En la orilla, de Rafael Chirbes

Maquetaci—n 1Tiene Rafael Chirbes una manera de contar las cosas que es como si te abofeteara. Recio, áspero, sobrio, brutal a veces, contundente, pero al mismo tiempo lleno de fuerza, dominando el lenguaje, sabiendo lo que escribe, lo que se trae entre manos, usando el vocabulario como un martillo pilón con el que acompaña historias desabridas, muy duras, que no dejan lugar a la esperanza ni a la componenda, que no tratan de comprender ni de contemporizar, que simplemente narran, describen, cuentan lo que hay y te envuelven en aquello de lo que no tenemos escapatoria.

En la orilla cuenta la historia de Esteban, un carpintero al que le estalla la burbuja inmobiliaria en plena cara cuando él ha decidido invertir todo lo que tiene -incluida la carpintería- en un negocio fácil, rápido, de esos que han sido barridos en estos últimos años, oportunidades que han pillado tanto a los que se han pasado de listos como a los pichones de la sociedad que han querido emular lo que veían a su alrededor.

Esteban no culpa a nadie: él forma parte de esta misma sociedad corrompida y desquiciada por la codicia y el consumo. Pero si lo ha perdido todo es porque no puede perder nada más. Esteban ha fracasado. Quería a una mujer que se fue con el amigo, sin familia, con un padre idiotizado por la vejez al que tiene que cuidar, con unos puntos de referencia que han muerto y forman parte del pasado. Ahora sólo le queda el rencor, la desesperación disfrazada de odio, la amargura que le inspira todo lo que le rodea.

En la orilla es la historia de una derrota. No es una historia sobre la crisis, como dicen algunas reseñas que he leído por ahí. La crisis es el telón de fondo, la chispa que enciende la hoguera si preferís, pero ya antes Esteban tenía cuentas pendientes, ya antes la ética de la especulación, la codicia, la podredumbre moral, la falta de valores, la hipocresía habitaban el pequeño pueblo de Olba y el imaginario Misent, paradigma de la especulación y el destrozo de la langosta de la construcción en la costa mediterránea. Esteban ya había fracasado en la vida, y da puñetazos al aire porque ya hace tiempo que no tiene nada contra lo que luchar.

Del mismo modo que el vendedor de muebles aspira a ser decorador, el carpintero aspira a ser escultor, a tallar la madera, material que sólo es superado en humildad por la arcilla. En sus sueños, el carpintero quiere esculpir piedra, bronce, hierro. Al despertar, Esteban encuentra las virutas esparcidas y el mobiliario barato, la misma vulgaridad de vida de la que quería escapar. Lo ha perdido todo porque ya no puede perder nada más. O tal vez sí.

La novela es una obra extraordinaria. Dura, rocosa, nada amable, crítica, descarnada, pero apabullante y magníficamente escrita. Léanla, que vale la pena.

Esta entrada ha sido publicada en pasado día 10 de octubre en el blog El Buscalibros http://www.el-buscalibros.com

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