Les tringles des sistres tintaient…

Lunes.

Lunes.

Lunes…

Pero cambiemos de tema.

Si llegan al minuto 3, notarán que la cosa se pone realmente animada.

… Cela montait, montait, montait… Montait! tralala larala…»

Tanto, tan animada, que se llenarán de fuerza y entusiasmo y les parecerá fácil, y hasta corto, llegar hasta el viernes…

Sous le rhythme de la chanson, ardentes, folles, enfiévrées, elles se laissaient, enivrées, emporter par le tourbillon!

Tralala larala…»

Time in a bottle.

Si pudiera guardar el tiempo en una botella, la primera cosa que haría es guardar cada uno de los días hasta el fin de la eternidad para luego gastarlos contigo…»

O algo así.

Y todo así.

Es una preciosidad de canción.

Os dejo los lyrics por si queréis ensayar con la guitarra.

If I could save time in a bottle
The first thing that I’d like to do
Is to save every day
Till Eternity passes away
Just to spend them with you

If I could make days last forever
If words could make wishes come true
I’d save every day like a treasure and then,
Again, I would spend them with you

But there never seems to be enough time
To do the things you want to do
Once you find them
I’ve looked around enough to know
That you’re the one I want to go
Through time with

If I had a box just for wishes
And dreams that had never come true
The box would be empty
Except for the memory
Of how they were answered by you

But there never seems to be enough time
To do the things you want to do
Once you find them
I’ve looked around enough to know
That you’re the one I want to go
Through time with

Mañana libro y hoy música

Como mañana toca libro, hoy les dejo con música.

Todo muy lógico.

Esta canción me encanta. Se llama Back home y la canta Emily Maguire.

Les dejo también los lyrics por si quieren hacer los coros.

Y ya.

I’m one drop in a sunlit sky where seagulls fly, they rise and fall
I can’t stop now a cloud is flying, the sky is crying and the seagulls call
And now I go with the river, I go where the river goes
I flow with the river, I know what the river knows

I sit still in the sound of silence and feel the fire in my eyes and ears
And I know there’s no point in violence cos fear and fighting only ends in tears
So I go with the river, I go where the river goes
And I flow with the river, I know what the river knows

That I will rise up with the sun and I will fall down with the rain
And I will flow like a river goes back from where I came
Back home, back home

Time moves me on, I keep moving on
Life moves me on

High tide and the moon is rising and clouds are dancing for the dying day
In a blue sky where the birds are flying, the clouds are crying, I can hear them say
Go with the river, go where the river goes
Flow with the river and know what the river knows

Cos you will rise up with the sun and you will fall down with the rain
And you will flow like a river goes back from where you came
Back home, back home

Time moves me on, I keep moving on
Life moves me on

And I will rise up with the sun and I will fall down with the rain
And I will flow like a river goes back from where I came
Back home, back home

El final de un lunes

Hay lunes y lunes.

Tres minutos.

Y dejar que se olvide la jornada

Mitos piconeros

El pintor la respetaba lo mismo que a algo sagrao, y su pasión le ocultaba porque era un hombre casao. Ella lo camelaba con alma y vía, hechizá por la magia de su paleta, y al igual que una llama se consumía en aquella locura negra y secreta. Y cuando de noche Córdoba dormía, era como un llanto la fuente del Potro, y el pintor decía:

– Ay chiquita piconera, mi piconera chiquita. Esa carita de sea a mí el sentío me quita. Te voy pintando y pintando al ladito del brasero y a la vez me voy quemando de lo mucho que te quiero… ¡Válgame San Rafael, tener el agua tan cerca y no poderla bebé!

¡Tántalo!

 Ella rompió aquel cariño y le dio un cambio a su vía, y el pintor igual que un niño lloró al verla perdía. Y cambio hasta la línea de su pintura, y por calles y plazas lo vio la gente deshojando la rosa de su amargura, como si en este mundo fuera un ausente. Y cuando de noche Córdoba dormía, era como un llanto la fuente del Potro, y el pintor gemía:

– Ay chiquita piconera, mi piconera chiquita. Toa mi vía yo la diera por contemplar tu carita. Mira tú si yo te quiero que sigo y sigo esperando al laíto del brasero para seguirte pintando… ¡Válgame la Soleá, haber querío olviarte y no poderte olviá!

