Uno va leyendo un libro en el metro, un suponer. Cuando termina de leerlo, lo deja sobre un buzón por la calle. Entonces pasa otra persona, lo agarra, se lo lleva, lo lee y cuando lo acaba, lo deja en un banco en la calle. Entonces pasa otra persona, recoge el libro, lo lee y cuando lo ha terminado lo deja, pongamos, al lado de un árbol cuidadosamente. Y así hasta que alguien se queda con el libro – o el libro sale huyendo por tanto manoseo, que todo es posible. Y esto se llama bookcrossing.
Y como esto se hace en Estados Unidos, hemos querido implantarlo en Madrid. Nuestro alcalde, tan reacio a suponernos modernos, avanzados y espontáneos, y al mismo tiempo tan enterao y enrollao que es él, nos ha organizado la moda y ha dejado por ahí tirados – es un decir – 30.000 libros. Algunos dedicados, uno de ellos incluso por el mismísimo Mario Vargas Llosa. Nuestro compromiso como madrileños es, una vez leído el libro, dejarlo otra vez en algún lugar público para que lo disfrute otro madrileño. Seguro que el dedicado por el último premio Nobel da muchas vueltas. Seguro.
Qué bonito. Qué cultural. ¡ Y qué trendy!
Espero que no exista el shoecrossing…
Eso es una estupidez mayúscula, tienes toda la razón. Conmigo que no cuenten porque soy, primero, bastante maniático con la higiene y recoger libros que vete a saber por que manos han pasado me da bastante asco, y segundo, tengo muy desarrollado el concepto de propiedad privada, así que mis las regalo a quien me apetezca pero no las dejo por ahí tiradas.
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En la tele vi el otro día una de las personas encargadas de dejar los libros en la calle. A la señorita en cuestión no se le ocurrió mejor idea que ponerlo en las patas del león de la fuente de la plaza de Oriente a la que hay que trepar con lo que las personas con las dotes de alpinismo (vamos a llamarlo así) menos desarrolladas se quedarán con las ganas.
Eso si no viene un policia municipal y le pone una multa por subirse donde no debe.
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Entre el alcalde y la pomposa concejala de las artes, digna hija de su madre, van a batir todos los records de payasadas. A mí, lo del ‘bookcrossing’ me trae al pairo porque, como ECA, soy muy mirada para mis libros y así se apelotonen no los dejo por la calle que me parece la mejor manera de que termminen en una papelera.
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No había pensado en la parte higiénica de la cosa… El bookcrossing existe, no es un invento, pero surgió de la sociedad civil, de una manera completamente espontánea, igual que ahora resurge el trueque, o las costureras. Esta iniciativa la patrocina a pachas una marca de cerveza, Mahou. Se han apuntado todos ¿eh? periodistas, intelectuales y gentes variadas del «mundo de la cultura» (ya digo, hasta un premio Nobel). Hasta ahí, la sociedad. Mi pregunta es: ¿Qué pinta en esto el ayuntamiento? Pena de impuestos…
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Eso un suponer!!!!
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¿Has visto ya zapatos tirados por las esquinas?
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