Un banco no es una pastelería. Yo lo sé seguro porque mi abuelo tenía una, y en las épocas de mucho público en las que bajaba toda la familia a echar una mano, a mi padre, que trabajaba en el Banco Hispano, le ponía mi abuelo a despachar bocaditos de nata, que es lo más sencillo de hacer porque se venden por unidades y son inconfundibles. Aunque un banco tiene también épocas de mucho trabajo, nunca se dio el caso en que mi abuelo tuviera que ir a ayudar a mi padre, pero yo supongo que éste le hubiera encargado, como mucho, vigilar la trituradora de papel.
Yo siempre he pensado que una Caja de Ahorros es como un banco, pero me temo que sus dirigentes las han confundido con una pastelería. Y si ya es difícil montar la nata, hilar el huevo o subir el hojaldre, figúrense vds lo que debe ser administrar depósitos y conceder créditos. Pero ahí los tienen, casi 200 políticos sin ningún tipo de experiencia bancaria, sentados en los consejos de administración de las Cajas de Ahorros como si estuvieran sentados en un tendido de la plaza de toros de su pueblo, con el puro, el whisky y el traje de rayas de los domingos. El pañuelo blanco en el bolsillo superior de la chaqueta que no falte, por si toca pedir la oreja, que viene a ser como conceder el creditón-cerdito con el que construir alguna promoción inmobiliaria.
Alcaldes que se tienen que desenroscar la boina y limpiarse los zapatos llenos de bosta de vaca; eurodiputados que acaban de bajarse del avión que les trae de Bruselas después de discutir sobre cualquier tontería de las que se discute en Bruselas; concejales de capital de provincia, incluida Madrid, que solo saben subir impuestos y reparar aceras; sindicalistas que cambian la chaqueta de pana por otra de alpaca de primera calidad; dirigentes de partidos con el único mérito de la verborrea; todos sin ningún oficio ni experiencia bancaria, dilucidan qué hacer con un dinero que, a falta de accionistas, no es de nadie. Y el verdadero problema no es lo que cobran, sino lo que estorban y lo que rompen. Si les hubieran pagado por quedarse en su casa, esa hubiera sido la mejor inversión que habrían hecho, créanme.
Rato es el invitado estelar de los fuegos artificiales en los se ha convertido un sistema completamente desquiciado por Comunidades Autónomas y entes locales. El agujero en el que nos han metido políticos profesionales jugando a banqueros aficionados es de cuidado. Mucho mayor del que podía provocar mi padre en la pastelería de mi abuelo, que no dejaba que nadie sin oficio se acercara, en aquel obrador, ni siquiera al agujero del roscón. Aunque sólo fuera para decorarlo.
Uffff, tema este espinoso y delicado, muy delicado porque ademas afecta directa o indirectamente al bolsillo de todos; otro punto, que lo diferencia de una pastelería, sea o no la de tu querido abuelo que, en todo caso, en la peor de las situaciones sería una indigestión, para….cuántos?!, perdiendo su propio dinero. Y, seguramente, nunca se daría porque tenían conocimiento y cuidado directo sobre su trabajo, responsabilidad y compromiso con mayúsculas.
Todo es vergonzoso, aunque la cuestión grave es que aún están jugando a´guerra de guerrillas`, en lugar de ir al origen y atajar los problemas, imperdonable e indignante todo, una sinrazón muy cara, mucho más que una simple moneda.
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Sí, imperdonable, pero todavía no he visto a ninguno asumir alguna responsabilidad.
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Lo hablábamos el otro día, Carmen. La combinación dinero que no es de nadie y gestión no profesional es exposiva, letal. Cajas de ahorros manejadoas por políticos y sin accionistas, es decir, sin nadie a quién dar cuentas, o en el peor de los casos teniendo que dárselas a otro político dispuesto a creérselas. El resultado estamos cosechándolo ahora.
Y es catastrófico. El rosario de inversiones descabelladas, dignas del Springfield de los Simpson, por importe de sabe Dios cuántos miles de millones de euros, nos lo vamos a comer con patatas. Eso si hay suerte y no nos come antes él a nosotros.
Nos queda al menos el consuelo de que no habrá un culpable.
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Yo tampoco entiendo bien lo del consuelo…
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Caramba, veo que no está la concurrencia para ironías. Será que no está el horno para bollos.
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Ah, perdón, perdón 🙂
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Einggg, eso es un consuelo?! Si no hay ‘un culpable’ (=responsable), entonces es que somos todos (=nadie)…….,
Bueno siempre quedaran las pastelerías para endulzar…..,je
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Doña Carmen, mi muy querida blogger, hoy ha estado V. sembrada, incluso por encima del altísimo nivel, de labrillatez a que nos tiene acostumbrados, pero para explicarle el porqué de lo arrebatado de mi elogio será menester tomarse un copa. O algo.
Suyo,
Hans
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Yo también creo que me tomaré una, a su salud.
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Tienes toda la razón. Han puesto a dirigir un banco a gente que no sabe más que perder el tiempo. Un beso.
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Gran entrada, didáctica donde las haya y entendible para todo el mundo.
A ver si nos va a salir ahora una nueva «Leopoldo Abadía» (nunca es tarde si la dicha es buena)
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No, no creo que salga otra Leopoldo Abadía. Me faltan años e hijos, además de experiencia.
Gracias por tu comentario, Pater.
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A fin de cuentas, querida, esto de las cajas no ha dejado de ser un pasteleo político más. Muy ilustrativo el post.
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Pues sí, un pasteleo. Y ahora, a agacharse, que viene el tartazo.
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Madre mía, lo peor de esto es que los españolitos de “a pié” andamos chupando las cristaleras de las pastelerías, por la falta de NUESTRO parné, que está en manos de supuestos banqueros que no saben hacer nata ni nada 🙂
Un saludo,
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Ja, ja, ja! chupando las cristalerías, pero estos políticos mejor no meterlos en un obrador. Nos envenenarían con exceso de azúcar.
Gracias por tu comentario. 🙂
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Amén.
Ineptos, corruptos y corruptos ineptos.
Luego nos extraña que caigamos en picado.
¡Nos va demasiado bien!
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Esto que pasa aquí no lo creen por ahí fuera. Pero nosotros votamos a estos corruptos, no hay que olvidarlo. Ni la alternativa, tampoco!!.
Menuda selva! 😉
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