La historia de cuando me volví rubia

Ya lo conté, pero se lo vuelvo a contar. Fue hace 10 años. Nos fuimos a Fuerteventura de pronto, aburridas del poblachón, la semana del puente del 15 de agosto, en un viaje contratado a última hora.

– ¿Has cogido un coche de alquiler?

– No, bah, ya lo cogemos allí, que será más barato.

No lo había ni más barato ni más caro. Así es que hicimos plan de a pie. Las tardes las pasábamos en la playa, y muy última hora nos volvíamos al hotel a ducharnos y luego a cenar, en un plan de vacaciones maravilloso que consistía en no hacer nada y pasear mucho. Excepto la segunda tarde, que volvimos antes de la playa porque nos habíamos quemado la espalda con el sol. Todo por construir una gran galleta china en la arena. Una gran galleta china que pretendíamos que vieran los helicópteros. Así que nos dedicamos a pasear por la calle principal de Corralejo. Arriba, abajo. Abajo, arriba. Y vuelta a empezar.  Ya nos habíamos tomado todas las horchatas y todos los helados posibles, habíamos comprado todas las imbecilidades imaginables para la playa y salvo sentarnos en un banco a mirar a la gente no se nos ocurría gran cosa que hacer hasta la cena. Así es que yo tuve una idea:

– ¿Por qué no nos vamos a una peluquería y nos cambiamos el pelo todas?

Mis amigas excluyeron del plan la palabra «todas» casi antes de que yo terminara la frase. Y en vez de preguntarme si yo estaba loca, me dijeron algo como «no te atreves«. Cómo me conocen…

Había un pequeño problemilla y es que no conocíamos las peluquerías del lugar, y eso era un gran riesgo. Así es que volvimos a la perfumería donde habíamos comprado el calmante de quemaduras, a preguntarle a la chica que nos había atendido. La dependienta era una chavala encantadora de unos 19 años, con el pelo de colores cortado como de herrikotaberna, y cuatro o cinco piercings repartidos por la cara. Según mi amiga Susana, no podíamos acudir a nadie mejor para que nos recomendara una peluquería, puesto que si a ella le habían dejado el pelo así, conmigo podrían hacer cualquier cosa. El argumento estaba bien traído, lo admito, y aunque hubiera preferido dirigir yo el proceso de recomendación, se me adelantó mi amiga Merchitas. Y tuve que escuchar frases que todavía llevo guardadas en mi corazón, como por ejemplo «fíjate bien en ella, que siempre va así de clásica«, o «no te importe que la peluquería sea cara, porque si no presume de pelo, al menos presumirá de la factura«. Yo intervine un par de veces para decir que no quería ir a donde iban las señoras del pueblo, ni tampoco a donde iban los jóvenes de su edad (creo que la chica no se dio por aludida, no se preocupen). La pobre ya no sabía a dónde enviarnos y entonces hizo la anti-recomendación:

– Pues ya sólo queda una en la calle de atrás, pero no les quiero mandar allí, porque es donde van todos los extranjeros, y además la peluquería la llevan dos franceses maricas…

– Cómo se llama la peluquería y dame las señas exactas.

Allí terminé, con mi cabecita en las manos de un francés encantador que me convirtió en rubia a base de papel albal, lo que fue para mí una experiencia nueva. No era un rubio platino, pero sí unas mechas muy contundentes, sobre las que no cabía la menor duda. No me dejé cortar, que eso son palabras mayores…

En fin, ya voy volviendo a mi ser, aunque en estos diez años he pasado por tentativas más moderadas y también por extremados ataques de rubiez, que normalmente coinciden con momentos de estrés, enfados monumentales en la oficina o simple depresión primaveral. Pero eso ya es otra historia.

Y ahora no sé si etiquetar la entrada en «historietas» o crear una etiqueta nueva. ¿»Atrevimientos»?

cambio de pelo unmundoparacurra

Entrada dedicada a @Pau_1975

11 pensamientos en “La historia de cuando me volví rubia

  1. Lo que más me gusta de ti es que siempre te atreves, y no me entiendas mal, no digo que te atrevas a hacer disparates, te atreves con los disparates y también te atreves a decir que no y eso es una tranquilidad, porque siempre eres tú, como diría Sartre (que es un cretino pero esta frase me encanta) libre, responsable y -lo mås importante- sin excusas.
    No te conocía en ese verano que describes, pero te imagino y ME PARTO XD

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  2. Nosotras a la etiqueta le pondríamos Bilbainadas.

    Por otro lado dice mamy que quizá pueda Vd. darle todo lujo de detalles sobre el color marca… de su color de la izquierda de la pantalla. Su sobrino le dice todo convencido que será abuela proximamente porque ya se le ven muchas canas en los lados… Yo, no lo necesito.

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  3. ¿Y esas fotos? ¿Dónde está el rubio? No, si al final, el rubio será como el marrón, con diferentes nombres dependiendo de su tonalidad.

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