Buscadores del blog

Llego agotada y me digo que tal vez me venga bien escribir. Y de lo que debería escribir no debo escribir, y miro la libreta donde voy apuntando aquello sobre lo que me apetecería escribir pero no me apetece escribir sobre aquello que voy apuntando, y como no se me ocurre nada se me ocurre que tal vez pueda hacer un post sobre buscadores, que hace mucho que no hago uno. Y así el tema me lo dan los visitantes que, despistados, teclean algo en Google y llegan aquí. Así es que me pongo a mirar a ver qué encuentro y encuentro algunas cosas raras.

Menuda decepción si alguien quiere ampliar sus conocimientos sobre “riesgo metaeconómico” o busca argumentos para el “atraso al que quieren llevarnos los ecologistas”. Me parece más normal que llegue quien busca “Montoro mocos” o “el pito de montoro”, que yo supongo que se refiere a la voz, aunque vete a saber lo que andaba buscando.  Quizá debería juntarse con el que buscaba “testimonios cocodrilos comiendo humanos”, que es la correcta definición de ese señor del pito.

Se preguntan, de mil maneras posibles, «Qué pasa si se para un saltamontes en mi ventana de mi casa» y «qué significa encontrarte un saltamontes en tu habitación«. Yo creo que no significa nada en particular, aunque lo más divertido es que alguien recurra a Google para saber «¿Qué pasa si le doy zapatazo a un saltamontes?» . Pues a ver, en teoría si le aciertas de lleno, el saltamontes suele morir y el zapato se ensucia irremediablemente.  Para quitarle dramatismo, les diré que también han llegado buscando «polilla protegida» y preguntando por el “Autor del libro tragar sapos sin hacer gestos”, que ya me gustaría saber a mí también quién es, y si eso lo propongo para leerlo y comentarlo en el Club de lectura.

Un poco más delicado es que hayan llegado buscando “A los 40 mojama o jamona” y  “blogs para señoras de la mediana edad”. Y no sé muy bien a qué viene “que ahora eres bien creída porque tu eres princesa y yo cholo”. Claro que tampoco habrán encontrado «remedos antiage«, ni se arregla mucho al toparte en la lista «champú para tener pelazo«, porque a continuación me encuentro con un  “no me gusta la gente moribunda”. No, a mí tampoco, pero no creo que la mediana edad dé para tanto. Lo que sí digo es que el que buscaba «carmen armada cojones» se puede encontrar conmigo como sigan por ese camino o buscando «hambre de hombres morbazos«.

La sonrisa es la llave de acceso a las buenas relaciones” es una frase que suscribo, pero no tengo “poesias para desenojar”. Ni sabría escribir el «decálogo de generosidad condescendencia machista“, que supongo que no tiene nada que ver con el «decálogo de mozo«, que también buscaba alguien por ahí. La gente está loca.

En otro orden de cosas, espero que el que buscaba «ver a la pequeña gluglú» no sea el mismo que pregunta por «2inyecciones en elculo«, porque pobre pequeña gluglú, que no sé quién será.

De fútbol hay cositas, pero no comprendo la búsqueda «comic pronos marga y mou«, ni la relación de «historietas pornos de mou» con este blog tan madridista. También me preguntan «Cuánto cuesta el smoking de Messi” y voy a contestar:  a él le debió de costar una pasta, pero por fortuna no creó tendencia, así es que yo creo que en un mercadillo te haces con uno por 25 euros, camisa con chorreras incluida.

En fin, también contestaré al que vino buscando «qué pasaría si viviéramos en un mundo sin olores«. Pues que Curra se aburriría muchísimo. Esto seguro.

Proceso de arbitraje

– Lo que hay que tener en cuenta en el proceso del arbitraje es si una de las partes no quiere el arbitraje.

– Ya. En ese caso, hay que definir un proceso que defina cómo y quién decide si se sigue con el proceso de arbitraje o no.

– Uf, eso tiene pinta de ser el arbitraje del arbitraje.

