Exposé

Le han dado una hora de exposición y llega pertrechado con 45 transparencias. Muy justo, por no decir que está completamente fuera de escala. Si quitas las slides de cortinilla, que dan entrada a cada tema de la agenda, y la del título, se pone en 38 slides. Sigue yendo muy justo, porque querrá explicar el índice…

Ha leído en algún sitio que hay que enganchar al público con una historia. Así que empieza con aquella que cuenta que dos lobos se encuentran con un conejo y, cuando se lo van a comer, éste les dice que conoce un llano donde pacen descuidadamente unas ovejas. Los lobos le perdonan la vida y, guiados por el conejo, llegan al lugar indicado, cazan a la más despistada y se sacian. Pero para cuando vuelven a tener hambre, las otras ovejas han huido despavoridas. ¿Qué hacer? Los lobos se miran entre ellos, luego miran al conejo y se lo comen. Con algo de remordimiento, entierran sus restos y se preguntan qué poner como epitafio en un madero que usan para señalizar la tumba. Aquí yace un amigo, dice uno. ¿Un amigo? ¡somos lobos! Los lobos no son amigos de los conejos. Bueno, vuelve a proponer, aquí yace un enemigo. ¿Enemigo? Tampoco es eso: el pobre conejo nos llevó al llano de las ovejas. Está bien, dice finalmente el primero: entonces pongamos que aquí yace un socio.

Y esto que han leído ustedes en aproximadamente 30 segundos, nuestro ponente tarda unos siete minutos en contárnoslo. Así es que, satisfecho y al olor inconfundible del éxito, empieza con su exposición en sí. La segunda traspa es la agenda. Nos explica los cinco puntos de los que quiere hablarnos, para darnos una idea de lo que va a tratar a continuación. Ya se ha dejado en el zurrón 15 minutos cuando por fin, aparece la primera transparencia.

Se gusta. Conoce el tema y además hacía mucho que no tenía 15 atentas cabecitas pendiente de él. Cuando quiere recordar, la hora casi ha pasado y sólo ha dejado ver 7 transparencias. Y entonces llega el momento más penoso de toda la exposición, que es cuando trata de recorrer a toda prisa el resto del power point que se ha quedado sin mostrar. Va pasando el documento a toda velocidad, diciéndonos confusamente lo que encontraremos aquí y allá, porque lógicamente, el documento se distribuirá en los próximos días. En algún momento se detiene en un gráfico, y nos dice que es interesantísimo porque demuestra, claramente, su tesis, la antítesis y… ya, porque es evidente que la síntesis no es su fuerte.

Para cuando quiere recordar, y bajo la severa mirada del moderador, ya se ha ventilado diez minutos del siguiente ponente que, levantándose para tomar el relevo, nos dice entre sonrisas:

– Yo no tengo una historia que contar… pero a cambio sólo llevo doce transparencias. 

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