Escribir

Me recuerdo escribiendo desde que era pequeña. Bueno, pequeña… digamos catorce o quince años. No guardo nada de entonces, empecé a hacerlo hacia los dieciocho, cuando dejas de escribir eso de «mis padres no me comprenden». Pero casi todo está perdido, porque casi nada de lo escrito a esa edad envejece bien.

Escribir me relaja. No estoy segura de que me permita ordenar mis pensamientos, porque lo único que me los ordena es el estado de alerta. Es entonces cuando me vuelvo precisa. Me cuesta sintetizar porque adoro los matices y me gusta rebañar las ideas, imaginar qué habrá en el otro lado de la luna cuando el tonto mira el dedo… Eso que llaman el pensamiento lateral, que me parece divertidísimo.

Escribo mis post por la tarde, cuando vuelvo de la oficina. En horario laboral escribo otras cosas (algunas a veces alucinantes) y no me imagino en ese espacio, en esa pantalla y con ese teclado, y esa moqueta y esa librería,  y ese runrún ahí fuera y esos papelotes y carpetas rodando por esa mesa, escribiendo estas tonterías que escribo en el blog. Cada ambiente pide una creatividad distinta y hay cosas que no me salen en según qué sitios. Nunca se pudo fumar en misa, y si nadie echa de menos el cigarrillo de después de comulgar es porque comulgar y comer satisfacen apetitos distintos. Y claro que existe la creatividad en el trabajo, yo me tengo por una persona muy creativa. Pero ésta es una creatividad muy diferente y yo no suelo confundir los trapos con las toallas.

Cuando empecé a escribir en el blog me propuse que los post se pudieran leer en un minuto. Mi teoría era (y es) que nadie me iba a dedicar más tiempo porque el lector de blogs lee muchos blogs. Pero el confort tomó holgura y se llevó por delante la norma una vez, luego dos, tres, hasta que acabé por abandonarla. Pero yo me gusto mucho más cuando consigo un post corto y directo, que quizá no provoca una carcajada pero sí una sonrisa larga, esos post que llevan una segunda lectura y que provocan (lo sé) un «qué bueno». Esos post no están pensados. Lees algo, ves algo, y si puedes sentarte a escribir en ese momento, sale solo. Casi no llevan corrección. En eso se parecen a los post que yo llamo «enfadados». Sólo que los post «enfadados» ya no los escribo con gracia, ya no desatan una carcajada en medio del cabreo, sino que algunos están escritos con la misma «rage» con la que podría escribir cualquier  forero de cuarta. Eso sí, sin faltas de ortografía. Y me gusto en los post en los que pongo el corazón y en los que las frases salen, de nuevo, solas, llenas de sentimiento, post en los que luego lamento haber dejado abiertos los comentarios. Esos post que hace mucho que no vienen. Siento que, cada vez con mayor frecuencia, los post no tienen el menor interés, están escritos sin mucho estilo y con una gracia muy dudosa. Y como además no he sido capaz de crear un «hilo conductor en el blog» (me interesan poco las cosas que necesitan hilo conductor, la verdad), el conjunto está perdiendo la poca personalidad que tenía.

Creo que no es cansancio, aunque no estoy segura. Y tampoco estoy segura de que deba preocuparme por las causas, aunque las intuyo. Hoy me interesan los efectos. No tengo frescura, se ha ido, no sé dónde está. Yo no sé qué percibís vosotros, pero yo sí sé cómo escribo ahora y cómo escribía antes. Ahora tardo demasiado en sacar un post, y esa no era la idea. Y lo peor es que no me gustan los resultados. Quiero decir, que cuanto menos tiempo dedico, mejor me sale esto. No escribo mejor ahora que hace seis meses. Escribo largo, pesado, confuso, me pierdo demasiado, no selecciono porque no hay nada que brille en la comparación. Eso es porque escribo mentalmente cansada. Es como irse secando, es la misma sensación. Y es mi sensación, la vuestra ahora no me interesa, aunque si vosotros sí estáis interesados, fijaos en este post que estáis leyendo…

