Catedral, de Raymond Carver

catedralMe regaló este libro una compañera de la oficina. Se celebraba un aniversario y estábamos reunidos un montón de compañeros, y ella se salió del guión oficial y establecido y me lo entregó en un aparte. Un detallazo. Yo no soy una persona fácil para que le hagan regalos, y de eso puede dar fe mi familia y los amigos que me conocen bien. Sin embargo, que me regalen libros me hace siempre mucha ilusión. Así es que en esta ocasión no iba a ser menos, y desde luego me hizo mucha ilusión y lo colé a otros que están a la espera de ser abiertos.

Esta persona que me regaló el libro es una gran lectora y, tal y como me dijo, esperaba que me gustara el autor, que forma parte de una corriente que se denomina el realismo sucio, y del que no había leído yo nada antes.

Se trata de un libro de relatos cortos, no exactamente cuentos, muy a lo Alice Munro, que empiezan no se sabe cómo y acaban sin saber por qué. Pero a diferencia del realismo luminoso de la Munro, en los relatos de Catedral siempre hay una amenaza, algo que te intranquiliza. Personajes de la América profunda, gente corriente, gris, en donde siempre está presente el alcohol y el abandono en vida, ambientes que suelen ser sórdidos en su vulgaridad y sobre cuya trama de la historia siempre late una inquietud, siempre ves venir que pase algo horrendo. Pero al tercer relato, ya te imaginas que no va a pasar nada horrendo, y que lo único horrendo es la propia historia, por lo general irreversible.

El libro está bien y el autor tiene una prosa ligera, fácil, sencilla, y esto no deja de tener su mérito. Hay relatos extraordinarios y otros que no lo son tanto. El relato que da título al libro es uno de los mejores, junto con el de Fiebre (un padre abandonado que no puede ocuparse de sus hijos y contrata a una mujer para que lo haga), La brida (una familia desahuciada que llega a una pensión de Arizona a rehacer su vida),  el que abre el libro, Plumas (una pareja sin hijos que es invitada a cenar en casa de unos amigos que tienen un niño horrendo y un pavo), o Parece una tontería, tal vez el más dramático (un niño que tiene un accidente que le deja en coma el día de su cumpleaños, después de que su madre le encargue una tarta a un pastelero).

Así que me ha gustado y agradezco el regalo. Y agradezco todavía más la dedicatoria que me hizo esta compañera, que mola un montón, y que pongo aquí para que conste:

» Soy lo que he vivido, pero aún toda experiencia es un arco a través del que brilla un mundo inexplorado cuyo horizonte se desvanece a medida que avanzo», Ulysses, A. Tennyson (traducción requetelibre).  

Un detallazo.

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