Ganar y que lloren, que se avergüencen, que los reciba un estadio Allianz vacío a la vuelta, que su propia afición se abone a la indiferencia, que se quieran ir a jugar a Milwaukee, en donde no les conoce nadie.
Lo tengo dicho: las emociones mueven el mundo y la razón sólo lo ordena. No hay que esperar racionalidad, no hay razón. Espero un Bernabéu irracional. Un Bernabéu imponente. Un Bernabéu que deberá gritar, rugir, acongojar, amedrentar, estremecer, paralizar. Un Bernabéu que provoque un acojone antológico y ontológico (lo de ontológico es para que me entienda el Pep). Esta noche juega el Madrid su último partido en el Bernabéu para alcanzar la final de su Décima Copa de Europa. Ningún club en el mundo puede aspirar a eso.
Me calmo. «En un lugar como éste, o se es trapense o se es trapero», seguía Hidalgo Bayal. Prefiero trapense, pero en el Bernabéu, mientras se gane, se puede ser casi cualquier cosa. Nos vamos a divertir. Hala Madrid.
El fútbol es casi siempre incertidumbre. También es enfado y risa, ironía y sorpresa. A veces es decepción. Pero si el fútbol fuera una ciencia exacta, y los partidos se pudieran solucionar por anticipado con escuadra y cartabón, entonces no tendría la gracia que tiene. El fútbol es emoción, y las emociones mueven el mundo.
El Borussia Dortmund, un equipo con un palmarés tan engañoso como la estética de su entrenador, le metió ayer 4 al Madrid, que sólo pudo marcar 1. Otro gol del Madrid hubiera cambiado la eliminatoria, y así parece muy cuesta arriba. Pero yo estoy de acuerdo con Mou: es remontable. Como son alemanes, tal vez haya que empezar dando argumentos racionales. Y lo racional es que el Madrid puede y sabe jugar mucho mejor que ayer. Ayer vimos un Madrid con una defensa descompuesta (con un Pepe absurdo al que no se le vio el pelo más que para romper el fuera de juego en el 2º gol de los alemanes). En cuanto al resto, todos lo saben hacer mejor, todos lo pueden hacer mejor. Si el Madrid cuaja un buen partido, puede pasar la eliminatoria, no es una locura pensarlo.
Pero luego hay otros factores. Verán: lo importante no es que nosotros creamos que podemos pasar, sino que lo crean los alemanes. No hace falta que lo crean ahora. Tienen que convencerse con un Bernabéu que sea imponente, un Bernabéu que explique, con un sólo golpe de vista, que esto es el Real Madrid y que nosotros jugamos para ganar la Décima Copa de Europa, algo que ellos no pueden ni siquiera soñar en el mejor de sus sueños, ni aunque durmieran todas las noches de todas sus vidas multiplicadas por cien. Que esa copa es nuestra, que la queremos, y que la vamos a ganar al Barça, al Bayern, o a quien se atreva a ponerse delante. Que ellos son sólo once muchachos vestidos de abeja Maya, pequeños, en un club insignificante, y que hoy por hoy, a lo único que pueden aspirar es a decirle esto a sus nietos: «yo jugué en aquel estadio. Yo perdí, pero tuve el honor de contribuir a la leyenda del que siempre será el mejor club del mundo«.
Yo no sé si veremos ese Bernabéu el martes que viene. Si veremos la raza y el corazón del Real Madrid, que tenerlo, lo tiene y bien grande. Pero si pasamos, una de dos: será eso o la Virgen de la Almudena.
Bueno, pues ya está. Tenemos por delante 4 partidos entre el Real Madrid y el Barcelona en poco menos de tres semanas. En el Barça están muy crecidos y con razón, porque hoy son un magnífico equipo (y temible). ¿He dicho crecidos? Perdón, quería decir creídos. O peor: desde el 5-0, insoportables.
El portero del Barça se pregunta, sin poner más cara de mono de la que ya lleva de serie, si las victorias del Madrid son en Blanco y negro o en color. Hombre, pues las 3 últimas Copas de Europa, yo diría que el Madrid las ha ganado en color (1998, 2000 y 2002). Cuando la tele era en Blanco y Negro, el Barcelona ya jugaba al fútbol, aunque bastante mal, todo hay que decirlo, porque ni con Luis Suarez ni con Kubala se comieron un rosco y tuvieron que esperar hasta el 92 con el chupinazo de aquel colmo de la brutalidad que era Ronald Koeman, para ganar una Copa de Europa. Y luego han ganado las otras dos que tienen en la misma década que el Madrid ha ganado la 8ª y la 9ª. Si esperamos a que lleguen ellos a una novena, la veremos en 3D o en holograma, allá por 2045… Mientras tanto, el Madrid no habla de Copa de Europa, sino que utiliza los ordinales, para no confundir los trapos con las toallas.
Si vamos a la liga, en la última década cada uno ha ganado 4. Así es que, si es en este siglo, no entiendo de qué presumen. Ahora bien, el siglo pasado es mejor que no lo miren porque era en blanco (27) y blaugrana (16).
Sobre la Copa del Rey, el Barça dice que tiene 25. Pero hay que especificar de qué Rey hablamos, porque del actual sólo tienen 8. Hay otras 8 que son de Alfonso XIII, y si se descuidan casi son Copas de la Regente María Cristina. Y las 11 restantes son copas del Generalísimo (Franco). Así que, en propiedad, el 70% de su palmarés copero es de antes de JC. Me refiero a Juan Carlos, no a Jesucristo, no me vayan a interpretar mal. Pero bien, lo admito: a copas locales nos ganan (4 de Juanqui, 6 de Franco y 7 Copas alfonsinas para el Madrid).
Donde están imbatibles es en la copa de Catalunya. Tienen 23 campeonatos, el último de los cuales ganaron en 1938. Se ve que luego se cansaron de ganarlo. Esto les va a pasar cualquier día con la Copa de Juanqui….
Ay, qué paciencia hay que tener con estos equipos de provincias…