Mi verano 2015

oies MisisipiCuando las vacaciones de verano terminan, además de aclimatarse a la nueva ropa hay que aclimatarse a la nueva cabeza. Una semana después de volver a Madrid, puedo decir con propiedad que las vacaciones han terminado pero no que están olvidadas (entre comillas «olvidadas»), porque yo soy de la teoría de que debe pasar un fin de semana después de las vacaciones para darlas definitivamente por concluidas y empezar a añorarlas. También tengo la costumbre de incorporarme a trabajar un lunes: para las cuestas empinadas, prefiero las escaleras a las rampas.

Este año he vuelto a EEUU, en esta ocasión, a Nueva Orleans y Miami. Ya conocía Miami, aunque estuve hace mucho, allá por el 95, y tenía una idea muy distinta de la ciudad que he encontrado. Muy animada, limpia y con buen ambiente. En cuanto a Nueva Orleans pues es como se la pueden ustedes imaginar si no han estado nunca allí: caótica, transgresora y muy borrachuza, aunque tiene un pasado señorial y un entorno salvaje que desconcierta un poco. Dos ciudades muy chulas, y que combinan bien. Hace un par de años, estuve en Boston, Filadelfia y Washington, y me pareció un viaje a los orígenes de EEUU, los padres constituyentes, la independencia, todo eso. Este año creo que he ido a los EEUU de marchuki, con música y ritmo a cada paso que dabas y a cada sitio que ibas, todo muy informal, muy divertido y de tono muy juerguista. A este periplo le añadimos Cayo Hueso, y si le hubiéramos puesto también Las Vegas, ya habríamos tenido una especie de cuadratura del pecado. Algo así.

El calor… en fin, conocía el calor tropical y el desértico, pero después de este viaje creo que me saltaré la experiencia vital de la sauna. Más que nada por no repetir. Especialmente Nueva Orleans, con un calor paralizante que ni siquiera te permite respirar por la noche y que te obligaba a entrar en cualquier tienda para estabilizar todo lo desestabilizado. Después de un mes de julio madrileño con un calor tremendo, igual tendría que haber elegido irme a los fiordos noruegos, pero creo que eso lo voy a dejar para la jubilación. Me parece uno de los viajes más coñazo que pueden hacerse, por detrás de meterse en un crucero o pasar quince días en Madeira.

El resto del verano ha sido como siempre o casi. Paseos con las perras, piscina, aperitivos, cenas, tardes de padel, lectura, familia, amigos y mucha lentitud para todo. Poblachón en estado puro. Parece un aburrimiento pero no lo es, en absoluto. Es entonces cuando la cabeza se limpia bien de todas las impurezas del año.

Ahora dejaré pasar el fin de semana para encontrar el ritmo del blog, que buena falta le hace al pobre. Mientras tanto, publicaré esta entrada sosa y aburrida y dejaré que el verano se vaya, definitivamente.

3 pensamientos en “Mi verano 2015

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