Marías

A mí me gusta mucho Javier Marías, y me parece un gran escritor. De él no he leído todo, pero sí un buen puñado de libros: Corazón tan blanco, Todas las almas, Mañana en la batalla piensa en mí, y la trilogía Tu rostro mañana, que me parece muy buen libro el primero, brillante el segundo y magnífico el tercero y, en conjunto, una obra maestra. También he leído Los enamoramientos, su último libro, y tengo que decir que no me parece ni de lejos lo mejor que ha escrito. Una frase suya acompaña a este blog desde que lo abrí, y la dice el protagonista de Todas las almas al principio del libro cuando le hacen ver, con elegancia, que la palabra papirotazo proviene del golpe que se pega en el papo, y no de la toba que se le da a un papiro para probar su resistencia, que es lo que él, un profesor de español en Oxford, se ha inventado en clase como respuesta a una pregunta sobre la etimología de la palabra.

De los libros que he leído de Marías me gusta su manera de imaginar las historias y de mantener el interés en la narración, y que se entretenga reflexionando y vaya recorriendo los pensamientos de unos personajes siempre muy bien dibujados. Creo que tiene una prosa formidable, hila muy bien las tramas y luego las cose con mucho cuidado sin dejar cabos sueltos y sin que nos parezca extraño todo lo que nos cuenta, porque sus historias nunca dejan de ser una novela aunque sus personajes transiten por nuestro tiempo y compongan una sociedad muy reconocible. Y son novelas con fondo, que abordan temas con interés que dan que pensar y discutir.

O sea que Marías me encanta, me parece un escritor maravilloso. De novelas, porque en sus artículos periodísticos reconozco que no le sigo más que cuando me lo encuentro. Sí que le he leído en alguna entrevista y me parece un tipo normal, con sus ideas, que las tiene por supuesto, pero sin ser ningún sectario, desde luego. Le sobra inteligencia, formación y buenas maneras para enfangarse, creo yo. Eso sí, como madridista lo mejor que podrían hacer es ponerle en una vitrina para decorar la sala de trofeos con un esparadrapo en la boca y la mano atada a la espalda para que no escriba tonterías…

La semana pasada, el Ministerio de la cosa le concedió el Premio Nacional de Narrativa y él lo rechazó, en mi opinión con amabilidad, agradeciendo la gentileza y tomándose el tiempo de explicar sus razones. También recordó que a su padre nunca le habían dado un premio Nacional, y que lo merecía más que él, algo que le honra tanto a él como a su padre pero sobre lo que yo no tengo una opinión formada, aunque si él lo dice llevará razón. Contó que siempre había manifestado que rechazaría cualquier premio oficial, y yo la verdad es que le alabo el gusto, por aquello de no mezclar las toallas con los trapos. Quiero suponer que el Ministerio también tendría sus razones (tanto para elegir a Marías, como para elegir una novela que no es la mejor que ha escrito), y sin embargo no han explicado por qué no conocían esto que no parece que fuera el secreto de la Cocacola, en especial para algo que se llama Ministerio de  «Cultura«, y por qué a nadie se le ocurrió pegarle antes un telefonazo para preguntar  y así no quedar compuestos y sin premiado. Francamente, este es un episodio que Marías se puede permitir, pero el Ministerio de Cultura no.

En fin, después de todo lo anterior diré que ni ese premio le hubiera convertido en mejor escritor ni el haberlo rechazado en peor. Y que de todos modos, aunque no lo haya recogido, se lo han concedido. Como dirían los franceses, bien joué, Marías, bien joué