Fui a Tokio hace cinco años, en un viaje de estudios. Cuando llegué, me pareció haber aterrizado en otro planeta. Y cuando regresé, tenía la certeza de haber estado, efectivamente, en otro planeta. Volví estupefacta.
Me compré un libro amarillo. No tengo ni idea del título, ni del autor. Es más: no sé ni cuál es el derecho y el revés. Ni si es un libro de poemas, de autoayuda o una novela. Pero es bonito. También compré un bastón para mi abuela. Negro, con florecitas azules y rojas pintadas, una preciosidad. El bastón se usa normalmente, los viejecitos de allí son como los de aquí, igual de adorables.
La última noche, fuimos a cenar a un viejo restaurante, lejos de donde van los turistas. Cuando íbamos a pagar, para nuestra sorpresa no aceptaban tarjetas de crédito y comprobamos con cierto estupor que no llevábamos suficiente dinero. Nos marchamos dejando una simple tarjeta de visita, con la promesa de hacer una transferencia unos días después. La mirada confiada, natural, sonriente, casi agradecida, de los dueños del restaurante, dos señores de mediana edad, no se me olvidará.
El terremoto y el tsunami también me han dejado estupefacta. La reconstrucción, sin embargo, no me sorprenderá.
Es terrible.
Su libro quizá es de haikus, en su día, cuando los mencionamos, olvidamos ponerle este enlace al «Jardín de Grava» de Emilio Díaz:
http://eljardindegrava.blogspot.com/
Me gustaMe gusta
No parece de haikus, los símbolos van todos muy seguidos y están por todas partes…. Es imposible saberlo.
Ya visité el enlace. Gracias.
Me gustaMe gusta
Conozco Tokio, Carmen, tengo que reconocer que no me gustó nada. Más bien salí espelunciada. He trabajado durante tres años codo con codo con japoneses (hombres) y era un auténtico calvario para todo el equipo de europeos que estábamos con ellos pero en una cosa estoy de acuerdo con usted, conseguirán resurgir de sus cenizas.
Me gustaMe gusta
A ver, a mí tampoco me pareció bonito, Ana. Hay, sin duda, ciudades con más… encanto. Pero me pareció sorprendente, y mucho. No he trabajado con ellos, más allá de aquel viaje y un par de reuniones en España. En lo que le puedo dar la razón, si a eso se refiere, es que son machistas casi más que los moros, que ya es decir. Y de mal humor, son muy poco recomendables. A mí me gusta su disciplina, su sentido colectivo y algunos de sus valores, que me parecen más sólidos que los europeos. Pero, en fin, de todo hay.
Me gustaMe gusta
Pingback: Buscadores decepcionados « Un mundo para Curra