Dos días antes del clásico, alguien en Tuiter preguntó por la alineación ideal para el Madrid-Barça. Pensé en ello un ratillo de camino al trabajo. Contando con los dedos, para no pasarme de once, llegué a Keylor, por supuesto; Varane, porque está muy bien de todo; Ramos, porque a alguien tendrá el árbitro que sacar amarilla; Nacho, porque contribuye a que el corazón mantenga un ritmo humano cuando vienen atacando; Marcelo, porque hay que darle una oportunidad al alocamiento; Modric, porque es el único esencial; Cristiano, porque te resuelve un partido (o varios); Asensio, que está de dulce y… y Kovacic. Los dos que faltan hasta once es el resto sobre el que realmente pivota la discusión, pero me da igual porque son dioses o demonios según el día que tengan.
Kovacic me encanta, me gusta mucho verle jugar. Me parece un futbolista descarado, verticalísimo, muy buen conductor, y que ocupa campo. Quizá es un jugador de un solo tiempo, porque se vacía siempre que sale, pero el rato que está fresco aporta alegría y ritmo, y rompe el juego en ese sitio en el que empieza la emoción, ese sitio en el que casi siempre los jugadores se descansan magreando la pelota y adornándose de cara a la renovación. Tú no esperas de Kovacic una ruleta, un taconazo o un cañito, sino que llegue al área por lo derecho, sin tanto preámbulo y tantas zarandajas. Kovacic es una potencia fina, de violonchelo, no como la de Casemiro, que es una potencia agreste, de zambomba.
Ahora parece que Kovacic ha perdido el clásico él solito, todo por estar pendiente de no sé quién. Ahora resulta que Kovacic no tuvo personalidad para despegarse de una estrella que, cuando Rakitic empezó a trotar, estaba orbitando por Saturno. Nadie pregunta, sin embargo, dónde estaba Casemiro, o dónde estaba Carvajal o Kroos, o Marcelo. En general, dónde estaban todos cuando se lió el primer gol. Dónde, y con esto me refiero a qué parte de la Luna.
Y de los palos a Kovacic a los palos a Zidane, el otro tuerto. Hoy es un día felicísimo para los ventajistas que le exigen que se ponga el mono de trabajo cuando lleva esmoquin y viceversa. Y sí, es posible que Zidane se equivocara en la alineación, pero no creo que su error esté en poner a Kovacic o no poner a Isco. Quizá el error es seguir confiando en un Casemiro con flojera, un Kroos deprimido, o un Benzema cuyo problema no es que no le entendamos, sino que él no se explica. ¿Que no sacó a Isco y Asensio de salida? Pues no, pero me parece más criticable lo que tarda este hombre en hacer los cambios y corregir rápidamente las cosas.
No sabremos nunca cuál era el plan, porque a Zidane le sobra elegancia como para venir a dar a explicaciones sobre lo que ya no tiene remedio. Miren, yo creo que el clásico se perdió en esa patada al aire de Cristiano o en ese poste de Benzema en el primer tiempo, por irme a cosas que se recuerdan bien. El clásico se perdió al no marcar en la primera mitad, que para la segunda ya tenía Zidane preparado a Asensio, Bale e Isco. Yo creo que Zidane no se acobardó, sino todo lo contrario: creo que buscaba la ventaja en la primera parte y la goleada en la segunda. ¿Ataque de entrenador? Sin duda. Pero de un entrenador que buscaba salir por la puerta grande, aunque luego, es verdad, hayamos salido todos por la enfermería.
Catorce puntos y un partido menos. Yo confío, no me queda otra. Hala Madrid, y nada más.