Salvad el puente y la corona

Había que salvar el puente a toda costa. Quitarlo y volver a hacerlo era la segunda opción. La base de uno de los pilares notaba el transcurrir del tiempo, quince años tal vez, y además estaba encajonado muy atrás, en un terreno muy delicado. Así es que había que intentar perforar el revestimiento de metal y cemento, reparar el interior, acondicionar la base y salvar el puente a toda costa.

Dos horas y media me he pasado en el endodoncista. Ha tenido que perforar la corona de la muela del juicio, hacer un agujerito, quitar la pulpa de la muela y cerrar de nuevo con un empaste provisional, a la espera del arreglo definitivo que deberá terminar el dentista. Durante la perforación, me han puesto unas gafas porque lo que salta es polvo de plata, que si te cae en un ojo te puede enviar al oftalmólogo sin cita previa. Cada veinte minutos el doctor paraba para que yo pudiera cerrar la boca un rato, porque no había prisa y prefería ahorrarme la incomodidad. Y, por supuesto, a la menor sensación, yo tenía derecho a levantar la mano: la anestesia es barata.

¡GRACIAS, DIOS MÍO, POR ENVIARME A PENAR POR ESTE MUNDO EN EL SIGLO XXI!

El dentista. Caravaggio

4 pensamientos en “Salvad el puente y la corona

  1. Pues sí, por cierto, recomiendo un par de libros que se llaman el siglo de los cirujanos y el triunfo de la cirujía o algo así que son sobre la historia de la cirujía y sus grandes personajes, la anestesia, la asepsia… muy buenos!

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  2. Pingback: Dentistas | Un mundo para Curra

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