La pequeña Dorrit, de Charles Dickens

La pequeña DorritPrimero de marzo, fecha marcada para hablar del libro del Club que este año, por segunda vez en su accidentada vida, se va a limitar a cinco libros para cubrir la temporada. Para 2018 no hemos puesto normas, yo creo que se nos olvidó. Se podría pensar que nos valían las del año pasado, pero no, claramente no.

Arrancamos con Dickens, héroe literario de algunos miembros del club y autor muertísimo, pero que no morirá nunca gracias a su maravillosa obra. El segundo requisito, que no hemos cumplido mucho, era que el libro no fuera muy largo. Bah, habrá pensado ND al elegir el libro, si quieres Dickens, te pones a leer o no te pones. Y aquí estamos: casi 1.000 páginas que el autor dio a leer a sus lectores en cómodas entregas durante un año y medio. Y en esto reside, me parece, que el interés de la trama no decaiga. Mal comparado, leerte este tocho en diez días es como ver cinco temporadas de una serie en dos tardes. Mal comparado. Y pensar que el año pasado no me dejaron poner Germinal como libro de lectura porque era largo… (abro paréntesis para recomendarles que, si no lo han hecho todavía, corran a leer Germinal de manera inmediata: es maravilloso).

La novela se estructura en dos libros (Pobreza y Riqueza) y si no vas avisado –como era mi caso–, cuando llegas al final del primero te preguntas ¿pero cómo va a seguir, cómo va a rellenar otras 500 páginas, si esto se ha acabado? Pues, amigos, las rellena y además con coherencia, con interés y sin que deje de ser la misma historia. Claro que podría haber rellenado otras 5.000 páginas más, porque, como en las series, va abriendo tramas, pero sin perder el hilo, de tal forma que cuando acaba no queda ni medio cabo suelto. Y además, ¡es Dickens!, un genio. Un genio que escribía, por cierto, sin procesador de textos, ni siquiera máquina de escribir. No soy capaz de imaginar lo que a este hombre le hubiera cundido una Olivetti.

En fin, la historia la pueden encontrar en cualquier resumen y será mejor de lo que yo pueda escribir de forma apresurada. Y de todos modos, me interesa hablar de otras cosas. Me interesa destacar lo que Dickens le da a la literatura, lo que es tan difícil de encontrar cuando no estás delante de un clásico de esta envergadura: esas ambientaciones perfectas que consigue con solo dos párrafos, que no son una descripción exhaustiva e inane de una calle, una cárcel, un salón, un puerto, sino que te mete en el tiempo, el lugar, la temperatura, y hasta el olor del escenario; esos destellos de humor maravilloso que provocan la carcajada o de ironías deliciosas traídas con tanta elegancia; esos personajes bondadosos o malvados, temerosos o audaces, envidiosos o nobles, orgullosos o serviles, poderosos o débiles; también esos otros personajes muy caricaturescos, que le dan sal al relato, o al menos evitan el exceso de azucar; esos diálogos limpios de gestualidad absurda de la que tanto abusan los malos autores; ese estilo, esa sencillez tan completa y tan difícil que deja beberse el texto.

Y esa mirada. Porque el libro es un folletín, pero ahí tenemos el negociado de los circunloquios, que es un vuelva usted mañana planificado, el paradigma de la incompetencia de gobiernos ineficaces y vampíricos; ahí tenemos la alta y la baja sociedad, micromundos simétricos y encorsetados de los que no se puede salir aunque se abran las puertas; ahí tenemos al Madoff del siglo XIX, rodeado de pichones avariciosos del siglo XIX; ahí tenemos al estafador disfrazado de benefactor y al recaudador que se rebela ante la injusticia que tan bien conoce; y ahí tenemos la sociedad inglesa de un tiempo que no creo que le gustara al autor, pero de la que sabía entresacar una historia en la que la integridad y el deber siempre se sobreponen a las calamidades que trae la vida, y en la que los buenos siempre avanzarán bajo el sol y la sombra.

La pequeña Dorrit es un libro magnífico, así es que léanlo si no lo han hecho aun, es una orden. Aunque, como siempre, pueden encontrar otras opiniones del libro leyendo a mis compañeros del club en  La mesa cero del Blasco, La originalidad perdida, en Lo Lo que lea la rubia y en la propia página del Club, donde está la opinión de Juanjo. El primero de mayo volvemos, esta vez con Steinbeck.

 

3 comentarios en “La pequeña Dorrit, de Charles Dickens

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