– No. El arbitraje del arbitraje es cuando el arbitraje no ha arbitrado y hay que arbitrar sobre si el arbitraje ha arbitrado o no y si se necesita un nuevo arbitraje. Si uno no quiere el arbitraje lo que hay que definir es un proceso para que el que no quiere el arbitraje no bloquee el arbitraje con otro arbitraje. No sé si me entiendes.

– …

– ¿Qué?

– A ver, lo que no entiendo es por qué no entiendes que no te entiendo…

De madrugadas y de madrugones

atardecer-navasNo me gusta madrugar, para qué voy a engañarles. Y si le doy la vuelta a la frase, entonces me sale un principio de post rarísimo. Vean si no:

No me gusta engañarles, para qué voy a madrugar.

¿Ven cómo no sirve de nada intentar engañarles? En fin, continúo con lo mío. Decía que no me gusta madrugar, y aunque con la edad – ese reproche de los médicos – duermo menos, esto de que suene un despertador es algo que me parece un castigo divino. O algo peor: un castigo del infierno. Y yo no sé si el infierno existe, pero si es así y voy para allá cuando vaya al más allá (nótese que el infierno es el allá del más allá, así es que no quiero ni pensar dónde quedará el quinto infierno, y ya no digamos si hay que ir en una Low cost), pues eso, que si voy al infierno el castigo más adecuado será hacerme madrugar. Nada de calderas, eso es una parida: madrugar durante toda la eternidad, he ahí un castigo imaginativo, contundente y disuasorio de cualquiera de los 8 pecados capitales. Sí, son 8: el gobierno ha añadido el de pagar pocos impuestos. ¿Se les han puesto los pelos de punta? Pues oigan, apúntense a la caldera, no me cuenten su vida que hoy no estoy de humor.

No sé muy bien por dónde seguir, porque el asunto no da para mucho. Podría decirles que una cosa es madrugar y otra despertarse pronto, que es algo que se me acaba de ocurrir. Creo además que podría elaborar una teoría sobre la tontería, que no es lo mismo que una tontería sobre la teoría aunque en este caso concreto me temo que resulte indistinto decirlo al derecho o al revés. No, no he bebido. Verán, despertarse pronto es cuando un rayo de sol se filtra vigoroso por tu ventana, acaricia tu mejilla y, cuando roza tu párpado inferior, tus ojos se rebelan con decisión y se desperezan con dulzura para abrirse con tiento y percibir la luz de ese nuevo día que, virginal, se presenta ante ti para que lo llenes de circunstancias. Sin embargo madrugar es que te suene una mierda de despertador y tú te acuerdes del padre, de la madre y del tipo que inventó el amanecer, que es el que vive en el más acá del más allá, o sea, en Casa Dios.

Y si ya madrugar es el horror, madrugar en el poblachón es dramático. Porque a tu hora normal le debes añadir una más para llegar a Madrid y veinte minutos más para eventualidades, que pueden ser dos a saber: que te pille un atasco o que te pierdas por esos túneles del infierno de Galladón. He de decirles que yo hoy he evitado el atasco, pero se me han resistido los carteles de la M-30. Pero si vds pensaban que un madrugón en el Poblachón es sólo dramático, les diré que también es patético, porque a finales de agosto, a esas horas intempestivas, hace un frío de mil demonios.

Para colmo, hoy es jueves. Si al menos fuera lunes, lo mismo se me habría olvidado lo del madrugón. Vds disculpen…

PS: Naturalmente, la foto es de un atardecer. Yo de madrugada no estoy para muchas tonterías…

Clases de inglés

– ¿Tienes alguna duda sobre el vocabulario del texto que has leído?

– No, no tengo.

– Ok, Carmen, gracias. Déjame preguntarte: ¿Tú crees que el grupo al que perteneces puede presionarte hasta cambiar tu comportamiento?

– ¿Presionarme? ¿A mí? ¿cómo que presionarme?

– Mi pregunta es: ¿Cuál es tu opinión acerca de la influencia del grupo en el comportamiento de las personas?