Los ingleses dicen que cuando una cosa se estropea, lo que hay que hacer es terminar de romperla y no perder más tiempo al intentar arreglarla. O algo así, no me apetece ponerme a buscar la frase. A mí me gustan mucho las soluciones en ruptura. Así es que yo ahora debería cerrar este chiringuito y abrir otro. No lo voy a hacer, yo eso no se lo hago a Curra y además, los ingleses no me parecen un pueblo fiable.  Pero sí puedo tratar de volver al origen, volver a cuando no me leían más de tres (con T de tres), a cuando me divertía, cuando jugaba, cuando me importaba un pepino si un post sería mejor que el anterior, cuando no pensaba cincuenta veces en los lectores y en si les gustaría o no lo que escribo, cuando no miraba qué y cómo hacían otros blogueros, cuando los otros blogueros me importaban muy poco, cuando recibir un comentario era una fiesta. O sea, cuando no comparaba, cuando éramos Curra y yo.

El Mundo para Curra va a intentar, paulatinamente, volver a sus orígenes. Escribiré tal vez menos y no creo que mejor, pero sí más a gusto. De momento, y hasta que se me pase el bajón, cierro los comentarios y los abriré cuando hable de libros y poco más.

Ah, y mañana habrá post seguro. Un post que hoy me es imposible escribir.

Curra en el aperitivo

Hoy hacía una preciosa mañana de sol y frío madrileño, así que me he llevado a Curra al aperitivo, como hago siempre que voy a una de las terracitas cerca de mi casa. Curra es una perra muy pacífica y la puedes llevar a todas partes. Sin embargo, en España no dejan meter a los perros en la mayor parte de los sitios, ya puedes decir que está educada y que no hará nada. Cuánta gente no podría decir eso de ellos mismos. Pero bueno, entiendo que hay personas a las que les dan miedo los perros, o asco, o simplemente que no les da la gana compartir su espacio con un animal. En fin, a Curra le gusta mucho esto de venirse conmigo de aperitivo aunque hoy, tumbada a mi lado, se ha llevado un buen pisotón en el rabo. Un señor trataba de colocar su silla y no la ha visto, y luego ha estado a punto de caerse, él y la silla, no sé si por el susto de pisar en blandito o por el aullido de Curra. Pobre hombre.

– Mira que te tengo dicho que no dejes el rabo al descubierto cuando hay gente a tu alrededor

– Bueno, pues suéltame y ya me voy colocando yo «a modo».

– No, querida, esto no tiene nada que ver con dejarte suelta. Esto tiene que ver con que se han terminado las patatas y tú te adormilas ahí como si fueras un mastín del Pirineo viendo pacer al ganado.

– De eso nada. Me adormilo porque me aburre vuestra conversación.

– ¡Oh! así que la señorita pretende que discutamos sobre olores de culos… Anda, túmbate otra vez y mete el rabo entre las patas. ¡Y no digas «a modo», no seas cursi!

– ¿Pues qué digo?

– Curra, se supone que tú no tienes que decir nada: los perros no hablan…

Luego, cuando ya nos íbamos, la camarera ha venido a recoger la mesa y ha empezado a echarle piropos. Llevaba un par de patatas fritas que habían sobrado de otras mesas y me ha pedido darle una a Curra. Le he dicho que sí. ¿Me morderá los dedos?, me ha preguntado.

– No, descuide. Pero no espere que le dé las gracias. No habla con desconocidos…

Opciones

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Miren la foto. Yo tengo ahora varias opciones:

1.- Cortarme el pie derecho por la mitad
2.- Tirar las zapatillas

Además de esto, he de elegir entre:

1.- Dejar las zapatillas en lo alto de un armario
2.- Educar al perro

También tenía que decidir si buscar a Wilma para darle una torta o ponerme a escribir este post.

Creo que no me cortaré el pie derecho por la mitad…

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Cuidados capilares

Los servicios de peluquería canina están limitados en esta casa a lavar y marcar, que es lo que Curra necesita.

Sin embargo, Wilma, que lleva la melena suelta, tiene que ir con cierta urgencia a hacerse además enteras, axilas e ingles.

Eso o tener cuidadito de por dónde anda, que no creo.

Y es que esas patas acumulan todas las piedrecitas, espinitas, hojitas y mierdecitas que hay por el campo.

Es por culpa del campo, que está desordenado.

Y por las vacas, que no tienen váter…

¡Curra ha vuelto!

