Supongo que quien más y quien menos ha tenido que estudiar a Samuelson y recordará el caso que planteaba sobre la elección de los países entre dedicar sus recursos a la producción de cañones o de mantequilla. Y lo que deriva de la elección me figuro que se le ocurre a cualquiera, sin necesidad de estudiar economía, si bien el mérito de este hombre, aparte de otros muchos, fue elegir un caso sencillo y fácil de comprender por todo el mundo.
Hoy me ha venido a la cabeza Samuelson con el asunto del cierre del canal 9 valenciano. Y es que las televisiones autonómicas son los cañones de nuestras autonomías, que sin poder someternos a pepinazo limpio y estando muy mal vista la industria del armamento, nos aturden y adormecen con el soma que tienen más a mano, que es un buen aparato de propaganda y de idiotización. El señor Fabra, jefe del gobiernillo de Valencia sale ahora, se pone una mano en el corazón y afirma:
– Antes de cerrar un hospital, he preferido cerrar la televisión autonómica.
Ya, ya. Se me saltan las lágrimas de la ternura. Lloro ante este arrebato tan emocionante de amor por el bien público…
Para empezar, hace 6 años que estalló la crisis, así es que ya han tardado en arreglarlo. Y para terminar, me parece evidente que había elegido cañones, porque había planteado un ERE de 700 personas y una externalización de contenidos para hacer viable la empresa. Por cierto, que los contenidos a externalizar son los que no suponen un servicio público, o sea, contenidos comerciales tipo Mama-Chicho…. Y ya me puedo imaginar el business plan de la viabilidad, teniendo en cuenta que se quedaban con una plantilla similar a la de Antena 3 pero con un mercado infinitamente más pequeño. Un plan de viabilidad ideado por unos gestores que por no saber, no saben negociar con sindicatos, ni hacer un ERE con garantías de procedimiento… Vamos, un Business plan a lo Mortadelo. O tipo señorita Pepis, que yo ahora recuerdo a Doña Rudi, presidenta de la tontería de Aragón, diciendo que su tele no tenía pérdidas… y sólo una subvención de 50 millones. ¡Señora: ésas son las pérdidas, me da igual lo que le diga su contable!
Claro que me dan mucha pena todas esas personas que se van a la calle mañana, por supuesto. Ellos y toda la industria que hay alrededor. Son los perdedores de esta historia, aunque en realidad, todos estamos perdiendo algo, y no precisamente una televisión de calidad. Porque también hay que sentirlo por todas esas empresas que han cerrado y que siguen cerrando porque las Administraciones públicas no pagan. Ahora hay un nuevo plan de proveedores, el enésimo. Esta vez de 6.500 millones. Eso también significa muchísima gente que se ha ido a la cola del paro porque las administraciones, con una gestión demencial, las han convertido en inviables.
Las televisiones autonómicas nos cuestan 900 millones de euros al año, sólo en subvenciones (a eso hay que añadir la deuda, que también tiene un coste). Eso son 90.000 pensiones de 10.000 euros. En fin, eso es mucho dinero. Pero han elegido producir cañones y seguirán eligiendo los cañones. Y dedicarán algo a la producción de mantequilla. Piensen que de algún modo tendrán que engrasarnos…
Así es, nada que añadir a lo que comentas, muy de acuerdo. Así que me salgo un poco y te cuento que me sorprende cómo es posible que cuantos más canales de televisión tenemos más malos son. Es una regla exponencial: + número de canales -> peor programación.
Un beso
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Pues yo tengo una teoría que probablemente no es correcta. Su mercado es pequeño, de manera que por la parte de ingresos no les salen las cuentas. Entonces tiran de costes y hacen contenidos malos pero baratos, o baratos, pero malos. Lo único que les importa en su estrategia es la parte de propaganda y enchufar a gente y darse el pote. El resto jo responde a ninguna estrategia empresarial ni a nada que tenga que ver con la calidad. Pero es una teoría, tal vez es simplemente que tienen mal gusto.
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Desde el cariño, discrepo.
Las televisiones autonómicas son necesarias. Especialmente las de comunidades con lengua propia, porque son imprescindibles para difundir el estándar, aprenderla y mantener vivo el uso. Además, cumplen un papel en uno de los principios del periodismo: informar con cercanía de las noticias que más afectan a los ciudadanos, las de su barrio, su pueblo o su ciudad.
