Esas maravillosas apps

Me van a perdonar vds., pero hoy no tengo mucho tiempo para introducciones, así es que voy a ir directamente al grano.

Las aplicaciones en el teléfono y en la i-pad son realmente geniales y sirven para muchísimas cosas. Por ejemplo, tengo una fantástica que me dice dónde estoy. Bueno, en realidad me dice dónde está la Blackberry, pero como yo no puedo ver dónde está ella si no la tengo en la mano, he llegado a la conclusión de que la app quiere realmente decirme dónde estoy yo diciéndome dónde está la Blackberry, porque realmente no sabe muy bien dónde estoy yo. Sí, ya sé que suena muy complicado, pero el mundo tecnológico es así, señores, lo toman o lo dejan. Lo que es realmente genial es que yo le puedo decir a cualquiera las coordenadas GPS en las que me encuentro en cada momento:

– Mamá, estoy aquí, en 40º28’12» Norte, 3º40’20» Oeste

– ¿Todavía en la ducha, hija? Pero te van a salir aletas…

Tengo otra también muy genial que me avisa si llueve en Capri y en Santorini a la vez. Y otra en donde sale el calendario lunar en swajili. Una muy, pero que muy interesante me indica y describe el entorno IT en el que me encuentro. En español, aclaro, no en swajili, aunque he llegado al convencimiento de que el idioma es casi lo de menos. Otra app formidable me cambia el color de la pantalla cada veinte segundos mientras suena un beep. Y hay otra que me flipa, que es un seguidor de asteroides. Esta app viene sin alarma (lástima). Pero utilidad, utilidad, una que, cuando suena el teléfono, se abre una nota para que escribas el resúmen de la llamada. Yo creo que esta es la prueba irrefutable de que las ondas telefónicas nos van a dejar el cerebro como un queso gruyère, así es que nos ponen esta app gratuita para que nos vayamos acostumbrando al desastre. 

En la i-pad también hay cosas muy curiosas. Tengo una aplicación en donde se describen los árboles de la tundra siberiana. Apasionante. Y estuve a punto de bajarme la App «Termomix recetas», pero al final decidí no hacerlo por dos razones. Primero, porque leí en una crítica que hacia la mitad de cada receta, la i-pad empezaba a estar demasiado pringada por los dedos como para ver algo. Y  segundo, porque yo no tengo Termomix. Debió de ser esta historia de la Termomix la que me hizo tener un sueño. Yes, I have a dream.

Soñé que la i-pad 17.0 venía con función de cocina vitrocerámica: en medio del campo, siempre que tuvieras un buen Plan de Datos, te podías freir unas chuletas sobre la i-pad. Ya la 18.0, por unos eurillos más, venía con la vitro de inducción. Y valía la pena, oye, porque navegar por internet justo después de hacer la comida… eso sí que dejaba los dedos pegados en la pantalla.

Va a ser verdad que todos necesitamos un poco de sur para poder ver el norte

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