De los cinco días de la semana, dos no he comido, uno he comido a las 3 de la tarde, y otro he comido a toda velocidad un sandwich. Amigos, he llegado a la conclusión de que en esta vida, para comer sano, no sólo hay que organizarse: además, conviene ordenarse. El mejor orden es el secuencial, pero no siempre se puede imponer. A veces hay que tratar el orden por aspersión. La sensación tiene su aquel, no crean. Es como manejar ocho o nueve platillos a la vez girando en un palo y procurar que no se te caiga ninguno al suelo.
Pensaréis qué he comido el quinto día, que en realidad fue el segundo. Pues estuve comiendo con una buena amiga que se dedicó a contarme un nuevo proyecto sobre el que tiene dudas y ambiciones, miedos e ilusiones, y un montón de cosas que decir en voz alta. O sea, que necesitaba unas orejas. Y qué mejor que disfrutar de las mías, aunque a veces yo no soy el colmo de la condescendencia:
– Bueno ¿Y?
– Pues que… ¿Por qué pones esa cara, Carmen?
– No pongo cara de nada. Yo sólo te pregunto: ¿y?
– Ya… o sea, que il n’y a pas de sujet.
– Exacto. Pas de sujet.
– O sea, que me callo ya.
– No, no, no te calles. Simplemente, deja de pensar cosas raras, t’en fais pas.
Por el camino de la semana, me he topado también con tres horas de pre-coaching cañero, en el que he tenido que oir algunas apreciaciones que me dejaron sonada medio día, hasta que funcionó mi proverbial capacidad de resiliencia, que no es más que amor propio, un ego poco normal y ocho horas de sueño. Francamente, amigos míos, a todos nos gusta hablar de nosotros mismos, y yo diría que nuestra propia persona es el tema favorito de cualquier ser humano. Eso sí: con la condición de que elijamos los temas. Pero incluso eligiéndolos, todo tiene su cara y su cruz. Las personas directas pueden ser tachadas de insensibles, el rigor puede ser confundido con la intransigencia y la seguridad en uno mismo puede ser interpretado como arrogancia. Eso por no hablar de mi genio, algo que me viene de familia y que, por lo visto, se me sigue notando incluso en la represión consciente y la diplomacia entrenada. En fin, acepto que puedo entrenar más y que tengo todavía margen para reprimirme. Todo sea por los demás, que son quienes me sufren y a quienes en el fondo, me debo.
Así es que ha sido una semana de lo más interesante. Con decirles que por las tardes volvía a casa con Héroes del silencio a todo trapo en el coche para desahogarme, ya les digo todo. Y la semana que viene me esperan emociones fuertes y una fuerte emotividad (no, no es lo mismo y no lo repito más), porque iré a París a la soirée de despedida de mi más mejor jefe ever, que se jubila. Sé que se me escapará alguna lagrimita. Buenas son.
Ah, y luego cuatro días festivos. Eso es porque yo lo valgo, no hay duda.
Que te diviertas en París. Te lo has ganado. Un beso.
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Bueno, además de organización y orden, también hace falta la participación de factores externos para comer. Yo ayer casi no comí y me han puesto para el lunes una reunión, bueno… una teleconferencia, a las 8 de la tarde, así que la cena peligra…
Eso sí, tenemos esos cuatro días que hay que aprovechar!
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