Como cada primero de mes, toca la reseña del Club de lectura. Y va a tener razón ND cuando dice que en el Club estamos gafados, o, dicho de otro modo, va a ser verdad que siempre nos da por escoger el peor libro de cada autor. Yo tengo una teoría y es que, cuando alguno de nosotros elige un libro por su autor, no elige el mejor título, porque el mejor lo ha leído ya, eso cuando no ha leído ya los tres o cuatro mejores. O sea que estamos leyendo los restos, más o menos.
El libro me ha decepcionado, y por momentos me ha aburrido. Yo de este autor había leído El mapa y el territorio, que me encantó y Las partículas elementales, que me gustó mucho y del que hice reseña (aquí, por si os interesa). Así es que abordé el libro con verdadero optimismo y con muy buena predisposición. Pero…
Voy a contar brevemente de qué va para los que no lo hayan leído. El libro cuenta la historia de Daniel, un humorista cínico y provocador, hastiado de su propia existencia después de alcanzar el éxito. Cuenta la relación con su mujer y con una chica joven a la que conoce cuando él ya está rondando la cincuentena, y de la que se enamora perdidamente. También que ingresa en una secta loca que cree en la inmortalidad a través de la clonación. Y los capítulos alternan la historia de este Daniel (Daniel 1) con otros Daniel del futuro, Daniel 24 y Daniel 25, que son sus clones (y cuyos pasajes, excepto al final, son un auténtico petardo) y que viven aislados y sólo se relacionan a distancia con otros clones como ellos
La historia no es lo de menos. La historia sale de la fantasía de un escritor al que no le falta imaginación ni originalidad, y en la que hay giros verdaderamente sorprendentes en los que te encuentras a Houellebecq (igual de cínico y provocador que su protagonista) en estado puro. Las reflexiones del autor a través de la primera persona de Daniel no dejan indiferentes y tratan de epatar, están llenas de patadas hacia lo políticamente correcto y buscan el asombro, el no dejarte indiferente, lo cual en sí mismo a mí no me molesta entre otras razones porque hay veces que es divertido leer lo que casi nadie está dispuesto a escribir. Le tachan de misógino, de irreverente, de racista pero, francamente, a mí hay medias tintas y poses que me molestan más, y yo creo que a un escritor no se le puede perdonar la hipocresía, y sin duda a Houellebecq no le gusta la sociedad que ve y que vive. Lo que pasa es que a mí me ha parecido un déjà vu, quizá porque ya había leído un par de libros suyos y ya sabes lo que te vas a encontrar.
Por otra parte, hay escenas de sexo muy descriptivo en mi opinión innecesarias que se hacen algo desagradables y que me han parecido forzadas. En Las partículas elementales hay sexo muy explícito y también muy descriptivo, pero digamos que viene a cuento, por la historia en sí. En este libro yo creo que Houellebecq se propone simplemente escribir muchas guarradas, sin más. Y luego hay una cháchara pseudocientífica infumable que yo no sé si se sostendrá en alguna teoría de verdad, pero que aburre muchísimo y de la que yo no he entendido ni una sola palabra.
Por lo demás, nos cuenta una distopía muy en su línea. Una sociedad que se consume en su propio hedonismo, en el que las familias primero y después las relaciones de pareja están condenadas a extinguirse, igual que cualquier relación social basada en el amor o en el afecto, una sociedad que se desintegra en la irrelevancia y en la que el hombre sólo puede encontrar la felicidad en la soledad, en el aislamiento, en la renuncia a la propia sociedad. Pero en fin, poco importa, porque de todos modos el fin de la civilización precede a una catástrofe nuclear y el ser humano que sobrevive vuelve a sus orígenes salvajes. Delicioso, vaya.
Yo os diría que hay muchos otros libros que leer en la vida y que no os entretengáis con éste. Pero, en fin, haced lo que os dé la gana de aquí a que se termine el mundo. Podéis leer otras reseñas de este mismo libro, con otras opiniones en La mesa cero del Blasco, en La originalidad perdida, en Delenda est Carthago y en el blog de Bichejo. Y a lo largo del mes seguiremos hablando de él, o no, en el blog del Club de lectura.
Claro que tengo razón! Es cierto que algo de lo que tú dices puede pasar, pero hay casos, como Jim Thompson, en los que después del del club me he leído varios y puedo afirmar que el club es cenizo a más no poder.
Respecto al libro… pues creo que todos más o menos estamos de acuerdo en que no es muy allá.
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Sí, yo creo que hacemos todos el mismo análisis y que prácticamente no nos ha gustado por las mismas cosas.
Igual es simple mala suerte. Pero hay que ser optimistas!
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Como ya le he dicho a Bich, aunque soy fan de las distopías, después de leer vuestras reseñas creo que este libro será uno de esos que no leeré en mi vida. Lástima, porque el título es muy bonito. Pero eso no basta.
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