Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith

un arbol crece en BrooklynPrimero de mes y libro del Club de lectura. Ya queda menos. En esta ocasión, se trata de «un libro bellísimo de una novelista maravillosa y olvidada«, a decir de Paul Auster. No quiero yo llevar la contraria al señor Auster, así es que dejo para otra vida leer más de esta autora porque creo que con 504 páginas ya he tenido más que suficiente en esta. Tengo por ahí escrito que pocas novelas justifican 900 páginas y creo que voy a bajar el listón a una cifra inferior. Por lo menos a 500 para que no quepa esta novela entre ellas. Y es que la historia que cuenta justificaría unas 250, o tal vez menos. Pero vayamos por partes.

Un árbol crece en Brooklyn cuenta la historia de una niña, Francie Nolan, en la América de principios del siglo XX. Esta niña es hija de una segunda generación de inmigrantes austriacos que viven en la pobreza y que pasan muchas penurias y dificultades. Al contar la historia de la niña también nos cuenta la de su familia, con un padre simpatiquísimo que le pega al frasco, una tía suelta de cascos pero de gran corazón (y que es el mejor personaje con diferencia), un hermano bastante insignificante y una madre heroica. Y otros muchos personajes que entran y salen de la historia para hacer sufrir a Francie en la escuela, proponerle un trabajo en un bar, darle clases de piano al hermano o venderle un trozo de tocino a la madre, lo mismo da. Poco importan estos personajes porque forman parte del decorado y sólo están ahí para hacer avanzar una historia que no llega a ninguna parte y que termina cuando a la autora se le acabó el carrete. O la caja de folios.

A ver, el libro no está mal, se lee fácil y es una historia que entretiene, aunque es un poco sensiblero y termina cansando ese tono de desgracia permanente y de penuria triste pero feliz a pesar de todo. Y es que en este libro todo cuesta un centavo, lo mismo un hueso de vaca para el caldo que un cuello de papel para la camisa del padre. Lo mismo un trozo de pan revenido que la velita para ponerle encima y soplar en un cumpleaños. Un mundo de pequeñas cosas, de muchos detalles, de pinceladitas por aquí y por allí que componen un cuadro con el que no sabes si llorar a moco tendido o dar vivas a la UNICEF. La sucesión de anécdotas y de pequeñas historias, contadas con un detalle a veces exasperante, no tienen otra finalidad que ir narrando la infancia y adolescencia de Francie, y como a la niña no le ha pasado otra cosa distinta que la vida, pues asistimos al relato de cosas sin el menor interés, pasajes que se olvidan a los cinco minutos, peripecias que no tienen la categoría de aventura, ni siquiera de acontecimiento. Todo se resume en que la niña es pobre y va creciendo día tras día. Bien ¿y? Y pues nada.

En fin, no es un libro malo pero sólo se me ocurren dos razones para terminarlo: participar en un club de lectura o que no existan otros libros en el mundo. Ha querido la fortuna que se haya dado el primer caso, menos mal. De todos modos, pueden leer otras opiniones sobre el libro, como siempre, en La mesa cero del BlascoDelenda est CarthagoLa originalidad perdida y en el blog de Bichejo. También hablaremos del libro en el próximo podcast al que podéis acceder a través del botón de la derecha. A ver qué nos depara noviembre. 

 

 

9 pensamientos en “Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith

  1. A mí sí me ha gustado, me suelen gustar los libros en los que lo que pasa es la vida. Lo que me desmoraliza es tu «ya queda menos» (emoticono de guiño y sonrisa)

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  2. Es una de mis novelas favoritas y la he regalado y recomendado a diestro y siniestro. Hasta la fecha ha entusiasmado, pero es lógico que no todos compartamos los mismos gustos. Espero que tu próximo libro sea más de tu agrado.

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  3. Parece que coincidimos en algunas cosas. El caso es que a mí me parece un mal libro, aunque la historia de para mucho ella la desaprovecha. Historias como esa y peores Dickens las hizo obras maestras que siguen gustando y emocionando. Betty no es Charles, está claro.

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  4. Jo, yo pensaba que habiendo gustado tanto a los rudos soldados tendría algo de chicha, pero no, sólo querían ver postales de su vida en casa… Entiendo por qué les gustó, pero me esperaba otra cosa, ya lo siento.

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