Con estos martes, para qué queremos lunes…
Con estos martes, para qué queremos lunes…
El otro día me crucé con esto en Twitter. Es la versión de Tracy Chapman del Stand by me de Ben E. King, fallecido el viernes, y me parece una buena canción para un lunes. O simplemente es una buena versión para dejarla aquí, por si no la conocen.
Y ya.
Iba yo buscando una versión chula del Lamento de Dido para el post, así andamos hoy que es lunes. When I’m laid in earth… my hand Belinda, darkness shades me, death is a welcome guest, y todo eso, así me sientan los lunes. Pero me he encontrado con esta grabación, y he cambiado de opinión.
Jessye Norman está extraordinaria, aunque lo mejor quizá es el japonés (ya conocen mi debilidad por ellos). Me han contagiado el buen rollo y aquí se lo dejo. Mañana martes.
Y cerrar los ojos cinco minutos.
Sólo cinco.
Y dejar que descanse la jornada.
No me pregunten por qué, pero ando yo hoy con la música de Sonrisas y lágrimas en el cerebro desde que me he levantado. Tal vez he soñado con algo que me lo ha hecho recordar, que pueden ser muchas cosas, por cierto. He podido soñar con una mala traducción, por ejemplo, porque la canción que me viene a la cabeza, para mi estupor, es la doblada al español.
Do es trato de varón. El día de Navidad no sé por qué salió en la conversación la traducción de la famosa canción Do, Re, Mi, y uno de mis cuñados contó que en un pueblecito de Soria, en una ocasión un paisano le preguntó que cuál era su don. Él, extrañado, a punto estuvo de contestarle que tenía mucha paciencia pero, inteligente como es, adivinó por el contexto (y por la edad del caballero), que le estaban preguntando por su nombre.
– ¡Pues yo hubiera contestado que sé mover las orejas!
– No, porque a ti te hubiera preguntado cuál es tu doña…
El don. Todos tenemos un don. Incluso Sholojov, aunque el de éste era apacible. En la traducción al español, los amigos de los destrozos se comieron tres consonantes: el trato de varón, el selvático animal y el lejos en inglés. Como me decía @hombrerevenido el otro día, «son fechas de excesos gastronómicos y el que esté libre de culpa, que tire el primer turrón del duro». Claro que en original también jugaron con la fonética para salvar la canción: Doe, Ray, Me, Far, Sew, La, Tea… Por lo visto, con esta canción se puede hacer casi cualquier cosa.
Sí, casi cualquier cosa. Pero ¿por qué será que se me ha quedado grabada esta canción?
¡Felices Reyes Magos!
Io sono docile, son rispettosa, sono obbediente, dolce, amorosa. Mi lascio reggere, mi fo guidar.
Ma se mi toccano dov’è il mio debole sarò una vipera, sarò. E cento trappole prima di cedere farò giocar!»
Charles Aznavour nació en 1924 y un par de décadas después ya tenía 60 años. Yo creo que se pasó la juventud añorando una madurez que, al llegar, le impulsó a buscar con ansia la vejez, que es para lo que realmente había nacido. Y ahora ya no sé qué cantará este hombre, porque sigue con 90 años sin necesitar, por cierto, cambiar de repertorio. Ese cantar al amor verdadero, que no es otra cosa que l’amour, y a unas tormentosas relaciones de pareja que en su caso era un no parar de chercher la femme, le obligaron a unas canas prematuras y a unos textos de canciones que circulaban entre la saudade y el remord y que le dejaban siempre en una posición un poco loser.
Aznavour tiene unas canciones en las que siempre ves a un señor mayor, algo rijoso, y a una chica joven que o está a punto de ponerle los cuernos o ya se los ha puesto. Te imaginas a una chica monísima y cuando piensas en él ves a un tipo un poco amargado, que o bien está a punto de largarse para no sufrir la cruel frialdad de la chica, o algo peor: se dedica a pensar quién le reemplazará a él cuando se haya muerto, y besará sus labios, y se acostará con ella, y se recreará en sus gestos y le enterrará por segunda vez.
También, vaya pensamientos. Yo no sé si le dedicaría la canción a una chica real, pero yo me pongo en su lugar (en el de ella), y me pego un tiro. ¡Y a ver qué compones ahora, majo!
