Conocer la diferencia

NEGRO: ¿Usted toma el metro cada día, profesor?
BLANCO: Sí
NEGRO: ¿Y qué piensa de esos pasajeros?
BLANCO: ¿Los pasajeros?
NEGRO: Sí
BLANCO: Procuro no pensar en ellos para nada
NEGRO: ¿Alguna vez les ha dirigido la palabra?
BLANCO: ¿Si les he dirigido la palabra?
NEGRO: Sí.
BLANCO: ¿Sobre qué?
NEGRO: Sobre cualquier cosa.
BLANCO: No, Dios me libre.
NEGRO: ¿Dios le libre?
BLANCO: Sí, Dios me libre.
NEGRO: ¿Alguna vez los ha insultado?
BLANCO: ¿Insultarlos?
NEGRO: Eso he dicho.
BLANCO: ¿Por qué iba a querer insultarlos?
NEGRO: Yo qué sé. ¿Sí o no?
BLANCO: Claro que no.
NEGRO: Me refiero sin que ellos le oigan.
BLANCO: No le entiendo.
NEGRO: Por lo bajini. Mentalmente. Para sus adentros.
BLANCO: ¿Por?
NEGRO: Qué sé yo. Pues porque le cortan el paso. O porque no le gusta la pinta que tienen. O cómo huelen. O lo que están haciendo.
BLANCO: Ah. Entonces soltaría algún reniego en voz baja.
NEGRO: Exacto.
BLANCO: Quizá sí.
NEGRO: ¿Y usted diría que lo hace muy a menudo?
BLANCO: No creo que tenga derecho a interrogarme ¿sabe?
NEGRO: Lo sé. ¿Muy a menudo?
BLANCO: Pues supongo que con cierta frecuencia.
NEGRO: Deme una cifra.
BLANCO: ¿Una cifra?
NEGRO: Sí, hombre. Pongamos en un día normal.
BLANCO: No tengo ni idea.
NEGRO: Venga, venga.
BLANCO: Una cifra.
NEGRO: Me van los números, ya sabe.
BLANCO: Dos o tres veces al día, calculo. Algo así. Creo.
NEGRO: Quizá más.
BLANCO: Sí, claro.
NEGRO: ¿Como cinco?
BLANCO: Es probable.
NEGRO: ¿Diez?
BLANCO: No. Eso ya sería demasiado.
NEGRO: Pero con cinco ya parece que vamos bien.
BLANCO: Sí.
NEGRO: Son mil ochocientas veinticinco. ¿Le importa que redondeemos a dos mil?
BLANCO: ¿Qué son? ¿Veces al año?
NEGRO: Sí señor.
BLANCO: ¿Dos mil? Son muchas.
NEGRO: Y que lo diga. Pero ¿la cifra es ajustada?
BLANCO: Supongo. ¿Y qué?
NEGRO: ¿Y qué? Mire, no voy a calcular la edad que tiene, pero tirando corto yo diría que lleva veinte años yendo y viniendo en tren, lo cual supone un total de cuarenta mil insultos contra tíos a los que ni siquiera conoce.
BLANCO: Ya. ¿Y?
NEGRO: No, nada. Era por si lo había pensado alguna vez. A lo mejor tiene que ver con la situación en la que acabó metiéndose.
BLANCO: Es sólo un síntoma de problemas más graves. No me gusta la gente.
NEGRO: Pero no les haría daño.
BLANCO: Claro que no.
NEGRO: Está convencido.
BLANCO: Pues claro que lo estoy. ¿Por qué iba a hacer daño a nadie?
NEGRO: No sé. ¿Y por qué pensaba hacérselo a usted?
BLANCO: No es lo mismo.
NEGRO: ¿Está seguro?
BLANCO: Yo no soy la gente y la gente no es yo. Conozco la diferencia.
NEGRO: Mm-mm.
 
Cormac McCarthy, El Sunset Limited

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