Morirse a lo tonto

Todos moriremos, esto es un hecho. Y hay muchas formas de morir, y esto también es un hecho. Pero algunas son más elegantes que otras. Esto no sé si es un hecho, pero convendría que me dieran la razón si quieren seguir leyendo con la placidez que debemos exigir al tratamiento de estos temas tan escabrosos.

La elegancia al morirse está en la forma, pero también en el momento. No es lo mismo morir desnudo mientras te das un baño nocturno en una playa del Caribe, que morir en cueros porque la policía municipal te ha pegado un tiro por error en la redada de un burdel de mala muerte en Zamora. De mismo modo, puestos a que te coma un bicho, lo elegante es que te coma un león mientras haces un safari por Africa, y no por caerte al foso en el zoo de Alicante al resbalarte con una cáscara de naranja. Claro, que vds pensarán que total al finado ya le da lo mismo, pero no. Y la prueba es que en las películas de buenos y malos, los buenos siempre mueren de forma muy airosa, mientras que a los malos se los encuentra el detective fritos en una letrina, por ejemplo. Aunque el colmo de lo estrafalario es Parque Jurásico. Ya me contarán vds:  un tipo resucita a un bicho felizmente extinguido hace millones de años, se va a hacerle una visita con toda su familia para hacerle cuchi-cuchi y de pronto resulta que el bicho no es tan apacible como parecía por los cromos. El monstruo, hambriento, va y se come a todo el casting. Eso es una desdicha en la que lo menos ridículo es que chillen cuando se los están merendando. Al menos le podrían haber resucitado sin dentadura, digo yo…

Y luego hay veces que la realidad supera la ficción. Hay un tipo de 82 años, de nombre Rolf Eden y alemán para más señas, que ofrece 250.000 dólares a aquella mujer con la que esté haciendo el amor en el momento de morir. Así es que este buen hombre ha decidido cómo morirse e incluso paga por ello, aunque viendo la edad que tiene el caballero podría pensarse que realmente lo que ha decidido es no morirse nunca. Pero bien, aceptemos que sigue en forma y que el vigor que requiere el asunto le hace pensar que puede palmarla a poquito que se entusiasme con una señora. Así es que ha puesto un anuncio para que aquellas mujeres que estén dispuestas a hacer el amor con él sin poner reparos a que el amante se les muera en plena procesión, vayan y le animen la tarde. Supongo yo que estas señoritas no irán motivadas por hacer el amor sino por hacer caja, a través del sencillo método de reventar una (la torácica), espulgar otra (la de caudales), y cerrar la última (la del muerto).

No sé yo si es más tonto resucitar a un bicho para que te coma o querer tomarse al pie de la letra precisamente eso de «morirse de gusto». De lo que sí tengo opinión es de lo que resulta, sin duda, más inelegante.