¿Sísifo? ¿Hércules? ¿Ulises? ¿Alguna sugerencia?Humm…

¡Por culpa de ese infame moriré!

Ayer yo visité la cárcel de Sing Sing y en una de sus celdas solitarias un hombre se encontraba arrodillado al Redentor: Piedad, piedad de mí, mi Gran Señor. Mas cuando me miró, a mí se abalanzó y con voz temblorosa y entrecortada:

– Escucha triste hermano esta horrible confesión, aquí yo condenado a muerte estoyYo tuve que matar a un ser que quise amar, y aunque aún estando muerta yo la quiero, al verla con su amante a los dos los maté: ¡por culpa de ese infame moriré! Minutos nada más me quedan ya pa’ respirar, la silla lista está, la cámara también. A mi pobre viejita, que desesperada está, entréguele este recuerdo de mí.

Y entonces, José Feliciano, que una de dos, o fue quien entró en la celda solitaria o alguien se lo contó de muy primera mano, fabricó esta canción para llevarle un recuerdo a la madre del condenado.

Y a mí me da muchísima penina, la pobre viejita, pero reconozcan que lo que es verdaderamente retop es eso de ¡Por culpa de ese infame moriré!

La inspiración, de SC

Eurovisión y el orgullo patrio

Ayer sábado, de vuelta a casa después de un encantador plan de tarde, me encuentro con el Festival de Eurovisión en Twitter. Ahora los programas infames de la tele pueden convertirse en algo divertido si estás conectado a Twitter, porque te encuentras con un desparrame de ingenio que aumenta a tono con la frikada que están retransmitiendo. En el caso del festival de Eurovisión, la frikada además de internacional es de primera categoría.

Mis recuerdos del festival de Eurovisión son muy escasos, porque es algo que no me ha interesado ni siquiera en mi adolescencia atribulada – todas las adolescencias son atribuladas. Recuerdo muy vagamente a Betty Missiego, rodeada de niños (una representación cercana al oxímoron) y a Micky cantando una memez y dejando que su cabeza bailara sola, de un lado a otro, como hacen esos perritos de plástico que llevan los gitanos en los coches. También recuerdo a Mocedades cantando el Eres tú y a mi madre decir que no habían ganado porque Amaya no llevaba minifalda. Y poco más, aparte de una noche de farra viendo a Remedios Amaya cantando descalza en un bar de pueblo (Remedios Amaya cantando descalza, yo en el bar de pueblo y cada una en su noche de farra). O sea, un erial.

Lo primero que me encontré al encender el televisor fue a una tipa metida dentro de una montaña de vestido, una lista interminable y caótica de países y una banderita de España en la cola de las puntuaciones. Y esto último me hizo pensar que, después de todo, este país a lo mejor tiene remedio.

O quizá no lo tiene, si nos atenemos al tuit de Fernando Alonso, ex de la cantante y premio Príncipe de Asturias de los deportes: «Irlanda tiene aun menos amigos que nosotros en Europa :)!, pero muy orgullosos».

Tuit Alonso

Hombre, Fer, el fondo de tu frase no tiene desperdicio, pero utilizarla con ocasión de un festival de Eurovisión sí. Quiero decir que la frase tiene tal envergadura que no chocaría nada en boca de Rajoy a la salida de cualquier Consejo Europeo. Un desperdicio de frase, ya digo. Pero española como la que más, eso también.

Después del Lalalá y del Vivo cantando, dos títulos muy de país de cigarras, España no ha levantado cabeza en Eurovisión. Intentamos describirnos con Chiquilicuatre, con las Ketchup, con David Civera y con esa chica que cantaba lo de la Vuelta a España, pero no damos con el tono adecuado para seducir a ese mejunje de países raros que es el actual festival de Eurovisión. ¿El Sueño de Morfeo? No, hombre, no: ¡allí hay que enviar a La Pesadilla de Baco!

Como es domingo, les dejo con Betty Missiego, que según la Wiki quedó segunda. Por no llevar minifalda, sin duda.

