El desbordamiento según Pla

– Nosotros, los directores del movimiento, no queríamos la revolución. Nuestros cuadros pensaban lo mismo. Así se lo dijimos al señor Lerroux. Pero nos ha ocurrido una cosa: hemos sido desbordados. 
–¿Desbordados por quién?
– Por la Solidaridad de Obreros Vascos, que era el ala izquierda de nuestro partido.
– ¡Ah!

Ahora ya verán ustedes cómo se pone de moda la teoría del desbordamiento. Companys ha sido desbordado por Dencàs. Besteiro ha sido desbordado por Largo Caballero y los intelectuales extremistas del socialismo. Los nacionalistas (Horn, Aguirre, Monzón) habrán sido desbordados por la Solidaridad de Obreros Vascos. Ya veremos cómo, en Asturias, Teodomiro Menéndez habrá sido desbordado también por hombres que un día u otro figurarán en las primeras páginas de los diarios.

Esta teoría es antigua. Si se dedican a la política demagógica, ¿quién podrá evitar que un demagogo más audaz siegue la hierba bajo sus pies y les desbanque? Companys ha sido desbordado por Dencàs. Y Dencàs, ¿por quién ha sido desbordado? ¿Por Badia? Y Badia, ¿por quién habrá sido desbordado? Es la cadena de los desbordamientos. Es la cadena que ha sido estudiada casi científicamente a propósito de la Revolución francesa: Necker desbordado por Sieyès; Sieyès desbordado por Mirabeau; Mirabeau desbordado por Brissot y los girondinos; Brissot desbordado por Danton; Danton desbordado por Robespierre y Marat; Robespierre desbordado por Bebeuf y los comunizantes… Después el desastre, y después del desastre la reacción que planta cara: ¡Termidor!

Ya ven ustedes, pues, que la invención de la teoría del desbordamiento no es del día 6 de octubre. Es tan vieja como la política. Los mismos estudios realizados sobre el desbordamiento considerado como ley política inexorable en relación con la Revolución francesa han sido aplicados a la historia de la Grecia antigua. Sería grotesco, pues, que, a fuer de explotar el desconocimiento absoluto de la historia de este país, los espíritus primarios que nos han desgobernado y cubierto de vergüenza durante tres años y medio pudieran decir:
–Hemos sido desbordados, ¿entiende? –Y se fueran a casa a descansar un poco, tranquilamente.

Los hombres del nacionalismo vasco son, pues, los responsables de la situación de su país. Son un partido formado por católicos. Son un partido tradicionalista y burgués. Son un partido contrario a la violencia, a la anarquía y al desorden. El hecho es que durante todo el verano funcionaron según el estilo de Esquerra de Catalunya. Con plena inconsciencia han seguido el juego a las fuerzas más subversivas del país. Nacionalistas a ultranza muchos de ellos, se convirtieron a última hora en seguidores de Prieto, Azaña y los comunistas. Es absurdo pensar y suponer que no iban a ser desbordados; lo extraño es que no lo hayan sido antes y más intensamente.

Extraigo esto del libro Tres periodistas en la revolución de Asturias,  publicado por Libros del asteroide. Los párrafos pertenecen a una crónica de Josep Pla en La Veu de Catalunya, publicada el 23 de octubre de 1934.

Qué cosas, ¿verdad?

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