Aniversario en WordPress

wp aniversario unmundoparacurraHoy WordPress me felicita porque, por lo visto y según sus cuentas, hoy hace cuatro años que me inscribí. Digo según sus cuentas porque yo no soy muy de recordar aniversarios y cumpleaños, y si me acuerdo del mío es porque siempre llega algún alma cándida y muy despistada y me felicita. Pero vamos, que estos señores seguro que tienen registrada la fecha y poner un motorcito que me envíe un mensaje habrá sido coser y cantar para cualquier programador, incluso si no tiene cabeza de huevo.

Como digo, es posible que haga exactamente cuatro años me abriera una cuenta en WordPress, que no digo yo que no. Pero el blog lo abrí antes, aunque lo hice en iweb, la aplicación que traen los Macintosh para abrir una página, que es para muy muy lerdos. Tardé poco en cargármelo, porque esa aplicación no es un gestor de contenidos, y además, en cuanto le metes tres o cuatro paginitas se va a hacer puñetas. Eso sí, era muy mono todo. Pero muy poco práctico. Y migrar, migré en septiembre a la vuelta de las vacaciones, eso seguro.

¿Por qué escogí WordPress y no Blogger? Pues no sabría decirlo, porque entonces me parecía todo complicadísimo, y tenía una amiga con blog en cada una de las plataformas. De todos modos, confiaba más en algo que te cobra por no poner publicidad y por usar plantillas y espacio, que yo no acabo de fiarme mucho de las cosas que te dan gratis. Aunque el fondo no es ese: me vine a WordPress porque me pareció más pro, me pareció que el blog tendría más calidad. Luego, andando el tiempo (poco tiempo), comprendí que la calidad la ponen los contenidos y el aspecto, y eso también se puede hacer desde Blogger, aunque el escritorio me parece muchísimo más lioso y como de plástico.

Con todo, y volviendo al aniversario, yo no me recuerdo abriéndome la cuenta en WordPress, así es que no debió de ser un acto ni muy heroico ni muy solemne. Sí me recuerdo perfectamente migrando las veinte o veinticinco entradas que tenía escritas en iweb, que tampoco era cosa de tirarlas a la basura y que ahí están registradas, con su fecha original. Recuerdo los sudores, recuerdo haberlas copiado en un archivo Word por si acaso los accidentes. Me recuerdo diciéndome a mí misma «ya iré poniendo las fotos…». Y hasta hoy.

Curra tenía cuatro años menos. Y yo también. Pero a mí se me nota menos y eso, ella, no me lo discute.

 

 

Buscadores decepcionados III

Me digo que, como hoy es domingo, voy a hacer una entrada sobre los resultados de buscadores, que siempre son muy apañadas. Iba a escribir sobre el ángel exterminador, pero creo que antes echaré un vistazo al Apocalipsis y ya de paso les resumo lo que les espera como sigan ustedes por ese mal camino que llevan.

Como la mitad de las búsquedas no las entiendo – lo que no deja de ser una buena noticia, créanme – voy a dedicar esta entrada a tratar de resolver las dudas de aquellos que cayeron aquí buscando respuestas y que, me temo, se marcharon decepcionados. A mí me pasa, no crean. Escribo en Google «cómo pagar menos impuestos» y el buscador me devuelve risas enlatadas.

Allá voy. Si no les importa, voy a corregir las faltas de ortografía en algunos casos, porque cada cual es dueño de su ignorancia, pero yo soy la dueña del blog.

– Un pueblo sin memoria es como una sirena bienintencionada. No sé de dónde saca vd, querido amigo, que una sirena es bienintencionada. Yo desde luego, desconfiaría de alguien que se disfraza de pez a medias y que me canta con languidez desmedida. Lo que son bienintencionados son los manatíes, a quienes los antiguos marinos confundían con las sirenas. ¿Era eso lo que venía vd buscando?

– Qué significa curra f. Feliz. Significa Curra feliz.

– A donde va ese barquito que cruza la mar serenaaa. ¿El barquito viene de Cadiz? Pues si es ese barquito, unos dicen que a Almería y otros que pa Cartagena, y otros que pa Cartagena.

– Por qué si te vas a Marte no puedes volver. Mayormente porque la nave espacial se escacharra en el aterrizaje. Pero vamos, en realidad eso es una incógnita, porque no se sabe de nadie que haya ido, y por lo tanto, tampoco se sabe si podría haber vuelto.

