He estado leyéndome en estos días un trabajo muy divertido sobre los disparates que se hacen y dicen en nombre de la Ley Orgánica de Protección de Datos. Se trata de un trabajo al que le faltan unas cuantas horas para maquetarlo con un poco de arte y sobre todo, para corregir, pulir y eliminar todos los gazapos que se han colado en una escritura que, me consta, ha sido muy rápida. Y me consta porque conozco bien a uno de los autores, que tiene escrito un libro mucho más serio y sesudo sobre la dichosa ley de protección de datos. Este trabajo se llama «#LOLPD, aventuras, desventuras y patadas a la LOPD». LOLPD es un juego de palabras con LOL (lots of laughs, algo así como «me parto») y LOPD, y que, compuesto como un hastag, permite rastrear las perlas que van publicando en Twitter un grupo de abogados especializados en el tema. Incluso tienen los «premios LOLPD», y deben de estar muy reñidos, porque los disparates dan de sí para varios concursos…
Yo ni soy abogada, ni conozco la LOPD más allá de las cuatro o cinco cuestiones básicas, entre otras razones porque cuando me he topado con ella, que ha sido más de una vez (y más de dos) en la vida, he llamado al co-autor del que les hablo para que me resolviera el asunto que se tratara. Sin embargo, y sin saber de leyes, las anécdotas que recogen en este trabajo son de traca y están al alcance de cualquiera. Hay para todos y de todos los pelajes, desde luego empezando por particulares y empresas privadas. Por ejemplo, el caso de una constructora que se declara «Miembro de la LOPD» (¿Qué será eso de ser miembro de una ley?) o ese particular que se negaba a dar la matrícula del coche que le estaba comprando otro particular amparándose en la ley de protección de datos (¡LOL!).
Pero cuando la cosa se pone realmente divertida (todo sea no indignarse), es cuando empiezan a mostrarnos a los periodistas y políticos en todo el esplendor de su ignorancia. Los unos porque no comprueban los disparates que dicen los otros, y los otros porque no conocen ni la ley, ni para lo que sirve, ni, sobre todo, para lo que no sirve. Y así nos encontramos con un gobierno que se niega a dar cuenta de las deudas de los clubes de fútbol o un ministro que no da la lista de los integrantes de una Comisión Oficial porque «se lo impide la ley de protección de datos». O aquel que confunde el nombre de la Ley y le llama en el Parlamento Ley Oficial de Protección de datos o ya, en el colmo, cuando pretenden ampararse en el artículo 95 de una ley que sólo tiene 49…
En fin, es muy de agradecer el trabajo de recopilación, porque si no se recogieran estos disparates, pasarían las más de las veces, por no decir todas, completamente inadvertidos. Y por otra parte, no me hubiera imaginado yo que me iba a reír leyendo 70 páginas dedicadas a una ley. Pero es que en realidad, este trabajo no trata de una ley, sino de lo que hace con nosotros la ignorancia, esa señora tan osada.
Ya te lo he dicho otras veces, la LOPD es mi ley favorita (después de la del embudo, que pese a ser muy española, todavía no está recogida en ningún código), me parece una ley de lo más interesante y que, como tú dices, nos amparamos mil veces en ella, casi siempre a tontas y a locas.
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Pues te reirás mucho. Tiene anécdotas muy divertidas.
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Pues me lo apunto. Parece muy divertido. Ahora, que tengo la lista de lecturas pendientes desaforada!
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Son 70 páginas, pero se lee en un par de horas, o menos.
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