Tal vez se pregunten ustedes qué fue del famosísimo Club de lectura que animaba los primeros de mes de este blog. También conocido como el Club de Tortura, cinco pacientes lectores escribíamos un post sobre un libro, leído a lo largo del mes precedente. Tal vez se hayan preguntado qué ha sido de esos post en los que se reflejaba el gusto irreconciliable de estos cinco lectores, que sólo nos pusimos de acuerdo en dos rarísimas ocasiones para alabar el libro, pero que, por el contrario, siempre formábamos generosas mayorías para poner a caldo al autor del mes. Quizá piensen ustedes que hemos abandonado y que encima lo hemos hecho a la francesa, o sea, sin una palabra de despedida y con un mutis disimulado por el foro. Pues no, aquí estamos de nuevo.
Sí, ya sé que no es primero de mes y que en enero y febrero el tiro fue al agua, pero ya se lo explico yo. Para empezar, hemos decidido leer sólo 6 libros este año, uno cada dos meses, por aquello de seguir en el baile pero reduciendo el ritmo. Y si estamos publicando la reseña un 22 de marzo es porque uno de nosotros ha estado trabajando en un punto perdido de la selva amazónica hasta hace un par de días, y desde allí resultaba muy azaroso ponerse a colgar una entrada. De hecho, la selva es un lugar ideal para colgar muchas cosas, desde un candil hasta una tarántula, pero una entrada del club de lectura solo potenciaría la tentación de colgarse uno a sí mismo, y esto no parece razonable. Para decirlo todo, que luego me regañan, el periplo amazónico de uno de nuestros miembros (cualquiera diría que hemos enviado un brazo al Brasil por DHL) me ha venido estupendamente, porque el retraso me ha permitido terminarme el libro a paso de tortuga, disfrutándolo como es debido. Y es que Los viajes de Gulliver es un libro que me ha encantado. Sin más, doy paso a la reseña.
Los viajes de Gulliver es el típico libro que uno se lee en versión infantil cuando tiene unos doce años. Eso si se lo lee. Forma parte de esa colección de libros conocidísimos de los que todo el mundo habla sin haber leído cabalmente, y cuando digo cabalmente quiero decir enterándose de algo. Y así, uno habla de Gulliver y se acuerda de Liliput y poco más. Pero hay mucho más en este libro.
Gulliver en realidad emprende cuatro viajes, y por el azar de un naufragio o de un ataque pirata o enemigo, termina en cuatro lugares fantásticos que revelan sociedades muy distintas a la europea, lo que le da pie a hacer una crítica feroz de la sociedad en la que vive, sus instituciones políticas e incluso del ser humano en general.
El primer viaje es en efecto a Liliput, un país con escala de 1:12 en el que los habitantes miden un palmo. La diferencia de tamaño permite a Gulliver ayudar a los habitantes de Liliput a ganar una guerra a Blefuscu, un país vecino, que después le acoge cuando los liliputienses empiezan a desconfiar de él. Las envidias, que son muy malas.
El segundo viaje es a Brobdingnag (espero haberlo escrito bien), en el que, por el contrario, sus habitantes son gigantes. Este libro es quizá el más angustioso, porque Gulliver se tiene que enfrentar a monstruosos gorriones, por ejemplo, y porque cualquier despiste puede hacerle morir aplastado. Los habitantes, grandullones, son bastante inocentes, aunque nada comparado con los que encuentra en el tercer viaje, un país en una isla voladora, flotante, en la que los habitantes sólo están preocupados por la música y las matemáticas, hasta el punto de tener que llevar al lado a un “sonador”, es decir, a un individuo que les espabila para que no pierdan el hilo de la conversación. Debajo de la isla voladora hay una ciudad en la que los hombres se dedican a inventar cosas absurdas que luego no llevan nunca a la práctica. Y en este viaje visita varias islas, cada cual más fantástica, mientras intenta llegar a Japón para coger un barco que le devuelva a Europa. En una de ellas, unos magos le dan la posibilidad de hablar con personajes de la historia…
“…Pedí que apareciera ante mí el senado de Roma en una gran cámara, y en otra, frente por frente, una asamblea de representantes de hoy en día. El primero parecía una asamblea de dioses y semidioses; la otra, un hatajo de buhoneros, carteristas, bandoleros y matones…”
Bien. Además de ser una crítica feroz, este libro, publicado en 1726 en Inglaterra, es de rabiosa actualidad en España.
El último de sus viajes es al país de los Houyhnhnms, caballos que hablan y que constituyen una sociedad perfecta en la que no existe la mentira, ni la prisa, ni el dinero, así que no hace falta gobierno, ni guerras, ni jueces… Una sociedad por encima de los Yahoos, humanos que provocan en Gulliver un profundo repelús por su inmundicia y suciedad, por su salvajismo, que desprecia y odia, y también con ello le suscita el convencimiento de que el ser humano no tiene remedio. Es el libro más pesimista y más desasosegante de los cuatro, con el que da fin a sus viajes asegurando, en el epílogo, que son verdad. En fin, habrá que estudiar con mayor atención las lecturas de los satélites.
Yo no me esperaba un libro así, y desde luego no recordaba nada de todo esto. Tengo un recuerdo vago de haberlo leído en mi infancia, aunque casi con seguridad se trataría de algún cuento disfrazado o de una versión amable de Gulliver jugando con muñequitos. Sin embargo, me parece un libro de adultos para leer despacio y disfrutar de su ironía y su crítica. Y aunque la prosa es un poco anticuada y engolada, se deja leer y yo lo recomiendo fervorosamente.
Tienen como en otras ocasiones (ya no diré como cada mes), otras opiniones en La mesa cero del Blasco, La originalidad perdida, en Lo que lea la rubia y en la propia página del Club, donde encontrarán la opinión de Juanjo. Hasta mayo, que volveremos con El príncipe, de Maquiavelo.
Yo me he aburrido. Como no podía ser de otra manera.
Con todo, al haber pasado dos meses desde que lo terminé, se me ha pasado un poco la sensación de aburrimiento para quedarme con los momentos que me parecieron más divertidos. Voy a tener que leer todo con un par de meses de adelanto XD
Me gustaMe gusta
Me parece un libro bastante poco de niños, la verdad. No digo que no haya niños que lo puedan disfrutar, pero creo que tiene una profundidad que a lo mejor no se aprecia siendo niño. A mí me ha gustado mucho.
Me gustaMe gusta
Completamente de acuerdo. Es un libro de adultos.
Yo lo leí de casualidad, esperando aventurillas sin sentido y me encantó esa ironía y ese sentido del disparate dentro de un orden.
Me gustaMe gusta
Como tú dices, a pesar de su prosa anticuada, me he encontrado en infinidad de ocasiones diciéndome a mí mismo que un párrafo podría reflejar la actualidad española. Imagino que es extrapolable a multitud de países.
No ha sido una fiesta pero me alegro de haberlo leído y, sobre todo, me alegro de que te haya gustado tanto.
Me gustaMe gusta
El libro es muy bueno, y es terriblemente actual, pero no es para todos.
Me gustaMe gusta