– Por qué sólo yo huelo como a lejía. Pues usted sabrá, querido amigo, pero yo en su lugar trataría de recordar con qué ha rellenado vd. el bote de colonia.

– por qué son así los gorrones. ¿Así? ¿Como que así? Si no concreta…

– Qué hacer con un gorrón. Quiero suponer que no encontró respuesta a su anterior pregunta. En fin, yo esperaría a que se fuese al baño y luego saldría corriendo del bar para que se haga cargo de la factura. También puede hablar con él, que es menos indigno, pero no le garantizo los resultados.

– Tengo un faralaes facial. ¿Es vd el de la lejía?

– Cómo esperar en el aeropuerto? Mire, si afronta así los viajes en avión, lo mejor es que se quede vd en su casa y así se evita esperas indeseables.

– Qué tal es lo de dormir por ahí en el campo en tienda de campaña. No tengo ni idea. Busque vd en otros blogs más de gente hippie.

– Se le marcan las pantaletas en facebook. No sé a quién se refiere, pero yo entro poco en Facebook. Aunque si las pantaletas son lo que me imagino, casi es peor que se marquen en la falda. Pero insisto: no sé a quién se refiere.

–  Como realizar el trabajo a donde van las hormigas y para que lleban hojitas. No ha entendido vd nada de la vida de las hormigas. Precisamente, lleban hojitas a donde van y es así como realizan el trabajo.

– Una canción que canta una mujer que dice lalala y luego tiene voz de pito. Puede ser perfectamente el ministro Montoro imitando a Massiel, pero lo de ser una mujer me despista un poco.

– porfavor me poseis decir como podia yo quitar chicle pegado en el pantalon gracias. Hum. Le noto apresurado. Cálmese, métalo en la lavadora y espere a ver qué pasa. No conozco otro remedio, si descartamos tirar el pantalón a la basura.

– Qué color de pintura le queda a una casa cuando los adornos son gindos. Le quedará muy probablemente del color de los gindos, en especial si son abundantes. Por cierto ¿qué son los gindos?

– Qué pasa cuando te hace glu el oido. No me parece algo como para inquietarse. Yo creo que saliendo del agua se mejora mucho.

– Cómo hacer capirotes chinos. Pues se coge un avión, se aterriza en Pekin y allí se compra tela y un cono. Se forra el cono con la tela y se vuelve uno de Pekin. Ya tiene vd un capirote chino.

– Nombres para perros del Atlético de Madrid. Thibaut, no lo dude. Tiene a su favor que es corto, se escribe raruno, y tiene clase como nombre. Pero si no le va mucho lo belga, también puede pensar en Turán, Tiago, Koke o Godin. Descarte Alderweireld y Aranzubía, que son demasiado largos.

– Cómo se dice que guapo no me canso de decirlo. Pues así mismo, tal y como lo escribe, no va usted mal encaminado.

Dejo para el final dos entradas que me han sobresaltado. Una dice «club de lectura socialdemócrata«, y la otra «crear un club de lectura en un hospital«. ¿Ven como debo repasar el Apocalipsis y resumirlo? Supongo que en justa compensación, alguien llegó buscando «los pies más bonitos del mundo«. Ahí queda eso.

 

La crisálida

crisálidaA un blog hay que darle de comer, que si no se vuelve flaquito, amarillea y muere. Y no es una muerte romántica. Sólo las muertes abruptas lo son, y no siempre. Y así un blog que se cierra, se borra o se termina de forma radical, se pasea por la web como un zombi, como un walking dead (esta idea última, la del zombi, no es mía, pero ahora no consigo recordar de quién es para agradecerle la inspiración).

Pero sea como sea, el blog no se acaba nunca. Mientras un libro se gesta con el propósito de acabarse, y es entonces cuando empieza a vivir, el blog sólo vive si no se acaba nunca. El blog es un formato de escritura en permanente gestación. O sea, mal comparado, el blog es como un gusano y el libro, como una mariposa. La crisálida, que tiene toda la pinta de ser un acto íntimo y que te lleva a la estantería del librero, sólo se produce para devenir en mariposa. Y hay algunas mariposas que sobreviven eternamente, porque se cazan y se conservan entre los coleccionistas, o se fotografían, o se reseñan, o se comentan, o se guardan en la retina de tal forma que nunca se escapan de la memoria. Pero un gusano ¿Quién va a querer recordar a un gusano?

