Esto fue lo que debió de pensar María Luisa Poncela, Secretaria de Estado de Comercio, en el viaje oficial al que ha ido junto con el Rey y un grupo numeroso de empresarios españoles a Arabia Saudi.
– Ese trapo negro que se lo ponga tu padre.
Y qué quieren, a mí me parece estupendo. Porque a nadie le ha extrañado que tanto el Rey como el resto de la delegación llevara traje y corbata. Y si a todos nos parece normal que ellos no vistan camisón como sus anfitriones, también lo es que Doña María Luisa se ponga falduqui, que para eso va a un encuentro de trabajo. Muy bien, señora. Y muy saludable que haya elegido usted una falda cortita, para que así nadie pueda albergar ninguna duda acerca del atuendo que usted NO ha querido llevar. Y es que para echarle huevos no es necesario vestir un terno oscuro.
Habrá que seguir a esta señora que, para los usos y costumbres del mundo libre, iba estupendamente vestida. Quizá, en un futuro viaje a Nueva York, le dé por ponerse una falda larga y tal vez un bonito pañuelo de seda en la cabeza a lo Grace Kelly. Porque para eso ella es una mujer libre que vive en un país libre y que se viste como le sale de los tacones. Y de los tacones le salió echar esa falda a la maleta. Bien joué, querida: este es el camino.
Ha habido precedentes, pocos, y todos merecen igualmente mi aplauso.Habrá quien dirá que donde fueres haz lo que vieres, pero no, amigos, no. Una cosa es cubrirse la cabeza para entrar en una mezquita y otra muy diferente tener que respetar un atuendo que nos cosifica y que representa una cultura que maltrata a la mujer, simplemente porque les sale de la chilaba a unos monstruos atávicos. Y ni siquiera me vale el recurso a la cortesía: no puede haber cortesía con esos retrógrados.
Yo creo que con ese gesto la Secretaria de Estado de Comercio ha contribuido de manera práctica, gráfica y eficaz a la causa de todas las pobres mujeres que viven en esa especie de gulag de género que son los países árabes. Bravo, Maria Luisa, y muchas gracias: tú sí me representas.
Pues claro que sí, magnífica.
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Sí señora
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