El pintor la respetaba lo mismo que a algo sagrao, y su pasión le ocultaba porque era un hombre casao. Ella lo camelaba con alma y vía, hechizá por la magia de su paleta, y al igual que una llama se consumía en aquella locura negra y secreta. Y cuando de noche Córdoba dormía, era como un llanto la fuente del Potro, y el pintor decía:
– Ay chiquita piconera, mi piconera chiquita. Esa carita de sea a mí el sentío me quita. Te voy pintando y pintando al ladito del brasero y a la vez me voy quemando de lo mucho que te quiero… ¡Válgame San Rafael, tener el agua tan cerca y no poderla bebé!
¡Tántalo!
Ella rompió aquel cariño y le dio un cambio a su vía, y el pintor igual que un niño lloró al verla perdía. Y cambio hasta la línea de su pintura, y por calles y plazas lo vio la gente deshojando la rosa de su amargura, como si en este mundo fuera un ausente. Y cuando de noche Córdoba dormía, era como un llanto la fuente del Potro, y el pintor gemía:
– Ay chiquita piconera, mi piconera chiquita. Toa mi vía yo la diera por contemplar tu carita. Mira tú si yo te quiero que sigo y sigo esperando al laíto del brasero para seguirte pintando… ¡Válgame la Soleá, haber querío olviarte y no poderte olviá!
¿Sísifo? ¿Hércules? ¿Ulises? ¿Alguna sugerencia?Humm…
Genial siempre la copla!!
Un abrazo.
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Los amores no correspondidos de las coplas son terribles.
Y las coplas maravillosas.
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Ay, la Piquer …
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La más grande dama de la copla y compositores de culto que nunca volverán.
Besazo
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cada colilla es una novela resumida.
Una bloguera de tu blogroll me regaló una colección de copla que guardo con mucho cariño, por las coplas y porquien me la regaló.
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Doña Concha es lo más grande que hay, y las coplas son historias completas en dos minutos. Maravillosas. Gracias a todos.
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