Así es que el blog es un arte menor, un recurso de los que encuentran que la escritura es un hobby, o un descargadero emocional, o creativo, o una simple gamberrada con la que divertirse, o distraerse, o divagar. El talento no es imprescindible. Tampoco la ambición. Este blog lleva 760 entradas publicadas y  eso son un montón de palabras, de frases, de asuntos tratados. Pero ni es un libro ni puede serlo: es un gusanito que va por ahí reptando, pin, pin, y que no llegará muy lejos. Sin vocación de crisálida, ya me contarán.

Desde luego, hay quien lo edita, lo encuaderna – no sé si éste es el buen orden – y saca un libro con las entradas de un blog, pero eso son carambolas creativas, o hallazgos rebosantes de practicidad: el gusanito ha sufrido una metamorfosis inesperada y ahora, convertido en mariposa, vuela por su cuenta. Fuera de estos casos, no tan corrientes como parecen, no hay metamorfosis posible. Blog y libro son dos ejercicios muy distintos, porque no es igual nacer de una crisálida que estar abocado a ella.

Por cierto, que gusano y oruga son palabras feas, y sin embargo crisálida es una bellísima palabra, esplendorosa, emocionante, brillante, aunque el objeto que describe es tirando a feísimo. Puede ser debido a su esdrujulez, y ya se sabe que las palabras esdrújulas son la casta noble del diccionario. Oruga rima con lechuga, y con madruga, y con verruga y con Beluga. Crisálida no rima con nada, que para eso es noble. Pero divago, que diría mi querida Di desde Londinium.

Hay blogs potentes, lozanos, gorditos y rollizos, frescos, que se actualizan con el ritmo justo. Notas su vitalidad, notas el músculo del bloguero, su alegría, su ilusión, su juventud incluso cuando el blog ya está maduro, que la madurez de un blog le llega a los dos o tres años. Esto es porque el blog está bien alimentado: dieta variada, equilibrada y sana de mente y espíritu. Otras veces el blog vive del esfuerzo, lo mantiene la rutina, es como una carga, una piedra que se va arrastrando, y percibes el cansancio del bloguero y el blog tiene grasa, está bajo de forma, tiene aspecto lorcero, tez ceniza y falta de aseo. Pero ahí están, vivos. Eso es porque les dan de comer. Mal o bien, pero comen. Y tu esperas que el bloguero se dé una ducha, y duerma un poco y recobre la frescura. La frescura de la lechuga, o de la hoja de morera, alimento preferido de los gusanitos de seda que quizá no salgan nunca de su crisálida, aunque lleguen a ella.

Si no me siguen, vuelvan a leer a ver si tienen suerte, que yo doy el post por acabado. Eso sí: eviten darme la tabarra con las aclaraciones de biología correspondiente. Este post no tiene la menor importancia y sería mucho arroz para tan poco pollo.

Entre el olvido y la memoria

El título de este post es el nombre del blog de Miguel, que nos ha dejado hace unas semanas. Yo me enteré ayer a través del blog de Inma, Territorio sin dueño, y después en casa de la boticaria, aunque para entonces ya tenía la cabeza muy confusa. Y tengo que decir que apenada. Pero hay post que hay que escribir.

La primera vez que se cruzó la muerte en lo que llamamos el mundo virtual me quedé perpleja. Fue al principio del blog. Uno de mis comentarista habituales sufrió un ataque al corazón y después de unos días falleció. Y yo lo sentí como si lo conociera de toda la vida. Eché cuentas de su bonhomía, de su simpatía y de las discusiones divertidas que teníamos en este blog, pero mi perplejidad provenía de la bofetada de tristeza que me sacudió, una bofetada inimaginable, inaudita, que no esperas en alguien a quien no conoces en persona, físicamente. Fue una manera brutal de entender que un blog es una vivencia. Y es ésa la vivencia que se acaba, que termina bruscamente, y que te golpea.

He vivido otras dos muertes en tuiter y ya no me sorprendió la pena, aunque me sacudió de igual modo. Y en las dos ocasiones escribí dos posts a aquellos dos tuiteros, a quienes sigo recordando y llevando en mi corazón. Y es que yo estoy aquí porque escribo y escribir es mi tributo, la expresión de mi pena, una pena sobre la que no quiero comentarios porque no he venido hoy a recibir un pésame, sino a saldar una cuenta.

