«Si desaprovechamos la oportunidad, Madrid nos pasará por encima sin misericordia».
Esta frase la dijo ayer Artur Mas, ese catalán que después de perder el sentido común perdió el del ridículo, con ocasión de alguna charlotada con la que adornar su falta de interés como gobernante. Lo de la oportunidad hace referencia a su actual empleo y sueldo, algo que le debe de tener muy preocupado, sin duda mucho más que su destino procesal, que él es bien consciente de que todavía vive en España. Aquí, como dice una amiga mía, la única ley que se cumple es la del embudo, y este pelagatos se lo toma (lo del embudo) como el mandamiento cero, que es el que va delante del primero. Honrarás al embudo sobre todas las cosas, se dice de mañana y en ayunas, antes de la colación, y por la noche, después de lavarse los dientes y cuando ya ha besado a su señora. En todo momento delante de un espejo, avanzando su cuadrada mandíbula y ensayando esa sonrisilla tan cercana a la del jocker, imaginando tal vez que Rajoy no es Rajoy sino Batman. Y es que este pobre hombre está como una cabra.
La primera regla del buen estratega es que tus adversarios (él diría enemigos, que un nacionalista no se anda con matices) no sepan cuál será tu siguiente paso. Y la primera regla de la influencia es que no se note que tratas de influenciar a los demás. Bueno, pues él se salta las dos, un poco por el embudo y otro poco porque España es un país capaz de alumbrar personajes así fuera de un circo y sin que medie un espectáculo de payasos en el entreacto. Ahora que tampoco hay que descartar que este individuo sea completamente idiota. De hecho yo no sólo no lo descarto, sino que es una idea que me viene a la mente cada vez que lo oigo en algún noticiario. Decía mi padre que hay que temer más a los tontos que a los malos, así que yo cada vez que lo veo, voy a por ajos y grito «Vade retro Mas, el megatemible».
Pero lo que realmente me ha llamado la atención es la segunda parte de la frase. No tanto lo de que Madrid les pasará por encima, porque todo el mundo sabe que Madrid, para hacer eso, debería antes darse la vuelta. No. Es lo de la misericordia. La misericordia es según el DRAE la virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos. También misericordia es el asiento donde descansan los cantantes del coro de las iglesias, que digo yo que en esta acepción ya nos va haciendo mucha falta un poco de misericordia al resto de los españoles. Y en tercera acepción, misericordia es el puñal con el que el caballero remataba al enemigo moribundo. Un poco como la puntilla, pero sin toro, o el tiro de gracia, pero sin fusilado. Y ahí es donde se le ha visto el plumero a Artur, amigos, porque si algo no quiere este tocahuevos es que desde «Madrit» se termine con el tenderete de tomates que tiene montado y con el que vive de fábula, y nunca mejor dicho.
En fin, yo creo que Artur Mas,en vez de sin misericordia, debería haber dicho sin contemplaciones. Pero en ese caso la frase habría perdido su aureola de amenaza, para convertirse en una sencilla y elemental descripción.
Se ve que estamos en época de iluminados y lo peor es que la gente los sigue. Un beso.
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Sí que es el megatemible, sí… Pero no sé si va a ser suficiente con los ajos para pararle.
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Pues las contemplaciones tampoco parecen buena idea…
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También cabe la posibilidad de que se refiera a Madrit como el hombre del saco, como el vorago vitiorum del gobierno y la caverna españolista en vez de la provincia. No sé.
En cualquier caso tienes toda la razón del mundo.
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Madrit es malo malísimo de lo peor peorcísimo, de eso no hay duda.
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