Cualquier cuerpo vivo genera porquería. Excretar se le llama a eso, aunque se reserva para la orina u otros residuos metabólicos como el anhídrido carbónico de la respiración según el DRAE. Los españoles nos reservamos el verbo excrementar para los excrementos digamos de arte mayor.
Es lo que hay y lo que somos. Unos bichos de apariencia sana y limpia, pero que generamos residuos. Y menos mal que los generamos, porque si no lo hiciéramos no estaríamos vivos. Vivir es cagar, o sea, y lamento ser tan ordinaria, pero es que tampoco estoy muy segura de que me entiendan porque en España por lo general usamos el verbo deponer en su forma transitiva y tendemos a ignorar el intransitivo.
Los humanos hemos evolucionado. Ya no convivimos entre la porquería que expelemos, que excretamos, que excrementamos. La modernidad nos ayuda a despejar la equis. Y aparte del perfume, y de la ducha, disponemos de papel higiénico. Y además, de una buena red de alcantarillado y servicios públicos que nos evitan tener que convivir con nuestros excrementos, nuestras excreciones, nuestras equis sin despejar.
Lo cual que no significa que nuestros organismos hayan dejado de expeler porquería. Y no se engañen con la civilización, porque no nos evita tener que producir la porquería sino que nos evita tener que vivir con ella, lo cual es muy diferente. La civilización permite limpiarla, despejarla, ordenarla y situarla allí donde es tolerable para tener una vida sana y, sobre todo, limpia. Pero no evita su existencia y quien le diga lo contrario, miente.
El solución entonces no pasa por negar el sistema. El sistema, como cualquier sistema vivo, y sano, genera porquería, porque si no estaría muerto. Eso mismo que se expele fue, en el origen y en su conjunto, lo que aportó músculo, y fibra, y nutrientes, y grasa, y lo que nos permite la vida. Va todo junto. Un sistema sin excrementos no existe. No vale decir que no existirán, porque existirán. No vale decir que no los veremos, porque entonces cabe sospechar que se meterán debajo de una alfombra. La solución es disponer de los recursos de limpieza y eliminación de residuos que nos permitan vivir sin ensuciarnos más de lo que es razonablemente imprescindible.
Hay que pedir justicia, claro, porque en el caso de nuestro sistema político la justicia es la correcta y ordenada canalización de la porquería. Y eso es una cosa y otra muy distinta pretender eliminar la porquería matando al bicho. O lo que es lo mismo: pensar que hay que deponer la sociedad en la que vivimos para acabar con sus deposiciones, algo tan tradicionalmente español como matar al perro para acabar con la rabia.
El intransitivo.
Muy buena metáfora. Donde hay poder hay corrupción y eso es inevitable. Un beso.
Me gustaMe gusta
El ejemplo comparativo es magnífico, la deja a una sin argumentos y pensando…y creo que tienes razón. Lo malo es que a veces se coge diarrea y es un no parar, si además se hace crónica hay que ir pensando en además de darle al fortasec plantearse un cambio de hábitos para evitar en lo posible tanta mierda que lo deja a uno deshidratado
Me gustaMe gusta
¡Dios mío!, una señorita como tú escribiendo semejante entrada. Discrepo en lo de «Vivir es cagar», más bien sería «Cagar es vivir»
Muy buena entrada (ya tendrá su salida)
Me gustaMe gusta