– Ah, pero influencia es una cosa y presión otra. Perdona, creo que no he entendido No entiendo bien la pregunta.

– Lo que yo estoy preguntando es qué piensas acerca de la influencia del grupo en el comportamiento de una persona, Carmen. ¿Piensas que una persona puede cambiar debido a la influencia del grupo?

– Pues mira, no, francamente. Yo creo que es una idea bastante idiota. ¿A qué le llamamos grupo? ¿A la sociedad? Entonces no hay que confundir la influencia o la presión con la existencia de unas reglas que la sociedad tiene para poder vivir con respeto y un poco de orden. Se llama ley y costumbres sociales y educacionales, y no hay influencia, sino un acuerdo común que la gente sigue o que la gente no sigue. Y en cuanto a si perteneces a un grupo de gente concreta, tampoco hay influencia, porque lo que es normal es que cuando te unes al grupo es porque estás de acuerdo con sus comportamientos, así es que ellos no te influyen, sino que tú ya estás influido por ellos.  Este tipo de artículos son una idiotez, y no puedo entender que una Universidad americana se gaste el dinero en determinar si los estudiantes se sienten influidos a aplaudir cuando los demás aplauden y a dejar de aplaudir cuando los demás dejan de aplaudir. Es algo completamente idiota. Pero esta es mi opinión, claro. ¿Y tú? ¿Qué piensas tú?

– Ok, Carmen. Gracias. Muuuy bien. Déjame corregirte algunos errores de expresión que has utilizado. Veamos. Has dicho «lo que es normal es…» ¿Recuerdas lo que has dicho?

– No.

– Había algo no correcto, ¿no recuerdas cómo lo has dicho?

– No. Recuerdo lo que he dicho, pero no cómo…

– ¿No recuerdas…? Mmmmm… Bien, no tiene importancia… Gracias, Carmen. Muuuuuy bien… ah, y recuerda: “idiot” es para las personas e “idiotic” es para las cosas y las situaciones.

– Ya. Lo considero, no creas, pero tiendo a olvidarlo…

– Muuuuy bien, Carmen. ¿De qué quieres que hablemos en la siguiente clase?

– Me da igual…

 

Cada vez me alteran más las clases de inglés…

Polillas en Madrid

Nos invade una plaga de polillas en Madrid. Son muy grandes, por lo visto. Yo no puedo decir cómo son porque no me he topado con ninguna en vivo.

Pero ¿cómo de grandes? ¿como una nuez? ¿como una naranja?  ¿como un melón?

Mi hermana pone el pulgar y el índice en pinza, con ese gesto tan característico con el que las mujeres explicamos lo que son diez centímetros.

Así. Y tengo la casa invadida. Me han entrado muchísimas.

– ¿Muchísimas son 100? ¿son 1.000? ¿son un millón?

– No he contado todas las que tengo en casa. En la cocina tenía cuatro, vale,  pero es que cuatro polillas juntas son muchísimas. Tengo la casa con un aroma a Polil que no hay quien pare.

– He oído en la radio que no hay que usar insecticida. No dijeron por qué, pero tal vez no se conozca el efecto: igual les echas spray, hacen PUF y se convierten en canario…

Ya sabíamos que eran inofensivas. Pero es que hoy leo en El Pais que no son polillas, sino mariposas. Si hubieran tenido las alas de colorines, Montoro habría salido en la televisión diciendo que España es un país atractivo y que las mariposas preceden a los capitales. Como son horrendas, saldrá en la tele diciendo que las polillas están de camino al norte de Europa, ese lugar de donde salen los objetivos. Bueno, o no, o probablemente no dirá nada, que él ya bastante tiene con buscar Messis con los que asustarnos.