Sé que este post no estará a la altura ni de cómo escribo yo ni de cómo escribía Miguel. Si le leía era por su estilo, por su capacidad de juntar letras con elegancia, por la soltura al escribir. Era un tipo al que se le notaba el pulso y yo a eso le doy valor. También escribía poemas, pero yo eso me lo saltaba, no tengo por qué engañar. Y tampoco le seguía en su faceta de animador, ni participaba en su foro. Me apunté a uno de sus ejercicios blogueros pero incumplí porque se me hizo tarde, da igual ya por qué, aunque habría un porqué. Y un montón de blogueros escribía todos los días 11 al ritmo que ponía Miguel. Porque era un tipo que se hacía querer, aunque no le siguieras cuando tocaba el tambor.

El 28 de diciembre pasado escribió una entrada comunicándonos que iba a escribir un libro como negro, y planteando incluso la disyuntiva moral de la creatividad sin firma. Y a mí me pareció perfectamente posible que le hubieran ofrecido escribir por cuenta ajena un libro. Y me pareció rarísimo que lo comunicara un 28 de diciembre: «todo el mundo va a creer que es una inocentada», pensé. Pero con todo yo le felicité con todo mi corazón, porque me pareció un notición… ¡Y resulta que era, efectivamente, una inocentada! Y se partía él, y me partía yo. Fue como una broma con doble tirabuzón que me encantó. Ese era el personaje.

El blog de Miguel era el lugar en el que se encontraban cada día un montón de amigos a charlar de sus cosas con la complicidad que da la frecuencia y la confianza. Y eso, posiblemente, podría llamarse amistad. Yo sólo pasaba por allí a leer sus post por su estilo al escribir, por su capacidad de juntar letras con elegancia, por su pulso, por su soltura, y porque rara vez no me sacaba una sonrisa. Ahora su blog se ha quedado parado en el tiempo, como se quedan las fotos. Y como ellas, tardará en envejecer, entre el olvido y la memoria.

Gracias, Miguel. Descansa en paz.

Kinder Tuiter

TW Reyes magosAlgunos ya lo hicimos el año pasado. Se trataba de ponerse como avatar una foto de cuando éramos niños para celebrar la llegada de los Reyes Magos. Pero mientras el año pasado sólo había visto cuatro o cinco fotos, este año medio tuiter andaba con avatares reales de cuando eran niños. Yo puse esta que ven al lado, pero no fui la única, y aquello realmente parecía una guardería. Y había de todo.

Fotos en blanco y negro, en sepia, o en esos tonos amarillentos y de colores desvaídos y apagados tan de los 70. Fotos que quieren ser un daguerrotipo sin serlo. Fotos recortadas de otras fotos, en las que se adivina el barullo, la familia, la escuela, otros niños. Fotos extrañamente ampliadas, fotos borrosas, fotos de estudio con una luz perfecta. Fotos tomadas por sorpresa, fotos cuidadas, fotos casuales, fotos típicas, fotos forzadas.

Alguna mascota, algún juguete asoma. Paisajes de fondo, salones, playas, puertas tras las que imaginas la escuela, o una calle, o una plaza. El campo de fútbol, la feria, la piscina en verano, el zoo, un puerto de mar, la orilla de un río. El medio del campo. El interior de una casa, el salón de fondo o la entrada, el sillón y el perchero. Paredes que limitan el patio del colegio, o un patio con flores, un patio de pueblo, el patio de los abuelos.

Camisetas de rayas, polos abiertos, jersecitos de pico, rebecas abotonadas. Pichis y falditas, vestiditos de tirantes, de nido de abeja. Pantalones cortos, trajes de baño, petos. Rayas horizontales y cuadros grandes de colores, blancos impolutos, o negros en los que se adivina un azul marino, o un verde botella. Rojos, rosas, azulones. Un tutú de bailarina, un traje de flamenca, una equipación de futbolista. Cuellos de puntilla, cuellos voladores de pico, cuellos redondos, cuellos de cisne. Sandalias, zapatitos de hebilla, de cinta, merceditas, calcetinillos de perlé caídos o hasta la rodilla, patucos, botitas. Falditas cortas, cadenitas como todo vestido, pendientes de perlitas. Alguna bufanda con borlas, abriguitos de cuadros y con botones y cuello aterciopelados. La camisetilla donde se lee “había una vez” y el marinerito de comunión.