Puestos a encontrar una canción que defina a Charles Aznavour yo elegiría la de Hier encore (ayer todavía). Según la Wiki, es una canción que compuso en el año 64, o sea, que era un tipo con cuarenta años. Veamos qué nos cuenta (en una traducción muy libre):
Ayer todavía yo tenía 20 años y acariciaba el tiempo, y disfrutaba de la vida como se disfruta del amor, y vivía la noche sin contar los días que huían en el tiempo. He hecho tantos proyectos que se han quedado en el aire, he fundado tantas esperanzas que se han volatilizado, y estoy perdido sin saber dónde ir: los ojos buscando el cielo, pero el corazón en la tierra.
Ayer todavía tenía 20 años y derrochaba el tiempo. Creyendo pararlo y para retenerlo, incluso para adelantarlo, no he hecho más que correr y he perdido el aliento. Ignorando el pasado y conjugando en futuro, ponía el yo delante en cada conversación y daba mi opinión, que consideraba la buena, para criticar al mundo con desenvoltura.
Ayer todavía yo tenía 20 años y he perdido el tiempo en hacer tonterías que no me han dejado en el fondo nada realmente concreto, salvo algunas arrugas en la frente y el miedo al aburrimiento, porque mis amores murieron antes de existir, mis amigos se fueron y no volverán. Yo tengo la culpa de que en torno a mí exista un vacío. Y he malgastado mi vida y mis años jóvenes… De lo mejor y de lo peor, he tirado lo mejor, mi sonrisa se ha quedado fija y se me han helado las lágrimas. ¿Dónde están ahora? ¿Dónde están ahora mis veinte años?»
Yo no sé qué edad hay que tener para cantar esto, pero vamos, yo también he tenido 20 años y… ¡Y cuarenta! Y ni se me pasa por la mente cantar estas cosas.
¿Ven como Charles Aznavour es un señor mayor de toda la vida?
En fin, les enlazo la canción, que apesar de todo reconozco que es muy bonita. Y de bonus, para que no se me depriman, también les enlazo otro video que es una porquería de versión, pero que tiene su punto de ternura: fíjense a dónde van los ojillos de nuestro Charles.
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Hoy empieza la segunda mitad de abril.
No es un día cualquiera, desde luego.
Y no sé vds, pero yo estoy de un humor excelente.
¡Vamos a celebrarlo!
http://www.youtube.com/watch?v=EVXng3sSxLE
All my life is changing every day, in every possible way.
In all my dreams, it’s never quite as it seems, never quite as it seems…
Como esta noche estaré por París, se me ocurre poner este clip de François Hardy, de una canción que me encanta. Aparece Françoise en un estanque que bien puede ser el de los jardines de Versalles, en una barquita de remos. Ella aparece muy propiamente, con un vestido negro muy mono y remando, todo muy improvisado. Y lo que en las primeras secuencias es de una languidez muy propia de los 60, conforme pasa el vídeo ya vamos reparando en que el remo no era el fuerte de nuestra Françoise, porque la barca va un poco por donde quiere y en dos o tras ocasiones ella no le llega a dar al agua. Pero François una mujer esforzada y la mar de atlética, y se pega un palízón de mucho cuidado, porque logra terminar la canción sin dejar de remar durante los dos minutos largos que dura.
En fin, conforme continúa el vídeo y se va acortando el encuadre, aparece el primer plano de esta mujer en todo su esplendor, bellísima, una preciosidad como era a sus veinte años y es difícil apartar la vista y dejar de admirarla. Françoise Hardy ha seguido siendo una mujer bella y hoy, aunque, ya ajada en el final de su sesentena, mantiene la clase todavía. Los años quieren vencer y dejan sus huellas, pero quien tuvo mucho puede organizar mejor la resistencia… Ah, le temps…
On se dit qu’à vingt ans on est le roi du monde, et qu’éternellement il y aura dans nos yeux tout le ciel bleu… on s’en souvient…on s’en souvient…
Desde aquello de Barceloooona, de Montserrat Caballé y Freddy Mercury, no había visto yo un despropósito parecido. Igual que con Florence Foster Jenkins, te puedes llegar a echar unas risas.
La chanson des vieux amants, de Jacques Brel, es una de las canciones de amor más bonitas que conozco. Un hombre le declara su amor a su mujer, después de veinte años juntos, y repasa su vida. En la voz de Brel es una maravilla, y he escuchado alguna que otra adaptación, más o menos afortunada. Pero esto con lo que me topé el otro día es un despropósito.
Primero el original, para el que no conozca la canción:
Y ahora, el crimen. Aparte de que la mezcla de voces y estilos es como echarle ketchup a unas cocochas, el posicionamiento Pimpinella de los artistas no procede en absoluto. Es realmente espeluznante.