Un viejo adagio dice que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento. Y esto, además de ser un principio del derecho, es una verdad como un templo. Y para corroborarlo, fíjense en la gran mayoría de la población. Fíjense en ustedes mismos, en sus vecinos, en sus compañeros de trabajo, en sus familiares. Fíjense en la gente digamos normal. ¿Ya? Pues me explico.
La mayoría de nosotros no conoce las leyes de manera profunda y exhaustiva. Vamos por el mundo ignorantes de todos esos eximentes, agravantes, excepciones y recovecos que contienen las leyes, no digamos de las argucias procesales. Tenemos una idea general, pero no conocemos el detalle. Y, sin embargo, las cumplimos. No matamos, no robamos, pagamos nuestros impuestos y deudas, no agredimos a nuestros vecinos, no secuestramos, no atracamos tiendas, aparcamos poniendo el papelito… Ignoramos la mayor parte de las leyes que ordenan la sociedad, su detalle, pero las vamos cumpliendo. Y cuando las incumplimos, generalmente por ignorancia o en acto defensivo, o por despiste, nos cae un puro de mucho cuidado. Prueben a soltarle un sopapo a un chorizo cuando le está robando la cartera, por ejemplo, y verán la que les cae. Vidas arruinadas por un impulso o una equivocación. Pero es así, ya está.
Ahora denle la vuelta a la frase, por favor. Sale algo así: “el conocimiento de las leyes exime de su cumplimiento”. Y ahora piensen en el caso de Marta del Castillo, y cómo el conocimiento de todas las puertas falsas que deja la ley ha permitido que unos indeseables se hayan salido con la suya. Piensen en los delincuentes que entran y salen de los juzgados con la misma naturalidad que entra y sale vd de su coche. O en los morosos profesionales, que los hay. Piensen en los etarras, o en el tal Rafita, en infrahumanos así. Piensen en el chino mafioso ése que está paseándose por la calle tranquilamente (dicen que por error, pero hay que conocer muy bien las leyes para cometer esos errores, tú ya me entiendes). Piensen en los traficantes de droga. Piensen en esas grandes corporaciones y en esos ricachones que evaden impuestos a troche y moche. Piénsenlo y llegarán a la misma conclusión que yo: para que la ley no vaya contigo es imprescindible conocerla muy bien.
Y luego ya está la cosa pública autóctona, que se las trae con abalorios. Nuestros señores diputados, nuestros altos cargos de la administración, nuestros políticos, viven de hacer leyes y de hacerlas cumplir. Pero hay presidentes de autonomías que no cumplen la ley y que además lo dicen. Miren al señor Mas y su inmersión lingüística, con sentencias en firme contra sus prácticas. O miren los referéndum ilegales o la ley de banderas. Miren la ley del déficit, que tiene rango constitucional, ni más ni menos. O la ley de presupuestos, que se incumple sistemáticamente. O el alcalde (y diputado autonómico) que asalta fincas y Mercadonas. Y no es que no pase nada: es que se sabe incumplir de tal forma que es imposible que pase algo. O que se cambia a conveniencia, aunque sea una inmoralidad, como la amnistía fiscal (ya me ocupare de eso, ya), o la actualización de las pensiones, o los impuestos. O que no se cumplen porque no se sabe muy bien ni qué ley hay que cumplir ni quién debe hacerlo, como es el caso del Madrid Arena, en donde el juez dice que es un caso complejo, cuando debería confesar que se está volviendo tarumba con tantas disposiciones, normas y competencias apiladas unas encima de otras.
Seguro que un hombre de leyes me dirá que no sé de lo que hablo. Y, miren, tendrá razón: soy una ignorante, una persona normal que no entiende los porqués de lo que lee. Y es que yo no he leído la Constitución porque, en mi ignorancia, es lo mejor que se me ocurre hacer para no incumplirla. Y también porque tengo para mí que ese libro ya sólo nos sirve a los españoles para regalarnos un puente.
Y un puente muy codiciado!!! bss
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Para el que lo haya tenido…
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Carmen, te admiro, supongo que con las ignorantes como tú (nótese la ironía) lo que ocurre es que a falta de formación usan el sentido común y la observación de la realidad para llegar a conclusiones. Y tienes toda la razón, menuda paradoja, la mejor manera de incumplir la ley sin consecuencias es conocérsela al dedillo y saber por dónde colarse entre sus qrietas y resquicios.
De nuevo me quito el sombrero, un post sin desperdicio.
Besos
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Gracias Inma. Pero no es una paradoja. es una guarrada!!
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Y no olvidemos a los musulmanes que se conocen todos los derechos humanos para exigirlos y llamarnos racistas y xenófobos cuando les criticamos o se les detiene por algún delito y al mismo tiempo dicen en sus mezquitas que no hay derechos humanos que valgan que lo único que vale es la voluntad de Alá.
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Eso es otro tema que tiene que ver con la ley del embudo y con el aprovechamiento que hacen de nuestra libertad y de nuestra democracia. Y de la opinión pública, facilmente manipulable. Pero vamos, ayer leía que una condena por ablación de clítoris había llegado al Supremo, lo que es de locos.
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No sé que te diría un hombre de leyes Carmen, pero un hombre de música te diría que para darle la vuelta al adagio mejor el allegro, aunque como ignorante que soy en esas cosas no sé si es necesario que sea un «ma non troppo» ,no vayamos a tropezar con la mano diestra de la Ley 🙂
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Yo creo que mejor ma non troppo, a ver si nos vamos a animar y voy a tener demasiada razón.
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¿Pues qué quieres que te diga? ¡Tienes toda la razón!
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Pues qué miedo me da que me lo digas tú…
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Pues eso, que el que hizo la ley, hizo la trampa.
Así que el que la conoce, puede ser tramposo tranquilamente.
Besazo
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tranquilamente, sí.
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Pues sí, más razón que una santa, aunque a veces y en breve creo que viviremos muchos episodios al respecto, se antoja necesario conocer una ley y no acatarla, porque hay prioridades en la vida, comer por ejemplo.
Eso sí, a estos no va a beneficiarles error judicial o indulto alguno.
Besos.
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Que no. Que un pobre no roba. Un pobre se va a un comedor social. El que roba es un tio que tiene dos sueldos, uno de alcalde y otro de diputado autonómico. No se delinque por necesidad, eso es un mito. Y supongo que la extrema necesidad, en todo caso, será uno de los eximentes.
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Muy buena reflexión, no lo había visto así, pero tienes mucha razón: el conocimiento de la ley exime de su cumplimiento. Muy triste y muy cierto. 😦
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A veces es muy sorprendente lo que te sale cuando le das la vuelta a las cosas, si.
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Una mujer de leyes dice que tienes toda la razón. Muchas de esas tropelías tienen un nombre muy clarito: fraude de ley, pero da igual.
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Pues te digo lo mismo que a Pater: que miedo me dais los de leyes cuando me dais la razón en estas cosas.
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Estoy de acuerdo contigo. No puede ser que algunos se salten las leyes impunemente. Un beso.
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No sólo sí puede ser: es.
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¡¡¡Qué lista y qué grande eres!!!
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Gracias, querida.
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Yo tenía un profesor de penal que decía: «Ojala mis alumnos supieran la ley la mitad de bien de lo que se la saben los delincuentes»…
PUES ESO.
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O sea, ¿Que lo enseñan en las facultades? Creo que hice bien escapándome y no pasando de primero…
Gracias por pasarte a comentar, que sé que como blogger te cuesta mucho trabajo!!
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