Pala Madrid

Me gusta el Real Madrid de los atletas, del pim-pam-pum-gol, el Madrid desordenado, descolocado y anárquico, el Madrid del arreón, de las galopadas, de los chutazos, el Madrid de huy y del penalty injusto, que sale a que le partan la cara en esos campos de Dios en los que los rivales salen con el cuchillo en la boca y vuelven sin el cuchillo y sin aire. Yo si quiero estudiar me cojo un libro, y si quiero emociones, me pongo a ver el fútbol. Como no entiendo, a mí me gusta el Real Madrid que sale al campo a meter un gol más que el rival.

– Si dejas la portería a cero, como mínimo ya te has asegurado un empate.

Filosofía Benitez, ese señor con traje de confección del que se echa de menos el pasador de corbata. Un estudioso del fútbol, un gran trabajador, un self made man criado en el fútbol de sudor y penuria, un currela de pico y pala, un hombre que llega a Valdebebas antes de que cante el gallo y que se va a las mil y monas aunque, solidario con los seguratas, les deja tiempo para que se vayan a echar un sueñecito y darse una ducha. Yo me imagino a los guardias de seguridad repartidos por  los sillones del hall, cinturón aliviado y cazadora por manta, roncando mientras el gallo, nervioso, picotea lexatines a su alrededor.

– ¿Y tanto trabajo para qué?

Pues para clasificarse para octavos en Champions y no perder de vista la cabeza de la liga. Resultados, estabilidad y orden, posesión, orden, colocación, orden, contundencia, esfuerzo, orden, estrategia pura ¿ya he dicho orden? Y es que no hay que dejar nada al azar, ni siguiera el balón. Ah, si el Granada tuviera un Benítez de entrenador, qué grandes campañas haría.

– Pero es que el Granada no tiene la plantilla del Madrid.

Eso es verdad. A cambio, el empate les sabe a gloria en casa de los grandes y tienen buen conformar si les golean los medianos cuando salen de visita. Un campo difícil, dirán. Unos 30 primeros minutos muy buenos, de mucho control, dirán. Les hemos dejado meternos un gol a balón parado, dirán.  Que se te lesione un defensa es un contratiempo grande porque te quita un cambio y ya no se puede reaccionar, dirán. Qué felices deben de ser en Granada. La Alhambra y un equipo en zona de descenso: emoción a raudales.

Hala Madrid.