No las mates, que son mariposas. No se comerán tu ropa. Son animalitos que están de paso y se han desorientado, pero sólo buscan el norte para ser fecundadas. Las mariposas son tus amigas: me parece una crueldad que mates a unas pobres lepidópteras en busca del amor…

– ¿Lepidópteras en busca del amor? Bien. Te traeré un par de ellas en una cajita. Y podrás criarlas a tu gusto, besarlas, reproducirlas, encerrarlas en el armario o comértelas con salsa de tomate… Mmmm… ¡Imbécil!

Esta plaga está poniendo a prueba nuestra intuición política y hasta nuestros buenos modales, por no hablar de nuestro amor por los animales y la naturaleza. Es lo que tiene no disponer de unas alas de colorines. O no crecer, y quedarse en gusano. Qué cosas.

 

Cruce de e-mails

De: María Paredes

Para: Carolina Juarez

Asunto: Vacaciones

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Hola, Carolina,

Me gustaría cogerme vacaciones el 19, 20 y 21 de Junio.

Esa misma semana (el 17 y 18) tengo el Seminario de «Mejora de directivos». Es decir, no estaría en la oficina en toda la semana (la 3ª de Junio).

¿Ves algún problema para esas fechas?

M.

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De: Carolina Juarez

Para: María Paredes

Asunto: RE Vacaciones

¿La envidia?

C.

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De: María Paredes

Para: Carolina Juarez

Asunto: Vacaciones

Pero ese problema (la envidia) lo tendrías en cualquier otra fecha. Sólo quisiera anticipar la semana en las que me gustaría que no fijaras esas reuniones a vida o muerte a las que eres tan aficionada… Porque el año pasado me fui y lo cambiasteis todo en una semana.

M.

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De: Carolina Juarez

Para: María Paredes

Asunto: RE Vacaciones

Procuraré que sean reuniones a primera sangre. Y sobre cambiarlo todo, chica, tal y como está el patio yo no te puedo garantizar que no se decida abrir una filial en Saturno…

C.

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De: María Paredes

Para: Carolina Juarez

Asunto: Vacaciones

Bueno, peor sería que nos dedicáramos a fletar aviones. Aunque en ese caso, yo podría aprovechar para que mi viaje a TENERIFE me saliera más barato todavía…

M.

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De: Carolina Juarez

Para: María Paredes

Asunto: RE Vacaciones

Gracias, María, por aportarme esa información, bastante irrelevante para lo que estamos tratando. Ya me ocupo yo de que cuenten contigo si necesitan enviar directivos mejorados a Saturno… 

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De: María Paredes

Para: Carolina Juarez

Asunto: Vacaciones

Qué mala es la envidia…

M.

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De: Carolina Juarez

Para: María Paredes

Asunto: RE Vacaciones

Sí que es mala, sí… Y en cualquier fecha.

C.

 

Un pequeño bucle

– Aquí pone que era un hombre corriente que procedía de una familia cuáquera.

– ¿Cualquiera?

– Supongo, sí, cualquiera.

– Ah. Fíjate que te había entendido cuáquera…

– …

– ¿Qué?

– Nada.

Decir la verdad o no decirla

Una cosa es no mentir y otra decir la verdad. Y una cosa es no decir la verdad y otra mentir. Del mismo modo, no es igual quien dice «yo no miento nunca» que aquel que afirma «yo siempre digo la verdad». Siguiendo con el razonamiento, no es igual una persona de la que decimos «siempre miente» que aquel de quien decimos «nunca dice la verdad».

¿Me seguís?

Para no decir mentiras, hay una vía intermedia que es guardar silencio. Por prudencia, o por cortesía, o por conveniencia, qué más da. Esto no siempre es posible, y entonces ya juegan ciertas habilidades sociales que consisten en dulcificar las cosas, ser diplomático, o irse por la tangente. No hablo del disimulo, que es el hermano cutre de la hipocresía, sino de tener la habilidad de cambiar de tema, distraer a la audiencia o salir airoso, y evitar una verdad cruda que no interesa a nadie.

Si yo estoy hablando con alguien que es feo como un sapo, no gano nada diciéndoselo. Claro que si me pregunta directamente si yo creo que es guapo ¿Qué puedo hacer si no quiero mentir? Veamos.