One fine day, cinco versiones

Ayer, a la hora de la siesta, pusieron la película «Un día inolvidable», película que es una tontería perfectamente olvidable. El título original de esta película es One fine day, que también es el título de una canción muy conocida, que a mí me gusta mucho y que da lugar a un versionado muy interesante de Natalie Merchant. No sé si hizo la canción para la película o la película aprovechó el versionado, pero es igual. Este es el resultado:

NATALIE MERCHANT

Pero esta canción tiene muchos más años que la película. Yo conocí One fine day por Los Carpenters, una pareja de hermanos algo cursi de los años ¿70?, cuyo disco tenía mi hermana. Su versión es algo cursilona y un poco de feria de pueblecito de Ocklahoma. Esta es la versión:

CARPENTERS

El éxito de la canción original, sin embargo, es muy anterior, años 60, por The Chiffons, con una  versión mucho más duduá shubidú shubidú. No he encontrado imágenes, pero sí la versión, muy alegre, muy sesentera. Es esta:

THE CHIFFONS (1)

Se ve que hay 3 de las Chiffons que quedan y he encontrado todavía una versión suya en una actuación reciente. Ya están hechas unas abuelillas, pero tienen su punto de encanto, sigue siendo muy duduá shubidubidú, pero la canción resulta sin duda más marchosa.

THE CHIFFONS (2)

Pero si no me engaño, la canción fue creada por la gran Carole King, que naturalmente se permite versionarla. Les pongo el vídeo en quinto lugar y aunque verán a una Carole King con calambres en los dedos a la que parece que le da asco el teclado, llega a la mejor de las versiones. O si no la mejor, sí al menos la más fresca. Y aunque no fuera la mejor versión, qué más da: Carole King es maravillosa hasta cantando el Porrompompero. Ahí está, tan mona:

CAROLE KING

Y ya, que para un domingo es más que suficiente.

Música de lunes

Esto es perfecto para despejar el lunes.

En minuto y medio.

No hace falta más.

 

Ropa tendida

Lo siento, mi amor pero hoy te lo voy a decir aunque pueda faltarme el valor al hablarte a la cara. Lo siento, mi amor, pero ya me cansé de fingir y pretendo acabar de una vez para siempre esta farsa. Lo siento, mi amor, lo siento, mi amor, lo siento, mi amor.

Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo, que mi cuerpo no tiembla de ganas al verte encendido. Y tu cara y tu pecho y tus manos parecen escarchas, y tus besos, que ayer me excitaban, no me dicen nada.

Bien. Llegados a este punto, creo que conviene parar a decir algo. Este último párrafo, más que una ordinariez, que también, es que es algo muy impropio de una señora. Yo no creo que haya necesidad de decir estas cosas a nadie, que la gente tiene su corazoncito. Si no te mola, pues haces la maleta, agarras la puerta y te vas, pero no le digas esas cosas, mujer. Y si ya me parece una bajeza y un detalle muy feo que le sueltes esto al pobre hombre, ya lo último es que encima te pongas a cantarlo por el patio. Y luego ese lenguaje: ¡Verte encendido! Por favor, ¿Qué le decimos a los niños que están en el salón? ¿Que tu marido es un gusiluz?

Y es que existe otro amor que lo tengo callado, callado; escondido y vibrando en mi alma, queriendo gritarlo. Ya no puedo ocultarlo, no puedo callarlo, no puedo y prefiero decirlo y gritarlo a seguirte fingiendo.

¡Amiga, así es que era eso!… ¿O sea, que le pones los cuernos y luego le echas la culpa? Pero, a ver, querida, si estás pensando en el vecino del cuarto ¿cómo no te va a parecer que acostarte con tu marido es como acostarse con una farola? Entonces, primero que la culpa no es suya, y segundo, que no me parece ni medio bien que le pongas pimpando y le dejes de cara al público como si te abrazaras al palo de una escoba, cuando a lo mejor el caballero tiene intacta su capacidad de hacer el salto del tigre un par de veces cada madrugada. O sin llegar a eso, que hace sus esfuerzos por cumplir honrosamente, oye, que el que da lo que tiene no está obligado a más. Pero tú, nada, le sueltas esa coz y encima, ¡hala, a gritarlo por el patio!

Qué cosas hay que oír de vez en cuando.

Rocío Jurado (qepd): un portento de voz y también de mal gusto para elegir canciones.