– ¿Si?
– Oye, guapetón ¿No me invitarías a un café, que si me leo a pelo el petardo que me ha pasado el jefe se me va a caer la cabeza?
– … ¿Quién es?…
– … Soy… Eh… A ver, ¿No es el 791?
– No, es el 701… Hola, Carmen…
– Ah…, hola (pongan aquí el nombre de su jefe), perdona, se ve que me he confundido.
– Eso creo yo, porque a mí no me llamas guapetón.
– No, eso es verdad, a ti no te llamo guapetón.
– Tómate un café, será lo mejor.
– Sí, será lo mejor.