Los baños deben limpiarse con lejía. Debo argumentarlo y lo argumentaré, porque hoy en este otro blog se defenderá lo contrario. Así es que prepárense a recibir un puñado de buenas razones.
Amigos míos, un baño no es un baño. Decimos “el baño” porque, de todas las descripciones posibles sobre lo que podemos hacer en aquel lugar, ésta es la que nos parece menos propensa al pensamiento escatológico. El baño es el sitio donde nos aseamos, sí, de ahí que algunos le llamen aseo. Pero lo frecuentamos mucho más a menudo para aliviar alguna que otra presión corporal, y sin duda esa es la razón por la que algunas señoras con el pelo cardado se refieren a este lugar como el excusado. En el parque del Retiro se llamaban urinarios, en los sitios con barracones, letrinas, y en los bares, servicios, nombres éstos mucho menos honorables, desde luego. Así es que hay que usar lejía, y en cuanto vds asimilen que estoy hablando del retrete y no del tocador quedarán convencidos de que es perentorio desinfectar lo infecto. Se debe acabar de forma eficaz e implacable con las bacterias que pululan por los alrededores de eso que nosotros damos en llamar el inodoro, quizá en la creencia de que esa sensación etérea que sucede a unas prisas no produce olores. Y sí: produce olores. Y además, suciedad con peligros.
Si se tratara simplemente de limpiar, el asunto se podría solventar con agua y jabón en condiciones normales de suciedad, y con Cillit Bang en las condiciones que nos hacen creer, viendo el anuncio, que sólo tienen remedio si acude en tu socorro la Sexta Flota. Los cuartos de baño se limpian hoy en día con otros productos, pero eso no hace sino contaminar más el ambiente, fomentar el consumismo y abandonarse a las marcas (esa maldad del capitalismo feroz), además renunciar a las tradiciones de toda la vida. Y es que la lejía, igual que el amoníaco para los cristales, el almidón para las camisas, el Zotal para los bichos, el Sidol para los dorados o el Blanco España para los azulejos nos devuelven a esos maravillosos años anteriores a la burbuja en los que el recurso habitual al jabón verde nos dejaba apreciar más y mejor el Heno de Pravia y la Fanta de naranja – en otro orden de cosas y ya que hablamos de burbujas -. Y no me vengan con que la lejía es algo que se usaba antes porque en los limpiadores modernos se pueden encontrar sustancias detergentes y disolventes, sí, pero también secuestrantes, desodorantes, aromatizantes, desengrasantes, desinfectantes, oxigenantes, y hasta desincrustantes (que menudo asco), y todas ellas acaban en antes.
Vivimos en un mundo sin certezas. La vida apresurada, el barullo mediático, el hedonismo carente de sentido, esa Europa sin resolver, la play station, los catalanes… todo nos conduce a un mundo sin certezas. Pero la lejía sigue ahí para decirnos la verdad en los momentos más delicados de nuestro existir, cuando necesitamos no tener dudas ante cualquier eventualidad y por encima de cualquier contingencia. Cuando, al recurrir a nuestros cinco sentidos y después de descartar el tacto por inútil, el gusto por inadecuado, el oído por incompetente y la vista por engañosa, viene a rescatarnos el feliz olfato y nos trae la buena nueva de la limpieza sin mácula – y sobre todo, sin bacterias -. Es entonces cuando vds encontrarán la verdad. La verdad sin trampas ni algodones que valgan: sólo ustedes, sus circunstancias y ese inconfundible olor a lejía.
Querida, no te arrepientas, la cosa era difícil, pero saliste bien airosa, muchas gracias por participar en el evento, besos.
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Bueno, yo en la mili los limpié una vez con salfumán y quedaron bien limpios y desinfectados.
Pero prefiero no contar el resto 😆 😆 😆
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No hay duda de que es eficaz aunque el olor sea repugnante .D
Besazo
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Por favor por favor un baño siempre bien limpito con lejía ja ja Besos
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La huelo desde aquí…No me gusta el olor a lejía pero si la seguridad anti bacteriana que proporciona…
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¡Qué no! Que me quedo sin ropa. Que no hay manera de que no se salpique la camiseta que más me guste en cada momento. Lo siento. Sin lejía, aunque te lo has currado.