Dos coletas, o una, rizos rebeldes, pelos locos, flequillos matemáticos, kikis como fontanas, pelos cortos y repeinados, melenitas lamidas o completamente desbocadas, diademas, caperuzas de ganchillo, tocados de organdí, algún verdugo y alguna bufanda con borlas, gorros de invierno con pompón, gorros de paja, gorritas de sol, gorras de marinero y hasta de capitán de barco.

Arrastra ese burrito de juguete, más alto que él, con una muñeca peliroja de trapo; monta la bicicleta, el triciclo, el pony; lleva unos auriculares enormes, y unas gafas más enormes aún, y está al lado de una cadena de música; mira a través del agujerito que le dejan sus dedos, no porque quiere ver el cielo, sino porque estaba en un banco vendiendo hojas; se rodea de lapiceros y presenta dos cubiletes, ni más ni menos; sujeta dos globos, el globo azúl y el globo rojo; acaba de peinar a la muñeca, que es suya y de nadie más; está sobre una colchoneta y terminará por caerse; acaba de recibir una bolsa de caramelos y se los va a comer todos; sentada a la mesa, un brazo la sujeta para que no se caiga ni ella ni el vaso; baila con sus bracitos en alto; rodeada de palomas, espatarrada, y cuando miras se le ven las bragas; está pasando las de Cain comiéndose ese limón; sonríe a cámara mientras sujeta un marco con las manos; duerme con la placidez con la que solo pueden dormir los niños; ¡Tiene una manguera y seguro que la sabe usar!

Está muerto de la risa. Ese aire de gitanillo. El gesto vergonzoso, con las manos en la espalda. Las manos en la espalda, escondiendo algo. La cara de yo no he sido. La mirada de determinación del chaval moreno, la mirada retadora, los labios apretados. La niña buena que esconde a la gamberra. La gamberra. El pose adusto, formal, yo tampoco he sido. La cara de ilusión. El bebetón. La carita angelical, le dijeron que posara. La mueca enseñando los cuatro dientes que tiene. Los dos dientecillos de abajo. Los dientecillos separados. Las encías sin dientecillos. Pucheros que no falten, y hasta alguna que otra pompa con saliva. El gesto enfadado. El gesto soñador. Pero, definitivamente, yo no he sido

Las miradas. Los mofletes.  El descaro. La inocencia. Y la sonrisa.

El último post del año

Me invitaron a escribir en este blog (CLICK) sobre las cosas bonitas que me habían pasado este año, y se me ocurrió este post, a lo Perec, que con ligerísimas variaciones, comparto con vosotros. También incluyo un vídeo muy chorra que cambiaré en cuanto llegue el año nuevo, porque ése es el tiempo para el que me han dado permiso.

Feliz 2014 a todos.