Hoy Currita ha vuelto de vacaciones. Se la ha llevado mi madre un par de semanas a la playa y ha vuelto descansada y sobre todo muy morenita, y eso que por lo visto ha estado tumbada en la sombra todo el día. Efecto de esa melanina abundante, sensible y agradecida que tenemos casi todos en la familia, que nos bronceamos casi sin necesidad de tomar el sol.

Me cuenta que se ha distraído mucho con las hormigas del jardín, observando sin comprender una laboriosidad que ella desconoce. También me dice que ha cazado un par de lagartijas. Cuando me ha visto el gesto de asombro me ha guiñado un ojo: “Bueno cazar, cazar, no. Sólo las asustaba y luego, bah, las dejaba escapar ¡Pero tenías que ver cómo corrían! ” y, tal vez recordando la reacción pavorosa de la lagartija se ha empezado a reír a carcajadas con un infantilismo muy propio en ella. Siempre ha sido una inmadura. Bien, Curra es una perra sensible que aguanta la broma pero no la crítica, y por eso no he querido recordarle que ella es incapaz de atrapar una lagartija a pesar de la diferencia de tamaño que tienen sus cerebros. O quizá precisamente por eso… En fin, no sabría decir si es falta de maldad o de instinto, de agilidad o de reflejos. Yo me limito a constatar su incapacidad para la caza. Y de todos modos, aunque no fuera así le habríamos prohibido esa clase de incursiones por su mundo de ancestros. En primer lugar porque las lagartijas son unos animalitos inofensivos cuya labor biológica es muy interesante a condición de que estén vivas. Y en segundo lugar, porque nos mareamos sólo al pensar que pueda venir a ofrecernos como trofeo el cadáver sanguinolento de la lagartija. Qué momento tan atroz.

Este año ha tenido algún que otro altercado con Rufo, sin mayores consecuencias. Rufo es el gato de mi tía y piensa que el mundo cuando deja de ser apacible es mejor dejarlo fuera del armario. Lo que no es capaz de asumir es que el armario a veces se abre y el mundo, desapacible, se le presenta delante del bigote. Y que si por casualidad Curra está al otro lado esperando su pelota, el susto, además de ser morrocotudo, se arregla muy malamente empezando a bufar, arqueándose como un contorsionista y erizando el pelo como si no lo conociéramos de nada y se nos hubiera olvidado de pronto su tamaño real. Curra es muy pacífica y calmada, desde luego, pero no soporta esas tonteriítas de gato mimao que tiene Rufo a veces, así es que me ha dejado bien claro que no va a consentir baladronadas en lo que queda de verano. ¿Qué es eso de que Rufo vaya de Simba por la vida, cuando no pasa de ser un Garfield vago y orondo?. La verdad es que lo de Garfield es una comparación muy cruel y será mejor no seguir haciendo el casting por ese camino… pero en fin, he preferido quitar hierro a la anécdota, porque Rufo ya está algo mayor y es normal que tenga algunas chaladuras. Pero su indignación me deja pensar si no será que tantos años de mimo empiezan a pasarle factura también a ella.

Y no hemos hablado de Wilma. He preferido no tocar el tema, porque me la puedo imaginar perfectamente completando el trío con ese par de «gruñones»…

Cumpleaños del blog

El día 19 de abril este blog cumplió dos años. Había pensado escribir algo especial, incluso había tomado algunas notas en Semana Santa. Luego, lo que son las cosas, se me pasó completamente la fecha. Lo cual que debería reconfortarles casi tanto como a mí: todavía me convencen las prioridades del mundo 1.0, hasta el punto de dejarme allí la cabeza. En cuanto a las notas que tomé, me las dejé en el poblachón…

Tengo pocas cosas que decir que no estén dichas. Y además, ya saben lo poco que me gustan estos post ombligueros en donde nos ponemos a hablar de cómo abordamos la pantalla en blanco, cómo consideramos a nuestros comentaristas y qué sentimos al tener un blog. Digo lo poco que me gusta escribirlos, porque leer este tipo de entradas en otros blogs no es que me guste, es que me apasiona. Ver cómo los demás sufren casi tanto como yo me produce mucha tranquilidad, además de la satisfacción de hacerme sentir parte de una extraña tribu.