Un saludo.
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Pues muy bien y ahora entre las razones de Fauno y las tuyas tengo la cabeza hecha un lio y una indecisión que me corroe… Sigo usando lejia? Me paso al limón? Volveran las oscuras… No, eso es de otro tema.
Que me tienes medio convencida, sobre todo al rememorar algunos excusados y/o servicios.
Saludos desde mi infierno y tal jejejeje
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Pues yo soy super fan de que el baño lo limpien con lejía o con algún producto que la incorpore,
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¿Arrepentirte? pero si esto es lo tuyo, darle vueltas a las cosas, pues no me he reído yo nada, una de las mejores sin duda.
Me he quedado más tranquila al conocer tus verdaderas costumbres higiénicas, porque me estaba sintiendo un poco marrana, la lejía la uso en contadas ocasiones, el olor me produce dolor de cabeza, y bastantes cefaleas tengo ya como para provocarme más.
Muchos besos
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Gracias por vuestros comentarios a todos. En realidad, esto me lo he tomado como un ejercicio de redacción. El uso de la lejía me parece un atraso en las casas, aunque, seriamente, en un baño público de una gasolinera por ejemplo, agradezco que huela a lejía. Voy a seguir leyendo a tertulianos.
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No hay de que preocuparse querida… Pues a mi me tocó un temita, que para qué te cuento…
Yo he quedado más que admirada, por las capacidades que todos han demostrado, a la hora de defender un tema.
Excelente trabajo!!!
Abrazos,
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No he podido leeros a todos, es algo que dejo pendiente para el sábado.
Gracias por tu comentario y bienvenida.
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😉
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Muy elocuente la descripción de que la lejía es lo mejor para limpiar un lugar que es básicamente el foco de los desechos humanos, ja, ja.
El olor a lejía (que en realidad no me gusta) me lleva a años antiguos, sobre todo al recuerdo cuando iba a los hospitales, allí siempre había un fuerte olor a lejía.
Un Beso.
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Yo creo que es un olor que te conduce a certezas cuando las necesitas, en esos baños públicos tan sospechosos, pero es desagradabilísimo.
Gracias por comentar. Bienvenido.
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Me sonrío ante ese mundo tuyo sin certezas…Espero que se entienda lo que quiero decir y si no, da igual.
Yo uso lejía jabonosa y sólo para el inodoro. Dicen que el mobiliario del baño sufre mucho con la lejía que le va despojando poco a poco de su brillo, del esmalte.
Magnífico post en cualquier caso, Curra.
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Te sonríes tú y me sonrío yo. Cuando no hay que tomarse las cosas muy en serio, hay que recurrir a cosas muy serias, aunque nos «cueste» una sonrisa.
Sí, el mobiliario sufre mucho con la lejía, tienes razón. Creo que van en paralelo el uso de determinados materiales y de determinados detergentes. El signo de la modernidad!!
Gracias por pasarte y por tu comentario.
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Pingback: LLEGO EL 12/12/12… LA TERTULIA | la inspiracion
Bueno, bueno, bueno… realmente una lucha encarnizada por esto de la lejía. Realmente me gusta tu razonamiento y te devuelvo el LIKE de mucho gusto. Aunque, he de decir que mi argumentación es más directa y ataca a la linea de flotación de los lectores jejejeje
Encantado de poder jugar.
Fauno
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Muy buena, yo compro limpiadores de baño de esos modernos y tal para el baño de la habitación proque no soporto la lejía, pero para los baños de fuera, un gran frasco de lejía…
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A mí me encanta el olor a lejía y además es un gran desinfectante. Para mí has ganado.
Un beso.
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Entre un baño, aseo, cagadero, meodromo, trigre, mingitorio…..donde se puedan comer sopas que se quite uno de los de Gente Pez. ¿Quien no se ha visto alguna vez en la tesitura de tener que comer unas sopas de higos mientras empuja el orgullo? Eso sólo se pude hacer en in baño limpiado con lejía a base de bien.
Hala!!! Lejía a tutiplen
Un saludo
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