Este año 2013 lo recordaré como el año…

  1. Este año 2013 lo recordaré como el año en el que me fui de viaje con mi hermana G. a los EEUU. Y el año que viene lo recordaré probablemente como el año en el que, por fin, terminé de ordenar las fotos y pude regalarles el álbum a ella y a la otra amiga con la que me fui.
  2. Este año 2013 lo recordaré como el año en el que el Madrid no ganó la Décima y con ello, nos ha permitido seguir soñando un año más. El deseo solo es deseo cuando no se cumple, y eso, además de la sala de trofeos, es lo que renueva mi devoción por ese gran club: ¡Hala Madrid!
  3. Este año 2013 lo recordaré como el año que empecé a contar los libros que me voy leyendo, ante la imposibilidad técnica y metafísica de no poder contar los libros que no puedo leerme.
  4. Este año 2013 lo recordaré como el año que instalé un buho de plástico en mi terraza para espantar a las palomas, por recomendación de mi hermana MJ. El dilema “¿Susto o muerte?” se resuelve en favor de la vida animal con una estética dudosa, pero con una eficacia notable.
  5. Este año 2013 lo recordaré como el año en el que me fui a pasar un fin de semana a un camping. Morirme sin hacer eso y sin comer coliflor estaba entre los grandes objetivos de mi vida, y ya no los podré cumplir. Lo que me lleva a pensar que, si me esfuerzo, tal vez también podré incumplir la parte del morirme, y eso me llena de esperanza.
  6. Este año 2013 lo recordaré como el año que cambié a Curra de peluquería. Y su pelo ahora es esponjoso, pero ya no huele a fresitas, lo que hace a mi perra mucho más humana, porque olerla, lo que se dice olerla, es un asunto reservado en prioridad a sus colegas perrunos.
  7. Este año 2013 lo recordaré como el año que Molinos publicó su primer libro y me lo firmó. Guardar la cola en aquella librería entusiasta, y ese “¿Y tú quién eres?” que me hizo mucha gracia, casi tanta como leer su libro.
  8. Este año 2013 lo recordaré como el año en el que tres amigos celebraron la cincuentena, fiesta sorpresa mediante. Y de camino, me pusieron en la lista de espera, cosa que no sé si es de agradecer, porque todavía queda muchiiiisimo y yo tiendo a la impaciencia. En fin, distraeré la espera acudiendo a todas las fiestas sorpresa que me quedan, que también serán muchísimas.
  9. Este año 2013 lo recordaré como el año en el que me encontré una mañana, de pronto, con @hermanoelectron. Resulta que trabaja en un edificio al lado del mío. Encontrarme con él fue un suceso tan extraordinario que no se ha vuelto a producir.
  10. Este año 2013 lo recordaré como el año en el que mis hermanas descubrieron el whasap. Mi vida en el 2.0, ya tan poblada, ahora incluye a los que me faltaban: ¡La familia!
  11. Este año 2013 lo recordaré como el año en el que Alice Munro ganó el Nobel y por el camino perdió a cuatro lectores. Y también el año en el que Poniatowska ganó el Cervantes y, por el camino, perdió un club de lectura que, a su vez, ganó un grito de guerra contra el aburrimiento y la intensidad: ¡Poniatowska!
  12. Este año 2013 lo recordaré como el año del baile del Staying Alive en el poblachón, antes de una cena, alrededor de una mesa, mientras unos niños menores de 10 años descubrían el significado de la frase “hacer el tonto”. Ah, la importancia de la educación.
  13. Este año 2013 lo recordaré como el año en el que me invitaron a escribir en un blog sobre las cosas bonitas y divertidas del año y, después de hacer una lista, me di cuenta de que me había dejado muchas en el tintero.

Felices Pascuas

Este año no he fabricado una felicitación, ni me he empleado muy a fondo, lo reconozco. Aquí estoy, con la mente en blanco, sin saber muy bien qué poner. Y mirad, estas cosas o se hacen con frescura y convencimiento, o mejor dejarlas para otro momento. Así es que dejaré para otro momento lo que vendrá, ello solo, en otro momento.

Para mí estos días son unos días en los que hay que dejar que hable el corazón y no es perentorio andarse con muchos miramientos, porque en esta época se permiten todas las ñoñerías y todos los lugares comunes del mundo. Yo creo que la abundancia es lo que nos hace inmunes a la cursilería ambiente, y se perdona casi todo.

Bueno, casi todo menos la falta de brevedad.

Felices Pascuas a todos.

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Spam, qué aburrimiento

¡Hola, amigos!

El spam se ha vuelto a poner rabioso, qué cruz con él. Este fin de semana, la plataforma de WordPress me ha parado cerca de 1.400 mensajes de spam y hoy, en un sólo día, me he encontrado 354 en cola.

Un día de ataques normales (40 ó 45 mensajes), me entretengo en mirarlo por si acaso se ha colado algún comentario que no es spam. No pasa a menudo, porque vosotros sois muy limpios y relimpios, pero se ha dado algún caso. ahora bien, con esos volúmenes, prefiero confiar en el «aparato» y borrarlo todo en bloque.

Así es que si habéis dejado algún comentario estos días que luego no habéis visto publicado, por favor disculpadme. Una no da para más.

 

 

 

Un tuit desparramao

Resulta que me acerco a casa al mediodía y después de comer me siento a tomarme un té, mientras hojeo el periódico y oigo el informativo. Y estoy distraída, cuando de pronto levanto la cabeza y veo esto:

Tontada TVE unmundoparacurra

No me pregunten de qué estaban hablando, pero el titular me ha parecido la versión televisiva del «manzanas traigo». Así es que se me ha ocurrido poner este tuit:

 

 

Sí, ya sé: no era eso exactamente, pero qué quieren, yo estaba estupefacta. La cuestión es que ha empezado a bailar la Blackberry con retuiteos por doquier. Oigan, qué éxito. No les digo más que  he tenido que silenciar los mensajes y notificaciones cuando he vuelto a la oficina, con lo que me gusta a mí oir el doble cling del mail, y el clap del whatsapp, y el tutú-tutú del SMS. A mí no me parece tan gracioso el tuit, si les digo la verdad.  Me parecía más imaginativo este que he puesto a continuación:

 

 

 

Para mí esto es nuevo. En primer lugar, no soy capaz de ver ahora quién me contesta a algo cuando miro las menciones, porque hay una fila larguísima con los retuits. Y luego que prefiero no mirar el mail del blog, porque es donde van a parar las notificaciones de RT´s y favoritos, que no sé cómo hacer para que no lleguen. Habrá más de 350 mensajes, y los tendré que limpiar pacientemente. Así es que no me escriban hoy, por favor, que andaré muy ocupada.

¿Cómo se las apañan los tuitstars? Humm…

Buscadores del blog

Llego agotada y me digo que tal vez me venga bien escribir. Y de lo que debería escribir no debo escribir, y miro la libreta donde voy apuntando aquello sobre lo que me apetecería escribir pero no me apetece escribir sobre aquello que voy apuntando, y como no se me ocurre nada se me ocurre que tal vez pueda hacer un post sobre buscadores, que hace mucho que no hago uno. Y así el tema me lo dan los visitantes que, despistados, teclean algo en Google y llegan aquí. Así es que me pongo a mirar a ver qué encuentro y encuentro algunas cosas raras.

Menuda decepción si alguien quiere ampliar sus conocimientos sobre “riesgo metaeconómico” o busca argumentos para el “atraso al que quieren llevarnos los ecologistas”. Me parece más normal que llegue quien busca “Montoro mocos” o “el pito de montoro”, que yo supongo que se refiere a la voz, aunque vete a saber lo que andaba buscando.  Quizá debería juntarse con el que buscaba “testimonios cocodrilos comiendo humanos”, que es la correcta definición de ese señor del pito.

Se preguntan, de mil maneras posibles, «Qué pasa si se para un saltamontes en mi ventana de mi casa» y «qué significa encontrarte un saltamontes en tu habitación«. Yo creo que no significa nada en particular, aunque lo más divertido es que alguien recurra a Google para saber «¿Qué pasa si le doy zapatazo a un saltamontes?» . Pues a ver, en teoría si le aciertas de lleno, el saltamontes suele morir y el zapato se ensucia irremediablemente.  Para quitarle dramatismo, les diré que también han llegado buscando «polilla protegida» y preguntando por el “Autor del libro tragar sapos sin hacer gestos”, que ya me gustaría saber a mí también quién es, y si eso lo propongo para leerlo y comentarlo en el Club de lectura.

Un poco más delicado es que hayan llegado buscando “A los 40 mojama o jamona” y  “blogs para señoras de la mediana edad”. Y no sé muy bien a qué viene “que ahora eres bien creída porque tu eres princesa y yo cholo”. Claro que tampoco habrán encontrado «remedos antiage«, ni se arregla mucho al toparte en la lista «champú para tener pelazo«, porque a continuación me encuentro con un  “no me gusta la gente moribunda”. No, a mí tampoco, pero no creo que la mediana edad dé para tanto. Lo que sí digo es que el que buscaba «carmen armada cojones» se puede encontrar conmigo como sigan por ese camino o buscando «hambre de hombres morbazos«.

La sonrisa es la llave de acceso a las buenas relaciones” es una frase que suscribo, pero no tengo “poesias para desenojar”. Ni sabría escribir el «decálogo de generosidad condescendencia machista“, que supongo que no tiene nada que ver con el «decálogo de mozo«, que también buscaba alguien por ahí. La gente está loca.

En otro orden de cosas, espero que el que buscaba «ver a la pequeña gluglú» no sea el mismo que pregunta por «2inyecciones en elculo«, porque pobre pequeña gluglú, que no sé quién será.

De fútbol hay cositas, pero no comprendo la búsqueda «comic pronos marga y mou«, ni la relación de «historietas pornos de mou» con este blog tan madridista. También me preguntan «Cuánto cuesta el smoking de Messi” y voy a contestar:  a él le debió de costar una pasta, pero por fortuna no creó tendencia, así es que yo creo que en un mercadillo te haces con uno por 25 euros, camisa con chorreras incluida.

En fin, también contestaré al que vino buscando «qué pasaría si viviéramos en un mundo sin olores«. Pues que Curra se aburriría muchísimo. Esto seguro.