En  estos dos años he podido averiguar dos cosas. La primera, es que soy incapaz de ceñirme a una disciplina concreta. Y así me está saliendo el blog: un puro disparate. Ni es un blog de vivencias, ni de pensamientos, ni futbolero, ni político, ni de sociedad, ni de costumbres, ni profesional, post cortos, largos, medianos, divertidos, tristes, serios, enfadados… Ya digo, un puro disparate. Y la segunda, y esto es un poco más incómodo, qué no tengo ni idea de lo que queréis, de lo que os gusta más, de cuáles son las cosas que preferís. Y no me refiero tanto a los que amablemente dejáis un comentario, que siempre me haceis reír o reflexionar y que en todo caso, ya expresáis motivos y pensamientos. No. Me refiero a todos los que entran en silencio, que sois muchos, o eso me parece a mí. Yo os pediría que votarais al menos. Bueno, no, mejor no, que el otro día entró uno que se dedicó a poner «very poor» en un montón de entradas y tuve dificultades para conciliar el sueño un par de noches. O sea, que si no os gusta, me ponéis «average«, y ya me hago cargo…

Y ya está el post más o menos terminado porque no tengo mucho más que decir, aunque sé que cuando recupere las notas que me dejé en el poblachón me tiraré de los pelos. Ya sólo me queda daros las gracias de corazón por leerme. No sois la razón por la que escribo en un blog, pero sí el mejor de los motivos.

 

Ternura y pereza…

Me he divertido en la sobremesa del domingo haciendo esto. Espero que les distraiga y que, al menos, les saque una sonrisa.

Wilma

No a todos los que siguen este blog les tengo que presentar a Wilma. Su madre biológica, Babunita, y su mamy adoptiva la conocen bien. La han tenido en su casa durante sus primeros dos meses y medio de vida, hasta que hemos ido a recogerla. Mientras tanto la han cuidado, a ella y a sus hermanos, y de qué manera. Nos han regalado una perrita de terciopelo, alegre y confiada, que no llora, ni se queja por nada, a quien nada le asusta porque no sabe ni lo que es el miedo ni lo que es el daño, sólo conoce el cariño y el juego. Que ve otros animales (el gato de mi tía y mi querida Curra, le falta encontrarse con el macarra de Gus) y se lanza a por ellos con tanto descaro como ganas de juerga.

Ayer, además de recibir una preciosa perrita, recibimos una hospitalidad que llevaremos siempre en el corazón. Nos encontramos con una pareja encantadora, divertidos y cultivados, amantes de los animales y del buen vivir, llenos de vitalidad, de generosidad y de sentido común, que nos hicieron pasar una jornada inolvidable y no solo por encontrar a Wilma. En realidad, lo esperábamos, pero al llegar a Madrid nos dijimos que no notábamos ningún cansancio, y que habíamos pasado un sábado maravilloso. Las buenas personas.

Wilma viene de una familia buena y de una buena casa. Su madre y su mamy pueden estar muy tranquilas: con otros protagonistas y en otra ciudad, así seguirá siendo. Wilma nació un 22 de diciembre. En casa solemos decir que hasta para ser perro hay que tener suerte. Ayer, mi tía Pilar (nueva mamy adoptiva de Wilma) me decía, divertida: «Fíjate, ¡y yo que pensaba que no me había tocado nada en la lotería este año!«.

Wilma crecerá feliz. Prometido.

Y ahora os dejo unas fotos, para que digáis oyoyoyoyoyyyyyyy, que es la palabra más repetida desde ayer en esta casa. Aunque si quieres pasar un rato de lo más divertido, os propongo visitar el Blog de Babu despacio y especialmente ver los vídeos (video 1, video 2, video 3). Impagable.

Nochebuena y Navidad

Esta entrada es para hoy y para mañana.

Y es para vosotros, aunque hay que llegar al final.

Feliz Navidad.

Realizado con las tarjetas de Navidad de Cáritas España

Babu y sus 5 cachorritos

Una buena amiga de este blog y buena amiga de Curra, ha sido mamá y ha tenido 5 preciosos cachorros.

Os pongo el enlace del blog para que los veais: PINCHA AQUI

¡Enhorabuena, Babu!

PS: En los comentarios encontraréis un relato muy emotivo del acontecimiento, contado en primera persona por la dueña de Babu, que me hace el regalo de completar y enriquecer la entrada.