Piropismo en libertad

Yo creo que esto de los piropos es como lo de distinguir entre erotismo y pornografía: nadie sabe muy bien explicarlo, pero se distingue en cuanto se ve. Con el piropo pasa lo mismo. Entre el «Eso es un cuerpo, y no el de los bomberos» y el «ven pacá que te folle» hay una diferencia tan evidente que sólo se le escapa al que circula con medio cerebro por el mundo.

Mejor que prohibir y erradicar, creo que lo pertinente es dedicar una partida de fondos públicos para la educación del piropo. «Piropismo en libertad» se podría llamar el curso. Sesiones de braninstorming, coaching y mentoring, sin olvidar libros de autoayuda editados en cada lengua del Estado, destinados a que nuestros machos ibéricos aprendan a piropear democráticamente en tres capítulos: Ojos verdes desde el respeto, La legitimidad constitucional del culo, y Andares por la igualdad. Yo creo que con eso y un bizcocho… Hum, qué mala rima. Pongamos que con eso y un mantecado, en piropos te has licenciado.

Lo que yo descartaría son los folletos. O en todo caso los llamaría dípticos informativos, no vaya a ser que alguno crea que el curso va de lo que no va y la liemos. Que los hombres son muy brutos. Les das un poco de lenguaje, un par de neuronas, una boca para hablar y ahí los tienes, invadiendo nuestra intimidad como locos.

También sería conveniente establecer alguna subvención para la compra de tapones para los oídos en el caso de  mujeres en riesgo de ser piropeadas. Y multas, muchas multas para financiar estas subvenciones, aunque quizás Bruselas estaría de acuerdo en que se habilitara un pequeño impuesto, el céntimo piropeante, destinado a sufragar políticas antipiropo.

Pero no hay que hacerse ilusiones. Estas políticas tardan tiempo en dar sus frutos. Así es que hay que hacer una campaña de publicidad en todos los medios para enseñar a las mujeres a defenderse de piropos indeseables y promover la creación de ONG’s pro no piropo. Las mujeres, ya se sabe, son incapaces de todo, y hay que enseñarlas a girarse para decir «Eso se lo dices a tu madre, cerdo» en el caso de enfrentarse a cualquier procacidad. Ah, las mujeres, esos animalillos indefensos.

En fin, esta señora del Observatorio contra la violencia de género del CGPJ (¡con el CGPJ hemos topado!) que propone erradicar el piropo lo mismo está traumatizada por algún disparate que le soltó un tipo desde un andamio después de desayunarse cinco o seis carajillos. Pero para mí que no es eso: como la pornografía, la estupidez se advierte en cuanto se ve.