¿Son rentables? No. ¿Son un desastre debido a la mala gestión, la corrupción y el despilfarro? Sí. ¿Están politizadas? Sí. ¿Son necesarias? También.
Son un servicio público, como la sanidad o la educación pero es que, además, forman parte del entramado estatutario, y esto no admite discusión.
En cualquier decisión que tome un gobierno tiene que elegir entre cañones y mantequilla. Debe ser muy difícil decidir a qué se destinan los recursos pero siempre tiene que haber unos mínimos. Y creo que una radiotelevisión pública debe estar entre estos mínimos.
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No discrepas tanto, o no discrepamos tanto, quiero decir. En todo caso, te agradezco mucho que lo hagas con cariño.
Esta mañana oía en la radio a alguien que justificaba la idea de la tele de Madrid en el origen por la necesidad que tenía la Comunidad de diferenciarse políticamente del Estado. Pero decían, lo que hizo Leguina era una tele pequeña, moderada, de costes contenidos, y luego aquello se desmadró ( el propio Leguina ponía de ejemplo los edificios de las televisiones). De manera que yo puedo entender lo que dices de contenidos cercanos, razones políticas y, por supuesto culturales.
Yo estoy de acuerdo en que pueden tener una parte de servicio público, pero me molesta un poco la idea de que lo público, por definición, debe ser ineficiente. No está reñido, y lo público debe ser eficiente. Y digo eficiente, no rentable, porque no es lo mismo. Los servicios públicos no tienen que ser rentables, pero deben buscar la eficiencia y la buena gestión.
Despilfarrar el dinero público es un crimen. Y priorizar mama chichos frente a pensiones o educación, otro crimen. Y fue la tele de Valencia la que se inventó el Tómbola, que luego copió Telemadrid, and so on…
Mi crítica es hacia esta gentuza que elige siempre lo que les proporciona poder y bicocas, y casi nunca lo que puede proporcionar el progreso.
Gracias por comentar!
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Y Alberto Fabra habla como si hubiese estado gobernando otro partido y no fuesen ellos responsables de la situación. Cada día me quedo más perplejo.
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Exacto. Tienen una capacidad de escurrir el bulto, de enredo y de simulación poco normal.
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Nuevo post antológico. Un aplauso digital. 🙂
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Gracias, hermano.
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Y como esta, todas. Mamotretos deficitarios y sectarios para mantener al gobierno de turno y enchufar al que convenga.
Si es que demasiado ha durado la fiesta. Ahora toca pagar la Visa y ufffff.
Besazo
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Un poquito más de crisis y menos de deuda y tendríamos alguna oportunidad de que se acabara con tanto despilfarro.
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Pues creo que te voy a recomendar por el tuiter otra vez. Si yo dirigiera una tele, pública o privada, te tentaba de tertuliana 😉
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Huy, no, los espectáculos a grito limpio no me seducen nada.
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Yo pienso que no debemos admitir que un tiparraco haga demagogia casi criminal para justificar una tropelía que ha provocado el aparato político que dirige.
Con no admitir pretendo que sean los periodistas los primeros que se den cuenta de que no se puede contraponer telivisión contra sanidad, porque ese no es el conflicto. No lo harán los periodistas, escriben para quien les paga, y no suelen estar muy despiertos para captar este tipo de manipulación, porque son los primeros que la usan para desviar la atención pública a lo que les convenga. Creo que le llaman la estrategia del matón, provocar enfrentamientos absurdos para denigrar al que le critica; que mi ere es inadmisible, entonces tú provocas los problemas de sanidad que hay. Ojo, porque internet está plagada de este tipo de enfrentamientos manipuladores.
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No creo, desde luego que la cultura tenga ninguna oportunidad en este debate. Es una elección entre progreso y poder, poco más.
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Ay, cuánto se ha ido arrastrando durante estos años y cómo ha ido creciendo la bola hasta convertirse en una cadena convertida en la marioneta del gobierno. Un auténtico circo. Era más que necesario y, desde luego, aplaudo la decisión.
Pero, con todas y con esas, cómo me duele, como valenciana, perder ese trocito de nuestra identidad que tan bien nos hacía. Y cómo jode, sin perdón, que el politiqueo se haya cargado ese altavoz de nuestra cultura y, sobre todo, de nuestro idioma, así, de un plumazo.
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Pero eso ya no tenía que ver con la identidad, salvo la de un gobierno. Si hay hueco para eso, alguien lo llenará, no te preocupes.
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