A/ «Pues mira, no, no lo creo. Me pareces un sapo». De esta respuesta, llena de sinceridad, me sobra el comentario final, que considero un pelín insultante, aunque sea factual. Y la respuesta, seca, a no ser que tengas una sonrisa imbatible o hagas un gesto de amabilidad indudable, puede hacer mucho daño. Así es que ojito, no todos os podéis permitir esto.

B/ «La verdad es que a mí no me lo pareces, pero yo tengo mi gusto, por supuesto, tal vez deberías preguntar a más personas». Vamos mejorando. Es una respuesta a medio camino entre la diplomacia y la evasión, aunque hay un trasfondo de falta de seguridad en uno mismo un poco incómodo. En fin, puede pasar.

C/ «Pues todo el mundo es guapo, porque la belleza es un concepto tan subjetivo. Y por otra parte, la belleza está en el interior…» Amigo, vas por muy mal camino. Si sigues por ahí, te puede repreguntar y no te quedará más remedio que echar mano de la respuesta A. Y eso sin contar con que estás quedando como un imbécil…

D/ «¿Guapo? Yo no diría guapo. Creo que tienes una cara muy personal». Así, muy bien, eligiendo adjetivos incontestables y evitando decir «pero» antes de «creo», porque la adversativa implica una incompatibilidad que no es conveniente para el corazoncito del sapo.

E/ «¿Guapo? No, no te veo guapo, pero me pareces muy muy simpático». ¿Veis lo de la adversativa, cómo llena la frase de hipocresía? Aparte de que hay que tener cuidado con el adjetivo que elegimos para equilibrar la verdad: decir eso de «no es guapo, pero es muy simpático» es como cuando dices que unos zapatos son feos pero comodísimos: o sea, que son feos y no sabes cómo explicar el mal gusto que tienes.

F/ «¿Que si me pareces guapo? ¿Tú qué crees, que me lo pareces o que no?». Huy, cuidadín con esos juegos, porque te pueden llevar a tener que levantar un no, y levantar un no es mucho más difícil que tumbar un sí. Si te responde de manera rotunda «Pues no, yo creo que no te parezco guapo«, a ver cómo sales, querida.

G/ «¿Que si me pareces guapo? ¿Y por qué lo quieres saber?» Esas devoluciones de bola llevan también algo de peligro, porque si te pasas con el liftado puede parecer una insinuación de quinceañera atribulada y eso es lo peor que puede hacer una mujer. Ya no digamos un hombre…

H/ Y sin necesidad de decir nada, se puede tirar un florero con agua al suelo o un bote de bolis por la mesa, como movimiento de distracción. La única dificultad es tener algo así a mano. En su defecto, siempre puedes gritar ¡Fuego!

I/ Otras… (no sigo, que me canso). Pero acepto sugerencias, por supuesto.

¿Que cómo respondería yo? Pues si os digo la verdad, yo preferiría que no me lo preguntaran. Ya, muy Bartleby… En fin, si así fuera, esta entrada creo que me proporciona una buena respuesta: «¿No me digas que has leído mi post?«.

Razones

– Dame una razón para hacer eso.
– Porque lo dice el jefe.
– Eso no es una razón, querido. Eso es una orden.
– Pues a mí me vale.
– A mí no. Pregúntale.
– ¿Y si no me quiere contestar?
– Pues entonces me estarás dando la razón.

La servidumbre siempre es voluntaria.

No duermo bien

– Mire, tiene que tomar estas gotas disueltas en agua unos veinte minutos antes de irse a dormir.

– Ajá… Veinte minutos antes…

– Sí. Tiene que echar cuarenta gotas en el vaso.

– ¿Cuarenta gotas dice?

– Sí, sí, cuarenta gotas.

– Y tengo que contarlas, claro. Así, una, dos, tres, cuatro… hasta cuarenta.

– Sí, hasta cuarenta.

– Ya… Pues no sé si prefiero contar ovejitas…

curra dormida